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El patrimonio del patriarca del Santander
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seis hijos se reparten LA herencia millonaria

El patrimonio del patriarca del Santander

Emilio Botín ya forma parte de la historia financiera de este país. Su obra y su fortuna, sin embargo, siguen presentes entre sus seis herederos directos

Emilio Botín ya forma parte de la historia financiera de este país. Su obra y su fortuna, sin embargo, siguen presentes entre sus herederos. Seis hijos se reparten el milmillonario patrimonio, aunque sólo uno de ellos, la primogénita Ana Patricia Botín, ha ocupado el sillón presidencial del Banco Santander, la entidad vinculada a la familia durante cinco generaciones. El financiero cántabro, que falleció el pasado miércoles a los 79 años de edad tras sufrir un infarto al corazón en su domicilio, multiplicó con creces el legado de sus antepasados, hasta convertir un pequeño banco doméstico en uno de los diez más grandes del mundo en menos de tres décadas.

Hablar de la fortuna de Emilio Botín no es una ciencia exacta. Todo queda referido al mundo de las aproximaciones en torno a la escasa información pública existente y al escrutinio anual que la revista estadounidense Forbes hace de las personas más ricas del mundo. En base a este baremo, el financiero cántabro figuró por última vez en este ranking en 2012, año en el que le atribuyó un patrimonio aproximado de 1.100 millones de euros, gracias sobre todo a su participación en Banco Santander, que durante años ha oscilado en torno al 0,4% del capital y que antes de la crisis, por ejemplo, en 2007, hizo que su fortuna estimada fuera de más de 2.200 millones.

A pesar del ajuste bursátil como consecuencia de la crisis del sistema financiero, Emilio Botín se cayó de la lista Forbes en 2013 por otro motivo bien distinto. A finales del año anterior, el banquero repartió el grueso de su participación personal directa entre sus hijos, manteniendo en propiedad algo más de seis millones de títulos, equivalentes a un 0,065%, una participación testimonial que no sirve ya como dato fidedigno para calcular su fortuna. Aun así, ese año, en su particular clasificación de los ricos españoles, el diario El Mundo atribuyó a la familia Botín un patrimonio de 1.600 millones, ocupando el octavo lugar de la lista comandada por Amancio Ortega.

En total, según el último informe de gobierno corporativo disponible (2013), la familia Botín controla directa o indirectamente (a través de la fundación familiar) un 1,542% de Banco Santander. De esta manera, al valor actual de mercado, con una capitalización de 92.128 millones de euros, la participación familiar alcanza los 1.400 millones. Todas estas aproximaciones a la dimensión de la fortuna giran en torno al banco de la llama y a los reportes obligatorios sobre su participación accionarial. Sin embargo, el grueso de su patrimonio es en el fondo todo un misterio y se escapa al conocimiento incluso de la propia revista Forbes. ¿A cuánto asciende?

Sin ir más lejos, hasta hace bien poco, ni la propia Agencia Tributaria sabía a ciencia cierta cuánto dinero manejan los Botín. A mediados de 2011, la familia se avino a regularizar su situación fiscal con el Ministerio de Hacienda, con quien acordó pagar 200 millones de euros, después de saberse que eran clientes con cuentas no declaradas del HSBC en Suiza. Según publicó este diario, el patrimonio oculto hasta entonces vinculado a Emilio, Jaime Botín y los hijos de ambos superaría los 2.000 millones, una cantidad muy superior al valor de toda su participación en el banco y que atribuyeron a una herencia familiar con origen en el comienzo de la Guerra Civil.

Tampoco se conoce el valor aproximado de las obras de arte que la saga de banqueros ha acumulado a lo largo de generaciones y que administran a través de una fundación, figura jurídica que permite al patrimonio bajo esa estructura no tributar por impuesto de sucesiones. Se sabe, al menos, que está compuesta por una colección de más de 1.000 piezas entre los siglos XVI y XX, con varios géneros artísticos y obras maestras de autores como El Greco, Zurbarán, Murillo, Chillida… y hasta un Velázquez, según corresponde a la última pieza en sumarse a esta familia, "La educación de la Virgen", un lienzo atribuido in extremis al genial pintor sevillano.

Además del arte, la saga cántabra ha confiado también una parte de su fortuna al mundo financiero e inmobiliario. Para ello, los guardianes de sus inversiones han sido siempre altos directivos del banco que gozaban de la más absoluta confianza de Don Emilio. Durante años y bajo la más absoluta discreción, esa tarea se la han repartido entre Gonzalo Milans del Bosch, responsable en Santander Asset Management, para la parte de gestión de activos financieros, y Juan Ignacio Ruiz de Alda, durante años al frente de Luresa, la instrumental a través de la cual la familia realiza inversiones inmobiliarias repartidas por todo el mundo.

A pesar del rastro que deja el dinero, poco se sabe de las inversiones de Emilio Botín más allá del Banco Santander. Sólo algunas propiedades del clan en residencias, fincas e inmuebles repartidos por toda España han trascendido, como la casa-palacio de El Promontorio, el Hotel Real o la Quinta Maza, ambos ubicados en su tierra natal. También en Cantabria, a 30 kilómetros de la capital, está la finca familiar de Puente de San Miguel, donde Emilio Botín padre encargó al arquitecto Fernando Chueca construir el mausoleo familiar donde el jueves fue enterrado Emilio Botín. Queda un legado millonario y el secreto de cómo hacer dinero.

Emilio Botín ya forma parte de la historia financiera de este país. Su obra y su fortuna, sin embargo, siguen presentes entre sus herederos. Seis hijos se reparten el milmillonario patrimonio, aunque sólo uno de ellos, la primogénita Ana Patricia Botín, ha ocupado el sillón presidencial del Banco Santander, la entidad vinculada a la familia durante cinco generaciones. El financiero cántabro, que falleció el pasado miércoles a los 79 años de edad tras sufrir un infarto al corazón en su domicilio, multiplicó con creces el legado de sus antepasados, hasta convertir un pequeño banco doméstico en uno de los diez más grandes del mundo en menos de tres décadas.

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