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Sectores del PP plantean elecciones el 27-S para recuperar guión político y parar a Mas
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Sectores del PP plantean elecciones el 27-S para recuperar guión político y parar a Mas

En el PP reconocen que el discurso de la recuperación económica no basta para su crecimiento electoral y piden volver al debate político. La izquierda y el desafío independentista obligan

Foto: Mariano Rajoy, durante una sesión de control al Gobierno en las Cortes. (Reuters)
Mariano Rajoy, durante una sesión de control al Gobierno en las Cortes. (Reuters)

Ni crisis de Gobierno, ni revolución en la dirección del partido. En lo único en que están de acuerdo casi todos los sectores del PP es en que el discurso de la recuperación económica no basta para su recuperación electoral y hay que "volver a la política". La pelea de los pactos poselectorales (el regreso de los acuerdos de toda la izquierda contra los populares) y el empeño de Artur Mas en el desafío independentista con fecha fija en el 27 de septiembre para arrancar la secesión de Cataluña obligan a Mariano Rajoy a recuperar el guión de la defensa de los principios del centro derecha y de la unidad de España. En medios del partido, e incluso del equipo económico del Gobierno, lanzan mensajes a favor de adelantar los comicios generales a ese 27 de septiembre porque los mejores datos de empleo serán los de verano, no hay tiempo para aprobar los Presupuestos y tienen que frenar en seco la intentona separatista.

En el calendario legislativo del Gobierno figura ya incluir plenos extraordinarios en las Cortes durante el mes de julio, y trabajos de comisión en agosto para aprobar la cincuentena de proyectos pendientes. Pero sigue el debate interno en el Ejecutivo sobre qué hacer con el proyecto de Presupuestos Generales del Estado que, según la Constitución, tiene que entrar en el Congreso antes de que termine septiembre. El ministro de Hacienda puede cumplir con esa obligación, pero el mandato de las Cámaras termina justo a continuación. Aunque Rajoy quiera estirar los plazos legales de convocatoria de los comicios y llegar a primeros de octubre con las Cortes abiertas, no tiene tiempo de tramitar los presupuestos.

En el Grupo Popular creían hasta el batacazo de los comicios locales y autonómicos que el presidente del Gobierno encargaría a Hacienda un proyecto que sirviera, sobre todo, de gran oferta económica a los ciudadanos (con bajada de impuestos y aumento de las inversiones) ante las elecciones generales de noviembre. El derrumbe de su poder autonómico y municipal ha sido un terremoto para un PP que requiere cambios organizativos y de renovación, según admiten sus dirigentes, pero sobre todo un discurso añadido al de la recuperación económica. "Hay que volver a la política, a la calle, a defender nuestros principios, los que comparten la mayoría de los españoles, y reconciliarse con las clases medias". Es lo que repiten los dirigentes regionales, provinciales y los parlamentarios que se las tienen que ver con las urnas el próximo otoño.

La venta del crecimiento económico no ha cotizado en intención de voto para el PP y sus dirigentes piden dar debates políticos que de todas formas ya están abiertos y se recrudecerán en las próximas semanas. Ya está sobre la mesa el problema que puede suponer para la recuperación y las inversiones la llegada de gobiernos municipales y autonómicos en general inestables de raíz por basarse en minorías o compuestos además por la agregación de partidos de izquierdas, populistas o de extrema izquierda nacionalista. Ahora se abre el baile de los pactos antiPP y después de que se constituyan los ayuntamientos (el 13 de junio), Artur Mas tendrá que decidir si mantiene su anuncio de adelantar al 27 de septiembre las elecciones autonómicas en Cataluña para presentarlas como "plebiscitarias" y preparatorias para proclamar la secesión desde la Generalitat catalana.

Si se unen generales y autonómicas, Rivera tendría que decidir a qué comicios se presenta y enfrentarse a un PP con la iniciativa anti-secesionista

En medios del PP insisten en que con ese panorama el cierre de legislatura no estará para muchos discursos de macroeconomía, sino para el choque político con la izquierda en su conjunto (Podemos será la referencia) y con el desafío separatista que, de no ser frenado en seco, también daría al traste con la recuperación económica. La forma más directa de afrontar esa etapa sería renunciar a presentar el proyecto de presupuestos, dejar la oferta económica para las clases medias para el programa electoral, y disolver las Cortes en agosto para hacer coincidir las generales con las autonómicas si Mas insiste en su desafío. El propio Rajoy no lo descartó cuando al hacer balance de la legislatura el pasado mes de diciembre fue invitado a ello. Quería que los nacionalistas catalanes se preocuparan y lo consiguió. Y sólo supone adelantar ocho semanas los comicios legislativos.

El Partido Popular ha visto nacer y crecer a Ciudadanos a su costa, primero en Cataluña y luego en el resto de España, sobre la decepción o las dudas que suscitaba en parte de su electorado la posición "excesivamente moderada" en la respuesta del Gobierno a la escalada del separatismo. Si se unen generales y autonómicas, Albert Rivera tendría que decidir a qué comicios se presenta y enfrentarse a un PP que volvería a tomar la iniciativa frente al reto secesionista. La concentración del voto útil en los populares sería letal para el ascenso de Ciudadanos.

Populares y convergentes se observan mutuamente. De momento, las señales desde Barcelona dicen que Mas sigue encelado en su apuesta por el frente independentista (ahora con la monja Lucía Caram como baza más novedosa), pero los parlamentarios de su partido cada vez ven más suicida convocar las elecciones en plena efervescencia izquierdista y con su poder municipal bajo mínimos. El presidente de la Generalitat tiene dos meses para decidirse. Igual que Rajoy para recomponer el PP ante una precampaña electoral que ya ha empezado en la negociación de los pactos y que se recrudecerá en cuanto pase agosto con adelanto o no de los comicios.

Ni crisis de Gobierno, ni revolución en la dirección del partido. En lo único en que están de acuerdo casi todos los sectores del PP es en que el discurso de la recuperación económica no basta para su recuperación electoral y hay que "volver a la política". La pelea de los pactos poselectorales (el regreso de los acuerdos de toda la izquierda contra los populares) y el empeño de Artur Mas en el desafío independentista con fecha fija en el 27 de septiembre para arrancar la secesión de Cataluña obligan a Mariano Rajoy a recuperar el guión de la defensa de los principios del centro derecha y de la unidad de España. En medios del partido, e incluso del equipo económico del Gobierno, lanzan mensajes a favor de adelantar los comicios generales a ese 27 de septiembre porque los mejores datos de empleo serán los de verano, no hay tiempo para aprobar los Presupuestos y tienen que frenar en seco la intentona separatista.

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