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México da un portazo en Repsol y pone en el aire los barcos gallegos de Rajoy y Feijóo
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México da un portazo en Repsol y pone en el aire los barcos gallegos de Rajoy y Feijóo

Tal y como adelantó El confidencial, Pemex ha decidido vender su participación en la española a pocos días de la primera visita del presidente de México a Madrid.

Foto: El astillero ferrolano de Navantia ha ejecutado el corte de la primera chapa de acero para el flotel del Pemex. (EFE)
El astillero ferrolano de Navantia ha ejecutado el corte de la primera chapa de acero para el flotel del Pemex. (EFE)

A su manera, Mariano Rajoy firmó un pacto verbal en el Parador de Pontevedra en el verano de 2012 por el que facilitaría que Pemex, el accionista más antiguo y fiel de Repsol, tuviese un papel más relevante en la gestión de la petrolera a cambio de que la empresa pública mexicana encargase la construcción de una serie de barcos a los astilleros de Galicia para dar trabajo a una industria varada. Hoy, aquel acuerdo entrega la hoja de defunción.

Pemex va a cerrar esta mañana la venta del 7,8% de Repsol (controla el 9,4%) mediante una colocación acelerada entre inversores institucionales. Una operación que se interpreta como la derrota de los dirigentes de la mexicana ante Antonio Brufau, el presidente de la compañía energética española, que desde que descubrió en 2011 el intento de los mexicanos de desbancarle con la ayuda de Sacyr les ha cerrado todas las puertas.

La desavenencia entre las partes, puestas de manifiesto en los consejos de administración y en la última junta general, ha acabado con el portazo de Pemex, que llevaba más de 30 años en el capital del grupo en España. Primero como inversor de Petronor y después como accionista relevante de la actual Repsol. El nombramiento de Josu Jon Imaz como consejero delegado terminó con la poca paciencia que les quedaba, como adelantó El Confidencial el 5 de mayo. La venta de casi todas sus acciones –se queda con un 1,5% a través de derivados– trasciende los desacuerdos entre dos empresas, porque la energética de la mayor economía de Latinoamérica es como el Ministerio de Industria de México, ya que aporta el 7,5% del PIB del país.

Por estos datos tan contundentes, esta salida se lee como un choque entre dos países, que el próximo 9 de junio tienen en la agenda una reunión institucional con la visita a la Moncloa del actual presidente mexicano, Enrique Peña Nieto. Se trata de su primer viaje a Madrid desde que tomó posesión del cargo en diciembre de 2012, acto en el que se dejaron ver algunos de las empresas españolas con más interés allí, como Telefónica, BBVA, Banco Santander, CaixaBank, Iberdrola y OHL.

En estas compañías existe la inquietud de cuál será la actitud de Peña Nieto en relación al capital procedente de España en el histórico proceso de privatizaciones que ha anunciado, especialmente en el sector de las telecomunicaciones y las infraestructuras. Pero donde hay más nervios es en Galicia, ya que Pemex se comprometió a construir dos floteles por cerca de 800 millones de euros.

Alberto Núñez Feijóo, que estuvo en aquella reunión del Parador de Pontevedra con Rajoy, se quedó con la misión de poner en marcha aquella alianza, pero el presidente del Gobierno no movió las piezas para ejecutar la parte que le correspondía, la de trazar el puente a Pemex. Ahora, Feijóo teme que la mexicana se eche atrás.

Aunque el corte de la chapa que supone el inicio de la construcción de los barcos ya está en marcha, en la Xunta creen que Pemex pueden esgrimir que ni Navantia –de carácter público– ni Barreras –privada– pueden obtener los avales bancarios para desarrollar los encargos. Así se especificó en los contratos firmados con Cuetracasas: o habían garantías de solvencia financiera, o no habían barcos. La tensión es tal que el líder gallego del PP asistió días atrás al inicio de esta labor tan básica y manufacturera para dar a entender a sus votantes que los contratos seguían en marcha.

Rajoy también está muy preocupado por la reacción de Peña Nieto porque cualquier paralización –la aprobación de los barcos se retrasó hasta en cinco ocasiones– tendría un efecto muy duro en el sector naval de su tierra. Estas construcciones van a dar empleo a más de 3.000 personas, entre puestos directos e indirectos. En un momento tan delicado desde el punto de vista político y social, al presidente del Gobierno le sentaría muy mal ver movilizaciones en su lugar de origen por promesas incumplidas.

Algunas de las empresas con gran presencia en México ya hicieron ver al Ejecutivo de Rajoy las posibles consecuencias del encontronazo con la economía más vigorosa de Latinoamérica. Pero la escenificación de la colisión se pondrá sobre la mesa en la reunión que Peña Nieto tendrá con el inquilino de la Moncloa los próximos lunes y martes.

A su manera, Mariano Rajoy firmó un pacto verbal en el Parador de Pontevedra en el verano de 2012 por el que facilitaría que Pemex, el accionista más antiguo y fiel de Repsol, tuviese un papel más relevante en la gestión de la petrolera a cambio de que la empresa pública mexicana encargase la construcción de una serie de barcos a los astilleros de Galicia para dar trabajo a una industria varada. Hoy, aquel acuerdo entrega la hoja de defunción.

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