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La sospecha de un pacto con ERC y CDC pone en guardia a los críticos de Sánchez
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EL SEGUNDO TIEMPO DE DIÁLOGO TRAS EL FRACASO DE RAJOY

La sospecha de un pacto con ERC y CDC pone en guardia a los críticos de Sánchez

Los dirigentes que no comulgan con Ferraz tienen la intuición de que el líder sacará "un conejo de la chistera" para sobrevivir a la vista de la debacle que auguran las encuestas en Galicia y Euskadi

Foto: Pedro Sánchez, el pasado 10 de septiembre, en un mitin en Cerceda, A Coruña. (EFE)
Pedro Sánchez, el pasado 10 de septiembre, en un mitin en Cerceda, A Coruña. (EFE)

La atmósfera tan inhabitable en la que se ha convertido el PSOE hace que cualquier gesto, cualquier palabra o cualquier silencio levanten suspicacias. Las relaciones entre los barones y Ferraz, la menguada guardia de corps en la que se apoya Pedro Sánchez, están ya tan agrietadas que ninguno acaba de confiar en el otro, sencillamente porque los puentes de comunicación con las federaciones de mayor peso se hallan rotos. Esos recelos explican que se haya instalado entre los críticos la sospecha, cuando no la "certeza", de que el secretario general prepara un golpe de efecto para después de las elecciones gallegas y vascas del 25-S, y que podría pasar por el anuncio de un pacto con las formaciones independentistas que le garantizase, con su apoyo o abstención, la investidura. La dirección federal niega que haya movimientos en ese sentido, y califica esas especulaciones de los líderes territoriales de fantasía.

Si hay un detonante que puede hacer estallar la guerra abierta dentro del PSOE es una entente con ERC y la antigua Convergència Democràtica de Catalunya, cuyo concurso activo o pasivo sería necesario para que pudiera salir adelante un acuerdo de Sánchez con Unidos Podemos y con Ciudadanos y el PP en el no. Ferraz es consciente de que si el secretario general diera ese paso, se expondría a un cisma total en el partido. Porque los barones no están dispuestos a transigir, ni siquiera aunque las fuerzas separatistas aceptaran renunciar al referéndum (o posponerlo) a cambio de una reforma constitucional potente, sobre la tesis de que el PSOE no puede pactar con aquellos que quieren "romper" el país. Los territorios críticos sí creen tener los números para vetar esa posibilidad en el comité federal, pero Sánchez a su vez también tendría una herramienta a su favor, la consulta a la militancia, con la que poder zafarse del control de los cuadros territoriales. Para impedir que se salga con la suya, hay quien llama a actuar rápidamente contra el jefe en caso de que se confirme la debacle que pronostican las encuestas en Euskadi y Galicia la noche del 25-S.

La dirección federal niega tajantemente que haya diálogo con los independentistas. La apuesta de Sánchez es una alianza con Podemos y Ciudadanos

Hasta el momento, el secretario general no ha hecho guiños a los independentistas ni les ha pedido su respaldo. Insiste en todas sus declaraciones públicas, a partir del fracaso de la investidura de Mariano Rajoy, en que Podemos y Ciudadanos han de levantar sus "vetos cruzados", porque solo así llegará "el principio de la regeneración democrática" a España. Pero esa vía parece abocada al fracaso, habida cuenta de que el rechazo recíproco de los dos emergentes sigue en pie. Pablo Iglesias se ha ofrecido a ejercer de puente con las formaciones independentistas, para conseguir su apoyo o abstención una vez forjado el pacto de PSOE y Podemos, que sumaría 156 escaños.

Pedro Sánchez fija los objetivos de un posible Gobierno con Ciudadanos y Podemos

La resolución del comité federal del 28-D

Los críticos dan por hecho que la alianza transversal que persigue Sánchez es de imposible materialización. Podemos y Ciudadanos, ilustró el viernes ante su comité regional el presidente aragonés, Javier Lambán, son "agua y aceite". De modo que creen que tendrá un plan B. "Tiene que tener algo, sacar un conejo de la chistera. Si no, y teniendo en cuenta que nos espera un desastre en Galicia y Euskadi este 25-S, no aguanta así hasta el comité federal [previsto para el 1 de octubre]", apunta a El Confidencial un presidente autonómico, que argumenta que a él y al resto de sus compañeros les "está llegando" que Ferraz sí mantiene contactos con la antigua Convergència y con ERC a través de intermediarios: Miquel Iceta, primer secretario del PSC, y Compromís. En el entorno del primero niegan con rotundidad cualquier labor de mediación, como hacen igualmente en el círculo del portavoz de la coalición valenciana en el Congreso, Joan Baldoví.

