Florentino Pérez lleva al Real Madrid a Irán, donde ACS aspira a contratos millonarios

Florentino Pérez aseguró en su última entrevista pública que “en el palco del Santiago Bernabéu no se hacen negocios, se trasmiten valores”. El presidente del Real Madrid respondía así a los que le acusan de usar el club de fútbol para el beneficio de ACS, la empresa de la que es el primer ejecutivo. Una sospecha que se alimenta con partidos como el que el equipo blanco va a jugar en Irán, un país con escasa tradición futbolística con el que la constructora aspira a obtener contratos millonarios de infraestructuras.

Según ha confirmado el propio Florentino Pérez a la directiva del club de Chamartín, el Real Madrid tiene planeado viajar este verano a Teherán para disputar un partido contra el Persepolis, el club con más seguidores y que ha acabado segundo en la liga local. Fuentes de la entidad persa también han señalado que “nuestros representantes en España han negociado con los dirigentes del Real Madrid y hemos alcanzado un acuerdo inicial”.

Pérez sostiene que Irán es una potencia futbolística en su región, como demuestra su clasificación para el próximo Mundial de Fútbol de Brasil. Con Carlos Queiroz como seleccionador, el primer entrenador en el que confió Florentino para acabar con la etapa de Vicente del Bosque, la nación islámica jugará su cuarta Copa del Mundo tras las experiencias de Argentina 78, Francia 98 y Alemania 2006, torneos en los que ganó un partido, empató dos y perdió seis.

Falta por decidir cuándo se celebra el partido en el Azadi Stadium de la capital, puesto que, precisamente la disputa del campeonato mundial comprime el calendario de amistosos de verano. Pérez quiere ir a Teherán con la mayoría de las estrellas del Real Madrid, pero dependerá de hasta dónde lleguen sus respectivas selecciones para saber en qué fechas podrían desplazare las estrellas blancas al país del Golfo Pérsico. Unos resultados que influirán en la pretemporada que comenzará en Los Ángeles (Estados Unidos) y estará condicionada por los dos encuentros de la Supercopa de España.

Sin embargo, fuentes empresariales y otras próximas a la directiva blanca sostienen que el viaje a Irán trasciende lo puramente futbolístico. Aseguran que Florentino Pérez quiere llevar al Real Madrid para tender puentes con el nuevo Gobierno musulmán de Hassan Rohani, un clérigo moderado que sustituyó el pasado año al radical Mahmoud Ahmadinejad. El nuevo presidente musulmán se ha comprometido con Estados Unidos a desactivar el programa nuclear que tenía en vilo a Occidente, medida que se va a traducir en la financiación por parte de la Casa Blanca de un programa de modernización de infraestructuras en el país.

Un plan billonario

El plan incluye la construcción de carreteras, puertos, aeropuertos y hospitales por cerca de dos billones de euros, un manjar que ACS y el resto de constructoras españolas, como FCC, Ferrovial, Sacyr y OHL quieren degustar para seguir buscando grandes contratos en el exterior que compensen la paralización de la obra pública en España.

El pasado mes de marzo, Jesús Benegas, presidente de CEOE Internacional, indicó tras reunirse con el embajador de la República Islámica de Irán, Morteza Saffari Natanzi, que el país es una economía en desarrollo, que tiene que ser potenciada con inversiones en infraestructuras y con la participación público-privada (PPPs) para sostener el crecimiento. Benegas resaltó la visita del vicepresidente de Irán, Mohamed Ali Nayafi, el pasado enero a Madrid, así como el viaje realizado por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, al Golfo Pérsico, con el fin de facilitar los intercambios comerciales entre ambos países.

Fuentes empresariales aseguran que a Teherán ya se han desplazado varios primeros ejecutivos de compañías cotizadas, como Josep Piqué, consejero delegado de OHL, donde se han encontrado con la inesperada próxima visita del Real Madrid al país de los ayatolás. Un encuentro que, asimismo, ha provocado extrañeza en miembros de la directiva del club blanco al considerar que, pese a la apertura del régimen islámico, se trata de un país con un importante déficit en seguridad.