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Juan Abelló imita a Amancio Ortega y prepara su salto al sector inmobiliario
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PERFIL CONSERVADOR Y PATRIMONIAL

Juan Abelló imita a Amancio Ortega y prepara su salto al sector inmobiliario

Juan Abelló, una de las primeras fortunas del país, ha decidido ampliar su abanico inversor y arranca 2014 decidido a colocar su dinero en activos inmobiliarios

Foto: Fotografía de archivo del empresario Juan Abelló (i). (EFE)
Fotografía de archivo del empresario Juan Abelló (i). (EFE)

No quiere perder comba. Juan Abelló ha decidido ampliar su abanico inversor a un sector que tenía abandonado. El financiero madrileño, una de las primeras fortunas del país, arranca 2014 decidido a colocar parte de su dinero en activos inmobiliarios, convencido del momento de oportunidad existente. Cansado de la exposición pública y de líos de gobernanza (liquidó su participación en Sacyr con pérdidas de 100 millones de euros), el dueño de Torreal, la gestora de su patrimonio familiar, quiere la tranquilidad del buen ladrillo.

Sin prisa, pero sin pausa, los lugartenientes Pedro del Corro y José Díaz-Rato se han puesto ya manos a la obra. Aunque desde Torreal (Saba, CVNE, Talgo, Zed, Pepe Jeans…) no se ha encargado ningún mandato para adquirir un lote de activos inmobiliarios, el mercado ha recibido ya la disposición de Abelló para desembarcar en el sector del ladrillo. Y como es habitual, lo hará con un perfil conservador y patrimonial, como gusta a las fortunas familiares, que recurren a inmuebles con generación de rentas para diversificar su perfil de riesgo.

En este contexto, Abelló ha rechazado la invitación a participar en la toma de Colonial, la primera gran inmobiliaria sujeta al interés de dinero nuevo. La operación encabezada por Villar Mir tiene un componente oportunista, con riesgo de reestructuración de los 1.800 millones de deuda, que no encaja con la filosofía que pretende desarrollar Torreal para su entrada en el sector. El financiero madrileño quiere posicionarse en activos singulares que antes eran objeto de fondos conservadores que todavía no han vuelto a España.

Otras fortunas familiares llevan años disputándose los activos singulares que salen a la venta en Madrid y Barcelona, las dos plazas que acaparan la atención de este perfil de inversores. Sagas como los Montoro (GMP), los Lladó (Técnicas Reunidas), los Reyzábal (Windsor) o González (El Corte Inglés) son protagonistas habituales de transacciones que oscilan entre 30-100 millones de euros, una franja en la que puede situarse Abelló para probar suerte en su estreno inmobiliario, siempre que no decida ir a por piezas mayores como Realia.

Sin embargo, tendrán que pasar muchos años hasta que Abelló amase un patrimonio inmobiliario similar al que atesora Amancio Ortega. Cada año, durante la última década, el empresario gallego ha destinado el grueso de los millonarios dividendos de Inditex (algo más de 800 millones de euros en 2013) a engordar su sociedad inmobiliaria Pontegadea. Este último ejercicio, sin ir más lejos, realizó la inversión más elevada de su historia (500 millones de euros) con la compra de una joya arquitectónica en pleno corazón de Londres.

Con esa capacidad financiera, impropia de cualquier otro inversor inmobiliario, el fundador y máximo accionista de Inditex, una de las personas más ricas del mundo, atesora a través de Pontegadea un patrimonio inmobiliario por valor de cerca de 7.000 millones de euros. Ese portfolio, repartido en edificios de oficinas y locales comerciales, es capaz de generar unas rentas anuales de más de 300 millones netos, ya que están libres de cargas hipotecarias. Todo sin deuda, aunque no sea la opción financiera más eficiente.

No quiere perder comba. Juan Abelló ha decidido ampliar su abanico inversor a un sector que tenía abandonado. El financiero madrileño, una de las primeras fortunas del país, arranca 2014 decidido a colocar parte de su dinero en activos inmobiliarios, convencido del momento de oportunidad existente. Cansado de la exposición pública y de líos de gobernanza (liquidó su participación en Sacyr con pérdidas de 100 millones de euros), el dueño de Torreal, la gestora de su patrimonio familiar, quiere la tranquilidad del buen ladrillo.

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