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Las cinco grandes amenazas que acechan a la recuperación del precio de la vivienda
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Las cinco grandes amenazas que acechan a la recuperación del precio de la vivienda

Con uno de cada dos jóvenes en paro, sueldos mileuristas y un peligroso aumento de la temporalidad, el escenario que se abre para el negocio residencial apunta a un largo estancamiento de precios

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Los indicadores positivos que ha empezado a arrojar el sector inmobiliario, como la subida del 4% del precio de la vivienda en julio, han desatado los mensajes triunfalistas en torno al sector. Si a esto se suman las cifras de inversión récord del último año, en gran parte gracias a las socimis y a su necesidad de comprar activos, y el creciente interés de los fondos extranjeros por adquirir suelos e inmuebles, parece lógico afirmar que, tras siete años de vacas flacas, ha llegado el momento de las gordas. Pero cuidado, porque esta bíblica interpretación de los sueños puede convertirse en pesadilla.

Hablar del sector inmobiliario como un todo es como tratar de asemejar a un noruego con un español por el mero hecho de que ambos son europeos. La realidad es que se trata de un mercado muy dispar, tanto por tipos de negocio -oficinas, retail, alquiler, promoción…- como por situación geográfica -no es lo mismo la ciudad que la costa, ni Madrid que Almodóvar del Campo-. A partir de esta reflexión, lo lógico es hacer un análisis detallado sobre la realidad concreta de la que estamos hablando antes de trasladar al precio de las casas cualquier indicador positivo del sector inmobiliario.

Y la realidad del negocio residencial puro, el castizo “comprarse una casa para vivir”, se enfrenta a serias amenazas. Su futuro, en lo que al precio de las viviendas se refiere, dependerá, en gran parte, de cinco factores macroeconómicos que van a condicionar tanto la demanda de vivienda como el poder de compra de los españoles a corto plazo. Son éstos:

1-. Paro juvenil: La demanda natural del mercado inmobiliario tiene en los jóvenes que se emancipan, ya sea solos o con pareja para formar una familia, su bolsa principal de compradores, un saco roto desde hace ocho años, es decir, desde que estalló la crisis y la lacra del paro empezó a cebarse con ellos, cuya tasa de desempleo sigue rondando el 50%, es decir, que uno de cada dos jóvenes carece de un puesto de trabajo. Y, sin empleo (770.000 menores de 25 años carecen de él, según la última EPA), ¿quién puede comprarse una casa?

2-. Bajos salarios: Estrechamente ligada al punto anterior está la variable de los sueldos. Al disparado paro que continúa arrastrando España (la tasa de todo el país continúa en un escandaloso 22,4%), debe sumarse que quienes encuentran un empleo lo hacen con unas condiciones poco ventajosas. Como muestra, dos botones. El primero, que el 94% de las nuevas contrataciones son temporales, una tarjeta de presentación difícil de casar con la concesión de una hipoteca, que requiere ingresos estables. El segundo, los apenas 15.500 euros brutos al año del salario más común en España; o los también reducidos 22.697 euros del medio, según los últimos datos del INE. Si a estos datos se suma que los contratos temporales, los que están proliferando, son un 30% inferiores de media, las expectativas sobre el poder adquisitivo de los españoles, al menos a corto plazo, no son precisamente halagüeñas.

3- Famélico poder de compra: Si se respetan los criterios de prudencia que recomiendan limitar a un tercio de los ingresos netos la letra de una hipoteca, un joven con el sueldo más común en España (15.500 euros brutos anuales) que se emancipe debería adquirir una vivienda cuya letra apenas fuera de 333 euros al mes; y si lo hace en pareja, de 666 euros, ya que estamos hablando de dos mileuristas netos mensuales. Tomando como referencia una hipoteca a 20 años a un tipo medio del 3% (sumando euribor y diferencial) significa que su compra deberá limitarse a entre 100.000 y 150.000 euros (y eso, partiendo de la base de un ejercicio de ahorro previo que le permitiera dar la recomendada entrada del 20% para sólo hipotecarse por el 80%).

4- Cambios demográficos y sociales: La suma de globalización y elevado desempleo en España está haciendo que el número de jóvenes que opta por buscar una oportunidad laboral fuera de nuestras fronteras se haya disparado. Cada vez más voces advierten de que esta fuga de talento va a continuar, tanto porque nuestro país va a tardar mucho en recuperar unos niveles de empleo sanos y competitivos salarialmente, como por el cambio sociocultural de las nuevas generaciones, para quienes la movilidad geográfica va a formar parte de su ADN, lo que irá en contra del tradicional y castizo deseo español de echar raíces y comprar una vivienda. A esto se suma la caída de la natalidad (lleva años moviéndose en torno a 1,5 hijos por pareja) lo que hace que cada vez haya menos jóvenes que se emancipen (aunque este fenómeno se ha visto en parte compensando por el aumento de los divorcios y la necesidad de buscar una nueva vivienda).

5- 'Stock': Después de ocho años de crisis, se estima que continúa habiendo un stock de medio millón de viviendas vacías esperando comprador. A esto se suma el renovado apetito de los grandes fondos internacionales por promover vivienda en nuestro país, y el progresivamente reactivado mercado de segunda mano, que, de hecho, es el que está liderando los primeros indicadores de mejora del mercado. Estos tres factores unidos generarán que, probablemente, haya más oferta que demanda, en términos generales. Lo que ocurrirá, (ya está ocurriendo) es que la oferta nueva será muy selectiva y escasa), lo que amenaza con abrir una creciente brecha entre la vivienda nueva de calidad y a precios ajustados en zonas demandas, con la de segunda mano tradicional. De hecho, en el último año, la diferencia de precio del metro cuadrado entre las viviendas con más y menos de cinco años de antigüedad es del 20%, cuando en las última década siempre había ido en paralelo.

Los indicadores positivos que ha empezado a arrojar el sector inmobiliario, como la subida del 4% del precio de la vivienda en julio, han desatado los mensajes triunfalistas en torno al sector. Si a esto se suman las cifras de inversión récord del último año, en gran parte gracias a las socimis y a su necesidad de comprar activos, y el creciente interés de los fondos extranjeros por adquirir suelos e inmuebles, parece lógico afirmar que, tras siete años de vacas flacas, ha llegado el momento de las gordas. Pero cuidado, porque esta bíblica interpretación de los sueños puede convertirse en pesadilla.

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