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Sánchez redobla su órdago y los críticos le enseñan ya la puerta de salida
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BATALLA DECISIVA EN EL COMITÉ FEDERAL

Sánchez redobla su órdago y los críticos le enseñan ya la puerta de salida

El secretario general en funciones plantea que se decida entre gestora y abstención al PP o bien no a Rajoy y congreso. Sus detractores interpretan que es la última bocanada de quien sabe que pierde

Foto: Pedro Sánchez, durante su comparecencia en Ferraz este 30 de septiembre. (Reuters)
Pedro Sánchez, durante su comparecencia en Ferraz este 30 de septiembre. (Reuters)

Pedro Sánchez no se rinde, ni se da por muerto, ni tira la toalla. No es su temperamento. Y está dispuesto a dar la batalla hasta el final, pese a que sus críticos lo vean ya cadáver. Su último giro dramático lo grabó a pocas horas del arranque de un comité federal del PSOE decisivo: quiere que sus compañeros voten pensando en esta disyuntiva: o gestora y abstención al PP (en cuyo caso sugiere que dimitirá) o mantener el no a Mariano Rajoy, celebrar congreso extraordinario de forma inmediata y que los militantes avalen un Gobierno alternativo. Un último órdago que solo sirvió para irritar más si cabe a sus adversarios internos, elevar más la tensión y reafirmarles en que la única salida que les queda es desalojarlo definitivamente de la cúspide socialista. Los rivales veían la maniobra como un "manotazo a la desesperada" de alguien que "sabe que ha perdido el comité".

El secretario general "en funciones" —según la terminología estrenada por Ferraz— compareció este viernes pasadas las 20.50 horas. No estaba previsto que lo hiciera, no lo había hecho desde el golpe palaciego de sus críticos, y de hecho su equipo avisó con poca antelación. Fue una declaración institucional sin preguntas, diseñada para "centrar el debate" en el comité de este 1 de octubre. Él no expondrá su informe político, como en las anteriores citas del máximo órgano entre congresos, así que era la oportunidad de oro para lanzar un último mensaje a sus huestes y un desafío a sus contrarios. En los primeros minutos que sucedieron a la convocatoria, se especulaba con que podría anunciar su dimisión. "No le conocéis bien", bromeaban sus colaboradores para resaltar que Sánchez nunca claudica, ni siquiera cuando está más acorralado que nunca, después de la dimisión en bloque de 17 integrantes de su ejecutiva que, con las tres bajas ya existentes, daban la mitad más uno de los miembros de la dirección elegida en julio de 2014.

"O se monta una gestora para que lleve al PSOE a un Gobierno de Rajoy. O deciden los militantes, se mantiene el no e intentamos el Gobierno alternativo"

"Pido que este comité decida mañana [por este sábado], sin más dilación: o se monta una gestora, como algunos pretenden, para que lleve al PSOE a un Gobierno de Rajoy, necesariamente a través de la abstención del PSOE. O deciden los militantes en un congreso, mantenemos el no a Rajoy e intentamos el Gobierno alternativo, de cambio y transversal que aprobó el comité federal del PSOE. Esta es la cuestión de fondo, este es el auténtico debate, y podemos aclararlo", aseguró, en una maniobra que pretendía escorar a sus críticos a la derecha del partido. Lo que quiere el secretario general no es tanto cambiar el orden del día, sino "centrar el debate en lo importante", ligando el debate de la gestora que piden sus detractores con la abstención, cuando ellos no lo han hecho. Y que el comité, en consecuencia, no se pierda en debates "reglamentarios".

[Lee aquí la declaración completa de Pedro Sánchez en PDF]

La presentación de ese dilema iba acompañado de otra advertencia: "Si el comité federal del PSOE mañana decidiera cambiar su posición y pasar a la abstención, obviamente no podría administrar una decisión que no comparto. Si algo me enseñaron mis padres es que lo único que tengo y lo único que debo preservar es mi palabra y mis convicciones". Así Sánchez sugería que si sale la opción de la gestora, él se iría. Pero no deja de ser un debate algo artificial, puesto que si el máximo órgano decidiera montar una dirección interina, él necesariamente se tendría que marchar sí o sí. Sánchez no estaba en realidad ofreciendo su cabeza. Estaba equiparando la gestora con la abstención al PP.

Pedro Sánchez dimitirá si el comité federal decide pasar a la abstención

Dos planes contrapuestos

Este sábado ya todo está preparado para un choque total de trenes entre oficialistas y críticos, y desde el primer minuto, porque el ambiente es pésimo y el partido está al borde de un cisma. La primera pugna se ventilará en la forma de conducción del debate. Los sanchistas alegan que el único orden del día válido es el que aprobó el jueves la "ejecutiva en funciones": el informe de las 17 renuncias de la dirección y la votación de un congreso extraordinario que constaría de dos escalones: la elección del líder por los militantes el 23 de octubre y el cónclave propiamente dicho el 12 y 13 de noviembre.

