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Los barones aguardan divididos los pasos de Sánchez si la investidura embarranca
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LA DIFÍCIL FORMACIÓN DE GOBIERNO

Los barones aguardan divididos los pasos de Sánchez si la investidura embarranca

Ferraz aún no ha desvelado cómo saldrá de la ratonera del 26-J. En los territorios, las posiciones se mantienen: desde los que se abren a revisar el no hasta los que plantean un Gobierno alternativo

Vaya por delante. Nada está decidido ni nada será fácil ni pacífico. Y nada se puede entender de todas las siguientes líneas si no se tiene en cuenta que, además de jugarse la liga institucional -el endiablado proceso de formación de gobierno, atascado sin remedio desde el 20 de diciembre-, el PSOE juega su propia liga por el liderazgo, por el poder del partido. Ambas claves explican los posicionamientos, los silencios, las medias verdades, el mus que los dirigentes socialistas se echan entre ellos mismos y con el PP. Hay división respecto a qué hacer con Mariano Rajoy si la investidura encalla y división interna a cuenta del mismo dilema que recorre al partido desde hace meses, qué hacer con Pedro Sánchez y cómo conducir al PSOE a un nuevo estadio, con o sin él, con o sin Susana Díaz como jefa.

Los socialistas creen haber encontrado la pócima para apartar el cáliz que tanto temen: el momento en el que toque decidir si conducir al país a nuevas elecciones o dejar gobernar a Rajoy. Y es descargando la presión sobre los nacionalistas, que ayudaron al PP a controlar, sin sustos, la Mesa del Congreso. Por eso ahora todos los cuadros, oficialistas y críticos, insisten en que el presidente en funciones debe explorar esa "senda", sin descanso, "hasta la extenuación". Pero podría no funcionar, y es casi lo más probable, porque PNV y Convergència ya han adelantado que votarán no a la investidura de Rajoy y porque parece difícil de encajar a la vez su abstención con un sí de Ciudadanos, cuyo principal caballo de batalla es, precisamente, el nacionalismo y el independentismo.

Ahora oficialistas y críticos coinciden en que Rajoy debe emplearse a fondo en conseguir el pacto con Ciudadanos, Coalición Canaria, CDC y PNV

Pero si el momento de la decisión llega, si Rajoy logra acumular 169 escaños en torno a él (los 137 suyos, más los 32 de C's) o 170 (con la diputada de Coalición Canaria), y se confirma el no de CDC y PNV, la presión hacia el PSOE se hará mayor, porque se le cargará con la llave que abre la puerta de la gobernabilidad o la de las urnas. Y es aquí donde se aprecia una disparidad de criterios. La posición de los barones se puede sintetizar, aunque con muchos matices, en tres grandes grupos. La primera es la de los críticos con Pedro Sánchez -seis de los siete presidentes autonómicos socialistas más el secretario general de Canarias-, que se abren a estudiar la posibilidad de la abstención para evitar una nueva cita electoral. Ellos son los que tienen más peso orgánico e institucional (menos el líder canario, de salida), pero no serán los que, en principio, abran la boca para patrocinar la ayuda indirecta al PP, porque quieren que sea el líder del PSOE el que tome la decisión... y se achicharre con ella de cara a la militancia, que es la que vota en el próximo congreso federal del partido, que se celebrará cuando ya haya un nuevo Ejecutivo.

Segundo grupo: el de aquellos, todos afines a Sánchez, que creen que, si el PP fracasa, Sánchez debe plantearse buscar una mayoría alternativa, aunque los números sean más complejos que tras el 20-D. Explícitamente, lo han defendido la presidenta de Baleares, Francina Armengol; el primer secretario del PSC, Miquel Iceta; el secretario regional de Castilla y León, Luis Tudanca, y la presidenta de la gestora del partido en Galicia, Pilar Cancela. Y tercer 'club': el de los que juzgan que el no a Rajoy y al PP es definitivo e irreversible, pero rehúsan anticipar los siguientes escenarios. Entre ellos, los hay que no descartan tajantemente un Gobierno alternativo, caso de la vasca Idoia Mendia o la madrileña Sara Hernández, y los que creen que ese sueño es completamente imposible, como la vicepresidenta cántabra, Eva Díaz Tezanos, o la navarra María Chivite. Estos últimos también son muy cercanos a Sánchez, a excepción de Tezanos, que se sitúa en un espacio algo más neutral en la pugna interna.

Foto: Pedro Sánchez y su portavoz parlamentario, Antonio Hernando, el pasado 19 de julio en la sesión constitutiva del Congreso de la XII Legislatura. (EFE)

¿Y Ferraz? De momento, guarda sus cartas. El mensaje que se emite machaconamente por los portavoces autorizados es no, no y no, sin abrir expresamente la puerta a una abstención futura. Pero nadie sabe muy bien qué pasa por la cabeza de Sánchez, porque han sido escasísimas sus intervenciones públicas y solo ha respondido a seis informadores desde el 26-J, a los seis en la única y breve rueda de prensa que siguió a su entrevista con el presidente en funciones. En ella dejó todos los escenarios abiertos, sin descartar siquiera la opción de liderar una alternativa en caso de que Rajoy fracase. "El PSOE estará en la solución", garantizó. Pero no dijo cómo. El lunes pasado, en su última intervención, dijo a su grupo a puerta cerrada que hay que "sacar del limbo a los diputados de ERC y Convergència", una frase que unos pocos críticos entendieron como un guiño a esa búsqueda de un acuerdo con Podemos y los nacionalistas, pero la sensación mayoritaria, y la que defendió Ferraz con uñas y dientes, es que se refería a la gobernabilidad de España, y al camino que debe seguir Rajoy, el del entendimiento con las derechas de CDC y PNV. Es una incógnita si, para deshacer el entuerto, Sánchez convocará a la militancia o recurrirá al comité federal.

