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Bodegas Riojanas: la familia que pasó de cultivar un viñedo a montar un imperio
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Bodegas Riojanas: la familia que pasó de cultivar un viñedo a montar un imperio

Una copa de vino sienta a tíos y sobrinos alrededor de una mesa. A los Artacho no solo los sentó. De aquí salen los clásicos para amantes del buen beber que no se conforman con cualquier cosa

Foto: La familia Artacho fundó Bodegas Riojanas en 1890
La familia Artacho fundó Bodegas Riojanas en 1890

Son riojanos de pura cepa, han crecido entre bodegas y llevan 125 años haciéndose la pregunta del millón: ¿dónde acaba la familia y dónde empieza el trabajo? Esta incógnita no ha impedido que la modesta 'bodeguita' de los Artacho se haya convertido en una de las empresas vinícolas más prestigiosas de España. Ya van por la quinta generación de un negocio que un 'tataratío' fundó en los bajos de la casa familiar.

Los colores cálidos de los viñedos tiñen el paisaje otoñal que rodea Cenicero. Apenas 20 kilómetros separan a Logroño de este pueblo de unos 2.000 habitantes, la cuna del vino con denominación de origen. Sus tierras fértiles son idóneas para que la uva tempranillo alcance su máxima calidad y aporte un toque especial al vino de Rioja, ese mismo vino que los bodegueros preparan con mucho mimo en los túneles subterráneos del pueblo.

Aquí hay tantas bodegas como casas antiguas, pero no hay ninguna tan grande como la que dirige Santiago Frías. No hace falta ni abrir los ojos para saber que estamos en tierra de vino. Su intenso aroma está presente en las cinco plantas plagadas de barricas y botellas, donde reposan los futuros Reserva y Gran Reserva de marcas como Puerta Vieja, Viña Albina y Monte Real. “Ahora se ha vuelto a los vinos más clásicos, en los que no predomina tanto el alcohol”, explica Frías a este periódico.

Vinos 'food-friendly'

¿Qué buscan los consumidores actuales? Disfrutar de una buena comida con una copa de vino en la mano, o así lo ve el director de Bodegas Riojanas. Los vinos con estructura alcohólica densa o demasiado contundentes ya no están de moda.

Nosotros no elaboramos vino pensando en la bebida como tal, sino en que tiene que acompañar a la comida y no sobreponerse a ella

Frías lo llama 'food-friendly', aunque podría llamarlo 'friendly' a secas. Muchos conciben el vino como esa sustancia ideal para hacer nuevas amistades o cultivar las ya existentes. “No estamos vendiendo tornillos sino productos con sentimiento. Que venga una persona y te diga que su padre siempre tomaba Viña Albina en Navidades o que bebió uno de tus vinos en su boda es lo más gratificante”.

Innovación y tradición no están reñidas

La seña de identidad de Bodegas Riojanas es su capacidad para aunar innovación y tradición. Su departamento de I+D+i trabaja para optimizar los procesos de envejecimiento del vino con un concepto siempre en mente: que sea natural. Nada de productos químicos. La higiene de las 26.000 barricas escrupulosamente etiquetadas donde reposan los vinos es fundamental.

“España es puntero en higienización de barricas. Nosotros adquirimos unas 3.000 al año, entre el 2% y 3% de las que se compran en este país”, explica Pablo Orio, enólogo y director del departamento de I+D+i. ¿Cómo innova una empresa centenaria? “El secreto está en conjugar el respeto por las tradiciones con nuevos sistemas que mejoran la calidad del vino año a año”, añade Frías.

Todo queda en familia. ¿O no?

Finales del siglo XIX. Tres personas deciden cambiar de sitio la bodega del domicilio familiar y ponen en marcha un negocio pionero en la denominación de origen Rioja, creada en 1925. Quince años más tarde, se convierte en Sociedad Anónima con un capital inicial de dos millones de pesetas y acomete la primera de nueve ampliaciones. Hoy cuenta con una plantilla fija de 85 empleados de los que ya pocos son familiares.

Bodegas Riojanas comienza a cotizar en bolsa en 1997, con buena parte del accionariado en manos de los descendientes. La empresa familiar se enfrenta a nuevos retos como mantener su visión a largo plazo sin dejar de lado las exigencias de los inversores. En palabras de su actual director, lo más difícil es diseñar una estrategia de futuro y gestionar un equipo en el que algunos trabajadores se ven las caras en las cenas familiares.

Se complica un poquito porque a veces no sabes dónde acaba la familia y dónde empieza el trabajo

Seguro que a muchos lectores se les vienen a la cabeza los dos clanes enfrentados de la serie 'Gran Reserva' de TVE, ambientada en la campiña riojana. Aunque la historia que hay detrás de esta empresa seguramente no sea así de melodramática, queda claro que gestionar un negocio cuando hay familia de por medio no es tarea fácil.

Capeando el temporal

El sector vinícola tampoco ha logrado esquivar los golpes de la crisis. “La hemos sufrido como cualquier otro sector, pero nuestras exportaciones nos han ayudado a sobrevivir”. Frías admite que la demanda en el mercado interior se ha resentido y los márgenes de beneficio ya no son lo que eran antes de la crisis, pero prefiere mirar la parte positiva: al consumir menos vino, “el cliente se ha dejado de tanto experimento” con otras marcas menos consolidadas.

Muchos recurren a lo clásico, al vino de toda la vida. Eso es lo que ha situado la empresa en una posición de ventaja frente a otras marcas menos asentadas en el mercado. “Siempre ofrecemos el mismo estilo: vinos que sabes que no te van a fallar”, presume Frías. Para ello procuran que no haya grandes altibajos de un año a otro, aunque los dientes de sierra no se lo ponen fácil. ¿Y eso qué es?

Malas cosechas que se traducen en subida de precios, consumidores molestos, caída de ventas, exceso de existencias, desplome de precios y vuelta a empezar. Es el ciclo de la vida vitivinícola. No son las únicas crisis que han azotado a la empresa. La enorme conflictividad social de los años veinte y los devastadores efectos de la Guerra Civil hicieron mella en sus ventas.

¿Dónde quedó la merienda de pan y vino?

Las costumbres cambian y ya no quedan niños que tomen pan con azúcar y vino para merendar. Tampoco hay monjes que tengan su propio viñedo para cultivar 'la sangre de Cristo'. El consumo de vino ha caído de forma radical en el último siglo. Ahora se bebe mucho menos pero se bebe mejor, a juicio del director de Marketing de Bodegas Riojanas, Raúl García Polanco. “El consumo de vino de calidad ha aumentado”, asegura.

Por eso Bodegas Riojanas insiste en la necesidad de elaborar un vino fino y fácil de beber. Todo sea para atrapar a esos clientes exigentes a los que no les vale cualquier cosa para brindar en los momentos importantes de su vida.

Son riojanos de pura cepa, han crecido entre bodegas y llevan 125 años haciéndose la pregunta del millón: ¿dónde acaba la familia y dónde empieza el trabajo? Esta incógnita no ha impedido que la modesta 'bodeguita' de los Artacho se haya convertido en una de las empresas vinícolas más prestigiosas de España. Ya van por la quinta generación de un negocio que un 'tataratío' fundó en los bajos de la casa familiar.

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