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El auditor exige a Fabra dar por perdidos los 15 millones por las torres de Calatrava
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LA CIUDAD DE LAS ARTES PRESENTA SUS CUENTAS

El auditor exige a Fabra dar por perdidos los 15 millones por las torres de Calatrava

La Ciudad de las Artes y las Ciencias tendrá que dar por perdidos los 15 millones pagados a Calatrava para el proyecto de las torres, según insta el auditor.

Foto: Proyección de las tres torres que nunca se construyeron
Proyección de las tres torres que nunca se construyeron

Corría el año 2004. Tiempos de vacas gordas. La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y el entonces presidente de la Generalitat, Francisco Camps, presentaban el complejo de la Ciudad de las Artes, con sus correspondientes rascacielos. Hasta tres flamantes torres terminaron por concebirse para presidir el cielo levantino. Una de ellas, la Torre Valencia, estaba destinada a ser la más alta de España, con 308 metros. Siete años después, y sin rastro de los edificios, la Fiscalía Provincial desvelaba que el arquitecto, Santiago Calatrava, había percibido 15 millones por el proyecto. Pasada una década, la auditoría de la sociedad que gestiona el complejo insta a que se den por perdidos.

Y es que, según exponen las últimas cuentas de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, correspondientes al año 2013 y recientemente remitidas al Registro Mercantil, “la sociedad mantiene registrado el coste por valor de 15 millones de euros del anteproyecto realizado por el arquitecto para la construcción de dos torres de oficinas en el complejo”. Según el informe de auditoría, “las expectativas de que dicho proyecto se lleve a cabo son remotas, por lo que dicho importe debería ser deteriorado en su totalidad, reduciendo así el resultado del ejercicio”. La advertencia, que ya se lanzaba en 2012, ha sido ignorada por la sociedad,controlada por el Gobierno valenciano.

Todo un varapalo para unas cuentas que no necesitan precisamente más lastres. No en vano, la empresa perdió el año pasado la friolera de 47,5 millones de euros, guarismo que acerca el agujero a los 150 millones sólo en el último trienio. Por si fuera poco y como recuerda la auditora, la sociedad presentaba un fondo de maniobra negativo por importe de 364 millones, señal de graves problemas de tesorería. A 31 de diciembre de 2012, el faraónico proyecto de la Generalitat se encontraba en causa de disolución, escenario que obligó a acometer una reducción del capital social por 481,45 millones de euros, entre otras medidas, para solventar el entuerto. Detrás de todo, el dinero público.

“Con fecha 30 de marzo de 1999 –explica Auren en su informe de auditoría– Ciudad de las Artes y las Ciencias, S.A. suscribió con su accionista único un convenio de colaboración en virtud del cual la Generalitat se compromete a financiar mediante subvenciones corrientes aquellos gastos de explotación que la sociedad no pudiera cubrir con los ingresos provenientes de su actividad, y a realizar las aportaciones necesarias para ampliar su capital social con el objetivo de mantener el equilibrio patrimonial. De esta forma, la Generalitat apoya financieramente a Ciudad de las Artes y las ciencias, S.A., asegurando una duración ilimitada de su gestión”.

Las estrecheces económicas de la compañía se reflejan también en las relaciones con los acreedores, a los que tarda –de promedio– más de nueve meses en pagar por encima del plazo legal (273 días). Esta cifra se quedaba en apenas 186 días en el ejercicio precedente. Es más, sólo un 17% de los pagos se realizó dentro del periodo que marca la normativa. Ciudad de las Artes y las Ciencias arrastra una deuda con la banca superior a los 345 millones de euros, de los que 47,4 son a corto plazo y deben afrontarse en 2015. La firma, cuyafacturación se mantuvo estable en torno a 29 millones de euros, admite resultados de ventas desfavorables por la crisis económica “pese al interés que sigue despertando el complejo entre el público en general”.

Dudas sobre la externalización

En este marco debe entenderse la iniciativa de la Generalitat de dar un paso atrás en la gestión, un proceso que la empresa detalla en sus cuentas. “La Ciudad de las Artes inició en 2013 un proyecto para la externalización de la explotación de sus actividades, cuya culminación se estima que tenga lugar en 2015”, subraya la memoria, dejando claro que la actual propietaria mantendrá la titularidad de los activos y velará por su imagen, inversiones y conservación de los edificios. Para la auditoría, en todo caso, la nueva hoja de ruta añade más dudas sobre el futuro de la sociedad. “Estas condiciones indican la existencia de una incertidumbre sobre la capacidad de la sociedad para continuar con sus operaciones”, remacha.

Las cuentas también mencionan el incidente acaecido a finales del pasado año, cuando se desprendió parte del revestimiento cerámico de la cubierta, lo que obligó a cerrar el recinto. La auditora también establece una salvedad por este concepto, si bien en este caso la compañía advierte que no ha provisionado el coste estimado de 2,83 millones de euros al hacerse cargo de la reparación la constructora del Palacio de las Artes. “Será un ejemplo de vanguardia y modernidad… y de que nuestra comunidad no debe ir a remolque de nadie”, aseguraba Camps, allá por 2005, en la presentación de las torres. Una reflexión que, leída hoy, cuando menos sonroja.

Corría el año 2004. Tiempos de vacas gordas. La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y el entonces presidente de la Generalitat, Francisco Camps, presentaban el complejo de la Ciudad de las Artes, con sus correspondientes rascacielos. Hasta tres flamantes torres terminaron por concebirse para presidir el cielo levantino. Una de ellas, la Torre Valencia, estaba destinada a ser la más alta de España, con 308 metros. Siete años después, y sin rastro de los edificios, la Fiscalía Provincial desvelaba que el arquitecto, Santiago Calatrava, había percibido 15 millones por el proyecto. Pasada una década, la auditoría de la sociedad que gestiona el complejo insta a que se den por perdidos.

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