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Los ‘olvidados’ de Fagor
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EXTRABAJADORES LUCHAN POR SUS DERECHOS

Los ‘olvidados’ de Fagor

Hace año y medio que Mondragón dejó caer a su emblema, Fagor. Hoy queda un 20% de empleados por reubicar y 1.100 socios piden que se les devuelva el dinero que pusieron para salvar la empresa

Foto: Afectados por las aportaciones voluntarias de Fagor durante una manifestación. (Efe)
Afectados por las aportaciones voluntarias de Fagor durante una manifestación. (Efe)

Como un matrimonio mal avenido, Fagor y la Corporación Mondragón acabaron emprendiendo un camino por separado allá por octubre de 2013, cuando los problemas económicos del primero le arrastraron a un concurso de acreedores traumático. Traumático porque era la primera empresa de una forma jurídica tan idílica como una corporación que caía en quiebra. Entonces los focos se dirigieron a los trabajadores, también socios, a los que había que recolocar en las otras empresas de la agrupación. Hoy, según fuentes de la corporación Mondragón, el 80% de aquellos 1.895 afectados ya tienen una solución, pero aún quedan en el limbo el 20%; 379 personas siguen en una agónica espera.

La cooperativa prevé solucionar el futuro de estos más de 300 trabajadores -con su reubicación o prejubilación- en un máximo de dos años. “Las reincorporaciones se están haciendo a buen ritmo pero sigue habiendo muchos compañeros que están pendientes; para nosotros más de dos personas es mucho”, apunta Ángel Ramos desde UGT. Según denuncia la asociación Ordaindu Elkartea -que engloba a trabajadores de las dos empresas que entraron en concurso de acreedores, Fagor Electrodomésticos y Edesa- los que han sido recolocados han ocupado puestos de personal eventual, que se ha ido a la calle, y están cobrando un 80% de su sueldo.

Esta asociación, que pide la igualdad de condiciones para los trabajadores, tiene abierto otro frente que van a llevar a los juzgados: recuperar el dinero que los socios aportaron a Fagor para intentar salvar la compañía.

Unas 1.100 personas pusieron un total de 50 millones de euros entre las plantas de Arrasate y Basauri. Lo hicieron mediante aportaciones especiales, préstamos mercantiles y aportaciones voluntarias, unos productos que les permitían recuperar su inversión una vez que se dieran de baja como socios. De media, llegaron a poner entre 30.000 y 40.000 euros, “los ahorros de toda una vida”, según cuenta Naiara Herrero, miembro de la Junta de la asociación que engloba a los pequeños acreedores.

Pero tras la caída de la empresa de electrodomésticos, nadie les devuelve sus ahorros. “Les dejas el dinero para apoyarles y ahora nos dejan sin nada. Hay verdaderos dramas, de gente que ni tiene trabajo ni tiene su dinero”, apunta Herrero. Se han manifestado por activa y por pasiva, cortando incluso la carretera de acceso a Mondragón. Pero la corporación ya ha confirmado en varias ocasiones, y así se lo ha hecho saber a El Confidencial, que ellos no pueden hacer nada. Los trabajadores han decidido acudir a los juzgados porque, reclaman, ya pidieron lo que era suyo antes de la quiebra y, según los estatutos, debían devolvérselo en el plazo de un mes desde la petición. Pero, saltándose las reglas, no vieron un duro.

“Las institucioness no entienden cómo una corporación nos puede estar haciendo esto. ¿Hacia dónde se dirige la cooperativa con estos valores?”, se lamenta Herrero ante la falta de diálogo con Mondragón. No será lo único que denuncien en los tribunales. El presidente de la Ordaindu, Mikel Olabe, defiende que el cooperativismo tiene que basarse en “honestidad y verdad” y critica que muchos directivos de Fagor acabaron en Cata antes o después de la quiebra, es decir, en la empresa que salió al rescate de los electrodomésticos.

Sin embargo, sus sensaciones son positivas. Están convencidos de que acabarán recuperando su dinero “primero porque tenemos razón; segundo porque no van a aguantar tanta movilización y tercero porque la sociedad está cambiando, la corrupción y las malas prácticas están saliendo a la luz”, señala Olabe.

Fagor y Mondragón, por su lado

Fagor CNA Group, la nueva Fagor, vive alejada de los problemas de la corporación -incluido éste- para seguir una senda de números en verde. Afronta 2015 con una cara muy optimista. El pasado mes de febrero, el presidente del grupo, Jorge Parladé, anunciaba que su plantilla aumentará en el segundo y tercer trimestre de este año en “unos cuantos centenares” de personas. Su previsión es facturar 200 millones de euros este año y llegar a los 400 millones en 2016.

Las buenas noticias llegaban antes, en octubre de 2014, cuando se cumplía un año de la caída de la firma. En ese aniversario, Fagor conseguía arrancar la producción en sus plantas de Guipúzcoa. Y este mismo mes de marzo lo hará también en Basauri (Vizcaya), con la fabricación de lavadoras de alta gama, aunque se hará de manera provisional porque se trasladará a Guipúzcoa.

Por su parte Mondragón, decidía terminar el año pasado poniendo una venda en su herida. La corporación establecerá en el futuro más exigencias y pedirá más rigor a la hora de asignarle fondos económicos para rescatar a cooperativas con problemas de competitividad. La idea es no volver a perder otro símbolo de la cooperativa a manos de las garras económicas.

Como un matrimonio mal avenido, Fagor y la Corporación Mondragón acabaron emprendiendo un camino por separado allá por octubre de 2013, cuando los problemas económicos del primero le arrastraron a un concurso de acreedores traumático. Traumático porque era la primera empresa de una forma jurídica tan idílica como una corporación que caía en quiebra. Entonces los focos se dirigieron a los trabajadores, también socios, a los que había que recolocar en las otras empresas de la agrupación. Hoy, según fuentes de la corporación Mondragón, el 80% de aquellos 1.895 afectados ya tienen una solución, pero aún quedan en el limbo el 20%; 379 personas siguen en una agónica espera.

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