La de este sábado es una lucha encarnizada y decisiva entre los dos sectores: 300 delegados tendrán que decidir entre gestora o congreso automático

Los críticos solo reconocen el orden del día que aprobó la permanente el lunes, antes de la cascada de dimisiones. En él se contemplaba la votación sobre un congreso ordinario. El plan de los rivales de Sánchez es tumbar sus planes y dar paso a una gestora, y que sea esta la que gobierne el partido hasta la convocatoria, aún sin fecha, del congreso. Sería esta cúpula interina la que decidirá, en su momento, qué hacer con la investidura. A los barones les ayuda el informe que validó la mayoría de los miembros (tres de un total de cinco) de la comisión federal de ética y garantías, que redactó este mismo viernes un informe para dar a conocer su opinión. Documento que, no obstante, no tiene ninguna validez para Ferraz, puesto que la reunión del árbitro interno no fue convocada por la única persona facultada para hacerlo: el secretario, a instancias de la presidenta, la vasca Isabel Celaá.

Foto: Numeros medios de comunicación permanecen en la entrada de la sede en Madrid del PSOE. (EFE)

Pero Sánchez quiso desmontar la tesis de sus adversarios internos: "No se decide solo si cambiamos el voto de los militantes en un congreso por la constitución de una gestora, como algunos pretenden. Decidimos algo más importante, el rumbo que emprende el PSOE". Las dos vías son, en consecuencia, el votar no a Rajoy y decir sí a un Gobierno "alternativo, transversal y de cambio", o dar las llaves de la Moncloa al presidente del PP. Y aunque subrayó que apostar por esta última solución no significa que los compañeros que la prefieren "están más cerca de la derecha", sí les advirtió de las "consecuencias" que tendría para el PSOE, porque abriría paso a la "legislatura del chantaje" permanente del PP. Además, aunque Rajoy lidere la fuerza más votada también destaca por su "incapacidad" para tejer acuerdos, por lo que es su "irresponsabilidad" la que conduce a España al "bloqueo político". "Lo que no puede pretender el PP es gobernar sin oposición", porque eso supondría una "traición" a los votantes y una "alteración" del resultado electoral.

Añadió otra razón: su "convicción" de que el país "no se merece cuatro años más de Rajoy" como jefe del Ejecutivo, por haber "mentido sistemáticamente" a la sociedad española, por sus "políticas retrógradas", el agravamiento de la fractura territorial o "los eternos casos de corrupción". "España se merece un presidente de un gobierno limpio, social, dialogante y creíble, y con Rajoy tengo la convicción de que eso nunca va a ser posible. Siempre he creído que la revitalización de nuestra democracia pasa por la necesaria renovación del liderazgo del PP en la oposición".

Sin el orden del debate consensuado

La comparecencia solo logró soliviantar a los críticos y reafirmarlos en sus tesis. No sorprendió porque ya daban por descontado que Sánchez se iba a resistir y no iba a dar su brazo a torcer. De hecho, no encontraron gestos de distensión durante la jornada. Primero llegó la confirmación de que Celaá no iba a citar a sus cuatro compañeros del tribunal interno del PSOE. La convocatoria que llegó a sus correos era para una reunión después del comité federal de este sábado, y para abordar el proceso de recogida de avales del congreso extraordinario que la dirección quiere sacar adelante. Y después, cuando se comprobó que no había interés "real" en buscar una salida negociada para, cuando menos, ordenar el debate. Así las cosas, cada bando preparó el comité por su lado: en Madrid se reunieron los secretarios de Organización de las federaciones disidentes, como en Ferraz desfilaban dirigentes de la máxima confianza de Sánchez, como Óscar López o María González Veracruz.

Entre los contrarios a Sánchez se instala la idea de que asume la derrota y que pretendía escenificar su "primer mitin de campaña" para el siguiente cónclave

Las palabras a última hora del líder en funciones sentaron como la gota que colmaba el vaso. "Sabe que tiene el comité perdido. Esa reacción a la desesperada es de alguien que sabe que no le dan los números", coincidían varios miembros del sector crítico, que a su vez subrayaban que la votación, a la que están llamados cerca de 300 delegados, la tenían ganada. Sí indignó que Sánchez volviera a equiparar a sus adversarios con la derecha del partido y que quisiera centrar el debate del sábado en la abstención. "Se equivoca. No se va a hablar de Rajoy. Se va a hablar de él, porque si él lanza una bomba como la del congreso, ha de saber que tiene consecuencias", señalaba anoche un miembro del máximo órgano de poder.

