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"Aquello estaba deseando ocurrir": últimas 48 horas de Banco Madrid
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CRONOLOGíA DE LA INTERVENCIón

"Aquello estaba deseando ocurrir": últimas 48 horas de Banco Madrid

"Pepe, creo que no nos estamos entendiendo". Lunes 9 de marzo cerca de las 20:00. A un lado del teléfono hablaba Paco Monzón. Del otro, un incrédulo presidente que desconocía su futuro

Foto: La entrada a la sede principal de Banco Madrid. (Foto: Pablo López Learte)
La entrada a la sede principal de Banco Madrid. (Foto: Pablo López Learte)

"Pepe, creo que no nos estamos entendiendo". Eran cerca de las ocho de la tarde del lunes 9 de marzo. A un lado del teléfono hablaba Francisco Monzón, responsable de uno de los equipos de inspección (III) del Banco de España. Al otro, perplejo y algo distraído, escuchaba José Pérez, presidente de Banco Madrid. Como es costumbre, la conversación entre supervisor y supervisado discurrió en términos de confianza y camaradería, ya que el ejecutivo de la entidad (filial del andorrano BPA) es un antiguo hombre de la casa, donde durante años fue el director general de Inspección bajo la batuta de Mariano Rubio. Esta vez, sin embargo, la urgencia redujo las cortesías a mínimos. "¿Estás al corriente de los rumores que hay en el Ministerio de Economía?".

El devenir de ese lunes giró a kafiakano en cuestión de minutos. Pasadas las siete de la tarde, un responsable del área jurídica de Banco Madrid recibió las conclusiones del anhelado informe del SEPBLAC que llevaba meses cocinándose. No en vano, la visita in situ de esta unidad dependiente del Ministerio de Economía había concluido a comienzos de julio de 2014. A la vuelta del verano y sin explicación aparente, el resultado del trabajo seguía haciéndose de rogar de forma misteriosa. Por ese motivo, Pepe Pérez recibió la noticia como una buena nueva mientras paseaba por el Paseo de Recoletos junto a un grupo de personas que acompañaba al escritor cubano Leonardo Padura, de paso por Madrid para presentar su libro "Aquello estaba deseando ocurrir".

El grado de confusión empezaba a ser mayúsculo. Fue entonces cuando Monzón trató de explicar a Pérez lo que sabía de oídas, pero que no había visto por escrito

A través del móvil, el presidente de Banco Madrid descargó de su correo el informe y repasó las conclusiones. No había sorpresas. Con las mismas, llamó de vuelta a su colaborador y ordenó que remitiera el trabajo del SEPBLAC al subgobernador del Banco de España, Fernando Restoy. La filial del andorrano BPA llevaba meses pendiente de cerrar ese frente, aunque no era urgente. Con el supervisor bancario tenía entre manos temas más importantes, como por ejemplo la compra de la gestora de fondos de Cajamar (antes ya adquirió al FROB las gestoras de Banco Valencia, Liberbank y BMN), la venta de su negocio de depositaría o la forma de desprenderse de su filial en Panamá. Aunque esa tarde, los planes pasaban por disfrutar de la charla con Padura.

A los pocos minutos, la asistente del subgobernador telefoneó a Pepe Pérez. Era una llamada de cortesía para confirmar el acuse de recibo y excusar a Restoy, que se encontraba fuera de España. Todo seguía un guión convencional hasta que el presidente de Banco Madrid atendió su móvil para contestar a Mariano Herrera, a la sazón director general de Inspección del Banco de España. Al otro lado, sin embargo, el interlocutor era Francisco Monzón. "Buenas tardes, Pepe. Soy Paco. Estoy con Mariano en su despacho. Mándanos también a nosotros el informe del SEPBLAC, por favor". Y acto seguido, el trabajo de la unidad de inteligencia financiera que reporta al secretario de Estado de Economía, Iñigo Fernández de Mesa, les llegaba por correo electrónico.

El grado de confusión empezaba a ser mayúsculo. Fue entonces cuando Monzón trató de explicar a Pérez lo que sabía de oídas, pero que todavía no había visto por escrito. Se refería a una nota informativa del Financial Crimes Enforcement Network (FinCEN) del Departamento del Tesoro de EEUU sobre la matriz andorrana BPA, que podía guardar relación con el contenido del informe del SEPBLAC respecto a su filial Banco Madrid. "Es mejor que te veas con ellos". A modo de recomendación, esas fueron las últimas palabras que los inspectores del Banco de España dirigieron a su compañero de cuerpo, dándole a entender que ellos iban a ser un convidado de piedra en los inminentes acontecimientos que ya podían imaginarse.