La falta de contacto con Madrid y la desconfianza total entre ambos bandos explican el miedo de los barones. Page o Lambán ya han lanzado duros avisos al líder

"No hay una respuesta clara por parte de la dirección cada vez que Pablo Iglesias habla de la posibilidad de una suma con los nacionalistas", se queja una diputada muy distante de Ferraz. En los territorios, esa y otras "constataciones", como el hecho de que Podemos no querría ir a terceras elecciones o que los partidos catalanes defensores de la separación de Cataluña "necesitan una salida" al bloqueo, hacen pensar que Sánchez, esta vez sí, podría atreverse a dar un triple salto mortal, franqueando la línea roja que el comité federal le impuso el pasado 28 de diciembre.

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en rueda de prensa en Ferraz el pasado 5 de septiembre. (Reuters) Opinión

Entonces, el máximo órgano de poder socialista aprobó tanto el voto en contra a Rajoy y al PP como la prohibición del diálogo con aquellas formaciones que defienden o el derecho a decidir o la independencia de Cataluña. Por eso, y no por casualidad, el presidente manchego, Emiliano García-Page, lanzó el pasado jueves un aviso inequívoco a Sánchez: se opondría "a pleno pulmón" en caso de que intentara forjar una alianza con aquellos que quieren "acabar con la estabilidad" del país, y subrayó que defiende la "inquebrantable coherencia" de su formación respecto a lo validado el 28 de diciembre: igual que se mantiene el no al PP, confió en que no haya acuerdo, "ni en A, ni en B, con quien quiere romper el país". Lambán, al día siguiente, advirtió de que la izquierda "no suma" y que la resolución de diciembre "en ningún caso" permite ni alinearse ni ser cómplices de los separatistas catalanes. El expresidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra, en ocasiones látigo de los barones, fue más expeditivo: si el PSOE se alía con los separatistas, él se dará de baja como militante.

Comunicación en los dos sentidos

Esas declaraciones públicas, que se suman a otras tantas de semanas anteriores y a las que, de forma más descarnada, expresan los dirigentes en privado, responden al "creciente temor" de los detractores de Sánchez, según convergen varios integrantes de este sector, a que esta vez sí se lance a una aventura que prohibió, recuerdan, el comité federal del 28 de diciembre, y que se mantiene en pie. Los críticos le ven "capaz de todo" con tal de "sobrevivir" al frente del partido, aunque el hipotético acercamiento no diera sus frutos y se tradujera en síes o abstenciones a una investidura. Pero dar ese paso esquilmaría al PSOE, preconizan en los territorios donde aún resiste con un porcentaje de voto estimable, como en Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha.

Susana Díaz, Guillermo Fernández Vara, Emiliano García-Page o Javier Lambán están convencidos de que sus clientelas electorales no soportarían esa proximidad a formaciones independentistas. "Es que el 'sorpasso' ya se produjo el 26-J. Porque si quitamos Andalucía o Extremadura, Podemos ya nos habría comido. Si lo que hacemos para competir con Pablo Iglesias es competir en su territorio, nos ganará. Tenemos que tener nuestro perfil propio", insiste con preocupación uno de los barones, que se confiesa profundamente decepcionado con Sánchez.

Los críticos ven a Sánchez "capaz de todo" para asegurar su supervivencia, pero se preparan para vetar todo entendimiento con los nacionalistas

Pero más que datos objetivos, lo que manejan los críticos son "intuiciones", convicciones asentadas a partir de sus propias conversaciones, conclusiones a partir de los movimientos de los actores. Porque "en realidad nadie sabe nada de qué está tramando Ferraz", como expone con crudeza una notable dirigente ya apartada de primera línea y con buenas conexiones con los barones. Aunque la dirección argumenta que sí se proporciona "información a los territorios", estos se quejan de que la comunicación está rota. Vara, por ejemplo, no recibió llamada de Sánchez en las horas posteriores a la tempestad provocada por el apoyo de sus compañeros a través de las redes sociales. "La comunicación es bidireccional. Ellos también pueden levantar el teléfono si lo desean", replican en la cúpula.

Con Podemos y Ciudadanos

"No hay ningún motivo para que teman nada. No es que no se fíen, es que no se quieren fiar", responde una dirigente del núcleo duro de Sánchez. "No, no y no, no vamos a negociar nada con los independentistas —añaden por su parte los colaboradores del líder—. Pedro ya ha descartado esa opción. Él ya dijo que no sería presidente a cualquier precio, que no haría descansar la gobernabilidad del país en ellos, y mantuvo esa promesa. Podía ser presidente si hubiera aceptado y no lo quiso. Lo que hacen los barones es sembrar semillas de desconfianza sin motivo. ¿Por qué ninguno de ellos salió a hablar cuando Mariano Rajoy se vio con ERC y con Convergència? Es increíble que carguen contra los suyos más que contra los demás. Pedro ha cumplido a rajatabla las resoluciones del comité federal, y así seguirá".

