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Trinitario Casanova irrumpe en el corazón de Madrid con la compra de Gran Vía 44
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es el empresario que está detrás de Tecnolandia

Trinitario Casanova irrumpe en el corazón de Madrid con la compra de Gran Vía 44

El empresario es quien está detrás de Tecnolandia, sociedad que se ha impuesto en la puja abierta por Bankia para vender el codiciado chaflán, por el que se han pagando algo más de 20 millones de euros

Foto: Gran Vía 44.
Gran Vía 44.

Fue una de las operaciones más cotizadas de este verano. La venta de la sucursal que tenía Bankia en el número 44 de Gran Vía despertó el apetito de todo tipo de inversores, desde socimis hasta particulares, cuyas ofertas pusieron de manifiesto el desaforado interés que existe por el negocio inmobilario, en general, y por esta arteria de la capital, en particular.

Al final, quien se ha alzado con el triunfo es un viejo conocido del sector, el empresario levantino Trinitario Casanova, que se ha hecho con este activo a través de la sociedad Tecnolandia y tras poner sobre la mesa una oferta del entorno de los 20 millones de euros.

Aunque fue el pasado agosto cuando esta empresa se impuso en la puja, la firma de la escritura definitiva está prevista para la próxima semana, inmediatez que ha sacado de la sombra al empresario, que ha recurrido a la fórmula conocida como 'inversor ciego' para mantener su anonimato a lo largo de este proceso.

Este sistema está siendo cada día más aceptado por compradores que desean mantenerse en la sombra, para evitar así que su nombre sea utilizado para calentar un proceso, por ejemplo. Asesorama ha sido la firma que ha defendido los intereses de Trinitario y Tecnolandia, la sociedad a través de la cual se ha hecho la oferta, y que ha actuado de pantalla hasta que ha resultado adjudicataria, momento en el cual ya ha salido a relucir quién está detrás.

Con una superficie de 500 metros cuadrados, entre sótano y planta baja, el local que acaba de adquirir el empresario levantino ha sido una oficina de Bankia hasta este mismo mes de diciembre. Los 20 millones desembolsados elevan hasta cerca de 45.000 euros el precio de cada metro cuadrado de este chaflán, un importe que muchos tachan de excesivo, pero detrás del cual se esconde una segunda jugada.

Tecnolandia también se ha hecho con las entreplantas del número 44 de Gran Vía, lo que significa que, en total, cuenta ahora con 900 metros cuadrados en uno de los mejores esquinazos de esta arteria, lo que le confiere una posición privilegiada para negociar ahora un contrato de alquiler con su futuro inquilino.

El empresario ha recurrido al sistema 'inversor ciego', que consiste en pujar a través de una sociedad creada 'ad hoc' y que sólo revela quién hay detrás si gana

De hecho, según ha podido confirmar El Confidencial, Trinitario Casanova está negociando actualmente con varios interesados, entre los que figuran una cadena de moda inglesa, un grupo de restauración y una importante insignia infantil. Sea quien sea finalmente el elegido, deberá esperar hasta primavera para abrir las puertas de su nuevo establecimiento.

Inicialmente, el empresario esperaba que Bankia hubiera cerrado su sucursal de Gran Vía antes, pero la entidad ha esperado hasta la recta final del año, lo que, sumado a la obra de rehabilitación que deberá llevarse a cabo, dilatará hasta abril o mayo del próximo año el arranque de operaciones del nuevo inquilino.

Los nuevos dueños de la Gran Vía

Con la compra de esta operación, Casanova se suma a la lista de empresarios españoles que han puesto sus ojos en la Gran Vía, con auténticos nombres propios como Amancio Ortega, casero de Primark, o Juan Miguel Villar Mir, propietario de Canalejas.

Además, otros empresarios como Manuel Jove o Isac Andik han estado a punto de cerrar sendas operaciones, en el número 68 de Gran Vía y en el Palacio de la Música, mientras que un creciente número de fondos están entrando en la zona. Todo ello, sin olvidar a exóticos compradores, como el grupo chino Wanda, dueño del edificio España.

Todos ellos tienen en común su interés por transformar esta arteria en la nueva Vía Augusta del turismo, con la transformación de los antiguos teatros y cines en hoteles, tiendas y restaurantes.

Fue una de las operaciones más cotizadas de este verano. La venta de la sucursal que tenía Bankia en el número 44 de Gran Vía despertó el apetito de todo tipo de inversores, desde socimis hasta particulares, cuyas ofertas pusieron de manifiesto el desaforado interés que existe por el negocio inmobilario, en general, y por esta arteria de la capital, en particular.

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