Con el supervisor bancario en claro fuera de juego, Pepe Pérez contactó con el director ejecutivo del SEPBLAC, José Manuel Vega, para verse con él a la mañana siguiente. Quedaron a primera hora, pero el responsable de esta unidad de inteligencia (dirigida históricamente por un inspector del Banco de España) prefirió que el encuentro con el presidente de Banco Madrid tuviera lugar en una cafetería fuera de las dependencias oficiales. Allí, el alto funcionario explicó de forma muy sucinta al veterano financiero cuál iba a ser la hoja de ruta. Ya no había posibilidad de marcha atrás ni oportunidadde nuevas explicaciones. La maquinaria estaba activada. Aquello estaba deseando ocurrir.

A partir de ese momento, Banco Madrid ya tiene escrito su futuro. Solo queda esperar a la ejecución del plan previsto por Economía

A partir de ese momento, Banco Madrid ya tiene escrito su futuro. Solo queda esperar a la ejecución del plan previsto por Economía. Pepe Pérez no se ve plantando batalla. Sabe que es inútil. Tiene claro que es una decisión política, por lo que prefiere no hacerse preguntas sobre cuestiones técnicas. No en vano, su primera impresión del informe del SEPBLAC había sido positiva. La propia entidad había entregado durante la inspección toda la información requerida sobre sus clientes chinos y venezolanos, una referencia que habría sido mucho más amplia tres años antes, cuando BPA fue autorizado por el Banco de España para comprar la que entonces era marca de Kutxa para hacer banca privada y así operar con ficha bancaria española.

Formar parte del sistema había obligado a Banco Madrid a ajustarse a exigencias antes innecesarias bajo el modelo andorrano. Esa era sobre todo la tarea que correspondía a Pepe Pérez como presidente. Precisamente, su mandato al frente de la entidad expiró a finales de 2014. Entonces, ningún compañero del Banco de España le advirtió sobre la inconveniencia de renovar en el cargo. Más aún, promovió a su conocida Soledad Núñez, exdirectora general del Tesoro y exsubgobernadora del Banco de España con el PSOE, para que entrara a formar parte del consejo de administración del banco a partir de 2015, aunque no fue el único candidato, pues también formó parte de la terna el exministro Jordi Sevilla.

Quién no ha podido resistir la tentación de pedir explicaciones ha sido la economista pacense, que días después de la intervención y de la declaración de concurso para su liquidación telefoneó a Iñigo Fernández de Mesa. Más que esperar una respuesta aclaratoria, la llamada fue una especie de reproche. Recordó al secretario de Estado de Economía el poco tiempo que hacía pasado, cuando era él quien llamaba al despacho de Soledad Núñez para pedir una participación en las emisiones de deuda que organizaba entonces desde la Dirección General del Tesoro. Para entonces, Pérez y el resto de consejeros ya habían acordado con el Banco de España que serían sustituidos de sus cargos, evitando así el escarnio del cese o dimisión.

Aunque su nombre nunca sale a colación, siempre se refieren a él de forma indirecta, todos los afectados de Banco Madrid coinciden en señalar al ministro Luis de Guindos como urdidor en la sombra de esta intervención tan extraordinaria. La versión ofrecida por el Ministerio de Economía de manera oficial y de forma oficiosa a través de los medios no convence, por gruesa e incongruente, a ninguno de los protagonistas. Tal vez, lo que a ojos de Pepe Pérez y de su equipo ha sido una sobre actuación desmedida a un simple warning de EEUU (dos semanas después dijo que su actuación contra BPA no incluye sanción económica) esconde asuntos más sustanciosos que la fortuna de los Pujol. Igual tiene que ver con el dinero oculto del difunto líder de Venezuela.

"Pepe, creo que no nos estamos entendiendo". Eran cerca de las ocho de la tarde del lunes 9 de marzo. A un lado del teléfono hablaba Francisco Monzón, responsable de uno de los equipos de inspección (III) del Banco de España. Al otro, perplejo y algo distraído, escuchaba José Pérez, presidente de Banco Madrid. Como es costumbre, la conversación entre supervisor y supervisado discurrió en términos de confianza y camaradería, ya que el ejecutivo de la entidad (filial del andorrano BPA) es un antiguo hombre de la casa, donde durante años fue el director general de Inspección bajo la batuta de Mariano Rubio. Esta vez, sin embargo, la urgencia redujo las cortesías a mínimos. "¿Estás al corriente de los rumores que hay en el Ministerio de Economía?".

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