"No hay ningún motivo para que teman nada. No es que no se fíen, es que no se quieren fiar", recalcan en la cúpula, insistiendo en que no hay planes B

A los lejanos a Sánchez les preocupa que el partido pueda llegar a gobernar "de cualquier manera", sustentándose en sus 85 escaños y con una debilidad extrema. Porque lo importante, señalan, no es la investidura, que se podría sortear, sino cómo se gestiona el día a día, cómo se salvan las innumerables votaciones que hay en el Congreso. Anticipan que el desgaste sería mayúsculo y el PSOE se resentiría en las siguientes convocatorias.

Foto: Pedro Sánchez, con Xoaquín Fernández Leiceaga y el alcalde de Vilagarcía de Arousa, Alberto Varela, este 18 de septiembre en la localidad pontevedresa. (EFE)

En Ferraz duelen las especulaciones. En el equipo del secretario general indican que no hay trampa ni cartón, y que él busca lo que dice en sus mítines una y otra vez: que Podemos y Ciudadanos levanten sus vetos, dejen de "bloquear" el cambio y hagan posible, como recordaba ayer domingo desde Vilagarcía de Arousa, en Pontevedra, un Gobierno con tres causas: "Luchar contra la desigualdad, acabar con la corrupción y crear empleo digno". Porque las tres fuerzas, remarcó, representan a 14 millones de electores. No obstante, algunos asesores cercanos al secretario general reconocen que una salida podría ser que ERC y CDC aceptasen retrasar una consulta de autodeterminación, o que renunciasen a ella a cambio de una reforma constitucional. Los barones no están dispuestos a asumir ni siquiera en esas condiciones a tales compañeros de viaje. En el recuerdo pesa, y mucho, la experiencia de los dos tripartitos del PSC con ERC e ICV (2003-2010) y del bipartito gallego con el BNG (2005-2009), alianzas por las que los electores pasaron una importante factura después. Y eso que en aquellos años los republicanos no tenían como prioridad central la separación de Cataluña.

Las encuestas marcan la jornada dominical gallega

No es previsible que esta semana haya ruido de sables. Los críticos consideran que es mejor mantenerse en la retaguardia, dejar fluir la campaña de Galicia y Euskadi hasta el final. Cuando se abran las urnas, sonarán los teléfonos entre las cancillerías autonómicas para dilucidar qué paso es el siguiente. También Sánchez hará lo mismo con su ejército. El partido ingresará así en otra fase, quizá preludio de la declaración de guerra o de un malestar sin consecuencias prácticas.

En Marea, "una suma de decepciones"

La jornada del domingo, a una semana de las autonómicas del 25-S, estuvo marcada por las encuestas. Malas sin paliativos para el PSOE, tanto en Galicia como en Euskadi. En la primera, varios sondeos, aunque no todos, atribuyen una estimación de escaños a En Marea (la coalición que forman las mareas, Podemos, Anova y Esquerda Unida) por encima del PSdeG, que pasaría de segunda a tercera fuerza política. El PP de Alberto Núñez Feijóo, mientras, podría mantener su mayoría absoluta.

En Euskadi, todos los estudios conceden una cómoda victoria al PNV, que sostendría sus 27 diputados actuales o incluso podría subir alguno. La segunda plaza se la disputan EH Bildu y Elkarrekin Podemos -la alianza de Podemos, IU y Equo-. En cuarto lugar, el PSE de Idoia Mendia, que pasaría de los 16 parlamentarios a entre 8 y 10, según la mayoría de los sondeos. 

Pedro Sánchez pidió ayer a los suyos hacer oídos sordos a las encuestas, que también vaticinaron el 'sorpasso' para las generales del 26-J y erraron. "El futuro no está escrito en democracia", dijo, copiándose a sí mismo. 

Para combatir la principal amenaza en Galicia por la izquierda, En Marea, el secretario general recalcó que ya no es una "suma de ideas", como cuando se presentaron a las municipales, sino una "suma de decepciones" tras un año en los gobiernos locales de Santiago, A Coruña y Ferrol. Sánchez se dirigió a la "mayoría social" que no acepta "cuatro años más de lo mismo", de PP, para que así traduzca ese anhelo de cambio en el apoyo al PSdeG, la única fuerza que sí "garantiza el cambio" en Galicia tras los comicios del 25-S. 

La atmósfera tan inhabitable en la que se ha convertido el PSOE hace que cualquier gesto, cualquier palabra o cualquier silencio levanten suspicacias. Las relaciones entre los barones y Ferraz, la menguada guardia de corps en la que se apoya Pedro Sánchez, están ya tan agrietadas que ninguno acaba de confiar en el otro, sencillamente porque los puentes de comunicación con las federaciones de mayor peso se hallan rotos. Esos recelos explican que se haya instalado entre los críticos la sospecha, cuando no la "certeza", de que el secretario general prepara un golpe de efecto para después de las elecciones gallegas y vascas del 25-S, y que podría pasar por el anuncio de un pacto con las formaciones independentistas que le garantizase, con su apoyo o abstención, la investidura. La dirección federal niega que haya movimientos en ese sentido, y califica esas especulaciones de los líderes territoriales de fantasía.

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