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Las empresas españolas se sienten cada vez más atrapadas en el caos de Venezuela
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Las empresas españolas se sienten cada vez más atrapadas en el caos de Venezuela

Venezuela era antes un mercado atractivo para las compañías españolas. Ahora se ha convertido en un auténtico laberinto empresarial, político y cambiario de muy difícil salida

Foto: Nicolás Maduro en una imagen de archivo. (EFE)
Nicolás Maduro en una imagen de archivo. (EFE)

Venezuela se está convirtiendo en un auténtico laberinto para las empresas españolas. Las sucesivas y pronunciadas devaluaciones de los últimos años, los dividendos retenidos, el entorno político y la severa crisis económica pasan factura a los intereses del centenar de compañías con pasaporte español que, según el Instituto de Comercio Exterior (ICEX), cuentan con intereses en el país latinoamericano. Solo el efecto de los ajustes cambiarios realizados en los últimos seis años les ha costado más de 10.000 millones de euros a las compañías españolas, que ahora asisten con inquietud a la creciente tensión social y política que se respira en el país después de que el presidente, Nicolás Maduro, extendiera el pasado viernes el estado de excepción y de emergencia económica durante 60 días más.

Muchas de esas empresas se sienten cada vez más atrapadas en Venezuela. En muchos casos, por los beneficios retenidos que siguen pendientes de repatriar -algunas fuentes hablan incluso de un volumen de 8.000 millones de euros-; en otros, por las dificultades legales y financieras de acometer desinversiones en el país, y en la mayoría de los casos por temor a represalias vinculadas a las amenazas de expropiación. En estas circunstancias, y mientras el ICEX reconoció ya a comienzos de 2015 "un descenso del interés de las empresas españolas" en Venezuela, a las que ya están no les queda otra alternativa que esperar acontecimientos y seguir expuestas a las vicisitudes económicas y políticas del país.

Esta realidad es la imperante en los últimos años, en los que, principalmente, la actividad de las empresas españolas se ha visto expuesta a las devaluaciones y las continuas variaciones en la política cambiaria del país, donde siguen conviviendo distintos sistemas de divisas. El último de esos cambios se produjo este mismo año, con la entrada en vigor del Convenio Cambiario número 35 y la convivencia de dos tipos de cambio oficiales: el protegido (Dipro), a 10 bolívares por dólar, y el complementario (Dicom), cuyo cambio se establece en el mercado. Heredero de uno de los sistemas anteriores -Simadi-, que partió a un cambio de 172 bolívares por dólar a comienzos de 2015, el Dicom ya se encuentra por encima de los 400 bolívares por dólar. Otra referencia del caos cambiario y de la desconfianza que genera el país se observa en el valor del bolívar en el mercado negro. Según recoge dolartoday.com, se acerca ya a los 1.100 bolívares por dólar.

Una devaluación tras otra

Varias de las principales empresas españolas presentes en Venezuela se adelantaron a estos acontecimientos. En sus informes anuales de 2015, Mapfre y BBVA precisaron que habían aplicado unos tipos de cambio de 425,8 bolívares y 469 bolívares por euro, respectivamente, para convertir sus saldos y sus operaciones, cuando al cierre del pasado ejercicio el cambio de Simadi se movía en torno a los 200 bolívares. Ambas sociedades entendieron que esos cambios superiores a los 400 bolívares, aunque penalizaban el valor de sus activos y sus resultados, reflejaban mejor la situación cambiaria y las expectativas de inflación. Esta decisión mermó el patrimonio neto del Grupo BBVA en 122 millones de euros. En el caso de Mapfre, redujo el patrimonio neto en 45 millones de euros y el resultado de la sociedad dominante en 10 millones de euros.

Los sucesivos virajes cambiarios de Venezuela han pasado ya una factura superior a los 10.000 millones a las empresas españolas, con Telefónica a la cabeza

Otras dos de las mayores compañías españolas con negocios en Venezuela, Telefónica y Meliá Hoteles, también han dado pasos en la misma dirección, aunque no de manera tan tajante. Para la empresa ahora presidida por José María Álvarez-Pallete, Venezuela se ha convertido en un auténtico agujero en los últimos años. Las continuas devaluaciones han pasado una costosa factura superior a los 8.000 millones de euros en las cuentas de la operadora -a comienzos de 2015, reconoció un impacto negativo en su patrimonio próximo a los 3.000 millones de euros de una tacada- y la división venezolana ha quedado reducida al límite tanto en la cuenta de resultados como en la situación patrimonial del grupo. La operadora, tras aplicar en 2015 un cambio próximo a los 200 bolívares por dólar, ha recalibrado la situación en el arranque de 2016 para hacerlo a 273 bolívares, que era donde se encontraba a finales de marzo el Dicom.

En cuanto a Meliá Hoteles, a finales de 2015 aplicó igualmente un cambio cercano a los 200 bolívares por dólar. En su informe anual de 2015, partiendo de que el sistema Dicom había partido de un tipo de 206 bolívares por dólar y "teniendo en cuenta que el tipo de cambio aplicado por la compañía arrojó a cierre de 2015 una tasa de 199,54 bolívares por dólar, el grupo estima que la aplicación de este sistema no tendrá impactos significativos en las cuentas consolidadas". Sin embargo, la evolución reciente del Dicom, situado ya más allá de los 400 bolívares, obligará a Meliá a modificar de nuevo sus valoraciones. Solo en 2014 y 2015, las devaluaciones venezolanas han tenido un impacto negativo superior a los 200 millones de euros en el patrimonio de la cadena hotelera.

Otra compañía con importantes intereses en Venezuela es Repsol, aunque su caso presenta particularidades. Primero, porque, por el sector al que se dedica, opera en dólares; y segundo, porque pertenece a un sector estratégico para Venezuela al que por ahora no han afectado tanto las devaluaciones. Sin embargo, y pese a notarlas en menor medida, también las ha sentido. En 2013, la petrolera estimó un impacto negativo de 158 millones de euros por los cambios introducidos por el Gobierno venezolano ese año.

Venezuela se está convirtiendo en un auténtico laberinto para las empresas españolas. Las sucesivas y pronunciadas devaluaciones de los últimos años, los dividendos retenidos, el entorno político y la severa crisis económica pasan factura a los intereses del centenar de compañías con pasaporte español que, según el Instituto de Comercio Exterior (ICEX), cuentan con intereses en el país latinoamericano. Solo el efecto de los ajustes cambiarios realizados en los últimos seis años les ha costado más de 10.000 millones de euros a las compañías españolas, que ahora asisten con inquietud a la creciente tensión social y política que se respira en el país después de que el presidente, Nicolás Maduro, extendiera el pasado viernes el estado de excepción y de emergencia económica durante 60 días más.

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