Así, los críticos rechazaron cualquier intento de Sánchez de centrar el debate en el sí o el no al PP y Rajoy. Interpretaron esta oferta como un intento de desviar la atención y poner el foco en un debate maniqueo que solo trata de identificar a los barones con la derecha ante la militancia. En realidad, minutos después de su declaración política en Ferraz, entre sus contrarios se había instalado la idea de que Sánchez asumía su derrota y que el comité federal le iba a doblar el pulso para señalarle la puerta de salida. La única votación a la que están dispuestos a someterse este sábado es a la que decida la creación de una gestora que administre el futuro del partido a corto plazo. Un órgano, señalan, que es al que le tocará decidir la posición del PSOE ante una investidura de Rajoy.

Desde que el pasado miércoles el sevillano Antonio Pradas, hombre de confianza de Susana Díaz en Ferraz, entregó las 17 dimisiones de la ejecutiva, los críticos dan por ganada la batalla para desalojar al secretario general. La fórmula de las dimisiones había estado barajándose desde hacía días pero fue la negativa de Sánchez a dimitir si el comité federal le doblaba el pulso lo que desencadenó la operación. Hasta entonces los barones se habían resistido a autorizarla y fuentes del sector crítico admiten que existía el temor a que Sánchez se presentara como un mártir ante los militantes. No habían barajado la posibilidad de que se atrincherara en Ferraz y cerrara las puertas a sus detractores.

Los críticos reclaman en un escrito la creación de una gestora en el PSOE

El control de la mesa

Los críticos confían por tanto en fijar hoy el orden del día y cuentan con que tienen la mayoría del comité federal necesaria para acallar los argumentos jurídicos y estatutarios de los sanchistas. Creen que Sánchez, que no tiene previsto intervenir hoy, convocó su comparecencia 12 horas antes para fijar sus posiciones y dejar claro ante las bases que el debate era o él o Rajoy, y de paso lanzar su "primer mitin de campaña" a los militantes de cara al siguiente congreso. No se sabe si acertarán esta vez y de verdad los sanchistas entregarán las armas pero lo cierto es que los barones sienten que tienen la mayoría en todos los órganos.

La de este sábado será una jornada larga de la que al final saldrá un vencedor: o Sánchez o sus críticos. O Sánchez gana o sus detractores consiguen fulminarle

Unos y otros intentarán controlar el discurrir del comité desde el primer minuto. Y la primera prueba será la mesa: actualmente la componen Verónica Pérez, mano derecha de Susana Díaz, como presidenta, y los sanchistas Rodolfo Ares y Núria Marín. El órgano de gobierno del comité será el que decida si se somete a votación un cambio en el orden del día, qué se vota, cómo (en urna y en secreto o a mano alzada) y quiénes lo hacen. Porque de los 17 dimisionarios, hay tres que sí siguen perteneciendo al comité como barones territoriales que son: Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha), Ximo Puig (Valencia) y José Miguel Pérez (Canarias). De los 18 miembros de la ejecutiva de Sánchez que no presentaron su renuncia, solo mantendrían su derecho a voto las secretarias generales de Baleares y Cantabria (Francina Armengol y Eva Díaz Tezanos) y el líder de La Rioja, César Luena. Sánchez, como exsecretario general —así lo consideran sus críticos—, puede asistir a la reunión, pero no tendría derecho de sufragio. En Ferraz, sin embargo, se sostiene que los miembros de la dirección en funciones pueden votar sin problemas, porque no dimitieron.

Esa primera pelea dará la medida del resto del comité. Así comenzará una jornada larguísima para los socialistas de la que al final saldrá un vencedor: o Sánchez o sus críticos. O Sánchez gana o sus detractores consiguen fulminarle. Al menos por este asalto.

Pedro Sánchez no se rinde, ni se da por muerto, ni tira la toalla. No es su temperamento. Y está dispuesto a dar la batalla hasta el final, pese a que sus críticos lo vean ya cadáver. Su último giro dramático lo grabó a pocas horas del arranque de un comité federal del PSOE decisivo: quiere que sus compañeros voten pensando en esta disyuntiva: o gestora y abstención al PP (en cuyo caso sugiere que dimitirá) o mantener el no a Mariano Rajoy, celebrar congreso extraordinario de forma inmediata y que los militantes avalen un Gobierno alternativo. Un último órdago que solo sirvió para irritar más si cabe a sus adversarios internos, elevar más la tensión y reafirmarles en que la única salida que les queda es desalojarlo definitivamente de la cúspide socialista. Los rivales veían la maniobra como un "manotazo a la desesperada" de alguien que "sabe que ha perdido el comité".

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