Él deberá dar el paso junto con su número dos, César Luena, todavía secretario general en La Rioja, que es la única federación que, por razones obvias, secundará todo lo que haga Ferraz. Pero su importancia es muy reducida por su pequeñísima afiliación, de poco más de un millar de afiliados. Un mundo si se compara con la Andalucía de Susana Díaz, con más de 45.000 militantes.

Los críticos modulan su postura

Quien más abiertamente defendió, y a las pocas horas de abrirse las urnas, la posibilidad de una abstención del PSOE para evitar el bloqueo fue el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara. Él habló incluso de una "abstención mínima", solo de los diputados que hicieran falta al PP para completar su mayoría. Después fue modulando sus palabras, vistas las reprobaciones que le llegaban de sus compañeros por ser tan explícito, pero no por ello ha dejado de asegurar que si la investidura se atasca y el PP logra amarrar en torno a 169-170, a ver "quién es el guapo" que se mantiene en el no.

Para los críticos, la abstención es la palabra maldita. No solo porque quieren que Rajoy trabaje, sino porque la partida en el PSOE se juega a nivel interno

Su posición, aunque dicha de forma más descarnada, es la que a grandes rasgos comparten los críticos con Sánchez. Todos interpretan que es una "locura", una "pesadilla" -en palabras de la andaluza Susana Díaz- que el PSOE aspire a formar gobierno, que el partido ha de pasar a la oposición y punto. Y entretanto, que el peso ha de recaer en Rajoy, que es quien debe procurarse sus respaldos, porque igual que José María Aznar aprendió en 1996 a hablar "catalán en la intimidad", ahora al líder del PP le corresponde "aprender idiomas y buscar la gobernabilidad", según señaló en el comité federal de hace dos semanas el presidente asturiano, Javier Fernández. El mismo que esta semana aseguraba que sería un "disparate" bloquear la formación de gobierno del PP, cuando no existe ninguna alternativa a su izquierda.

La abstención es la palabra maldita. Y excepto Vara, los demás -Susana Díaz (Andalucía), Javier Lambán (Aragón), Ximo Puig (Valencia), Javier Fernández (Asturias) y Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha)- evitan siquiera pronunciarla, aunque es a ella a la que apuntan sutilmente cuando afirman que, llegado el caso, en una situación extrema, el PSOE podría revisar su no, siempre y cuando Rajoy haya hecho sus deberes y tenga atados más apoyos que los 137 escaños que le dieron las urnas el 26-J. Porque esta es una condición indispensable para todo el PSOE, y no solo para los críticos: no se abrirá ninguna puerta si el PP no suma en el flanco del sí al menos a C's. Si Albert Rivera se queda en la abstención, que es donde está ahora, no habrá presión interna para que la dirección se mueva.

Que se haya tachado del diccionario de los barones el término abstención responde asimismo a una clave interna: todos saben que quien la promueva quedará desautorizado de cara a una militancia cuya siguiente decisión importante será elegir a su secretario general de cara al congreso. Y los críticos, que han visto cómo sus movimientos contra Sánchez en los meses anteriores les provocaron "desgaste" y reforzaron a su rival -y lo reconocen ellos mismos-, no se quieren dejar más pelos en la gatera ni aparecer como la derecha del partido. Por eso, lo que se oye en declaraciones públicas es un no aún más rotundo que el que pregona Ferraz. Un no a veces sin concesiones, como el que proclama Díaz. Pero es que también la lentitud de Rajoy da argumentos a todos y mantiene la frágil unidad interna. "Nadie puede poner en los hombros del PSOE la responsabilidad que le corresponde al presidente del Gobierno, que ha ganado las elecciones", subrayaba la presidenta de la Junta este viernes en unas jornadas organizadas por el PSC en L'Hospitalet. Díaz apremió al jefe del Ejecutivo a "ponerse a trabajar", "manos a la obra", buscando apoyos a partir de la "mayoría conservadora del arco parlamentario", y no en el PSOE, cuyo sitio es "la oposición".

Los barones de mayor peso también quieren que sea Sánchez el que decida cuál es el mejor camino, que corra él con el coste de proponer la abstención

Lo que también quieren los críticos es que si al final la investidura llega a un "punto ciego", según la expresión de García-Page, sea el secretario general el que decida qué hacer, y así se la traslade a los órganos del partido. O sea, que asuma él el coste del viraje del PSOE.

Foto: Pedro Sánchez charla con su número dos, César Luena, durante el pleno de constitución del Congreso de la XII Legislatura, este 19 de julio. (EFE)

A los seis presidentes autonómicos se suma el secretario general de Canarias, José Miguel Pérez, que está a punto de dejar las riendas del partido. Tanto él como el principal referente institucional en las islas, la vicepresidenta del Gobierno autonómico, Patricia Hernández, están más próximos a los planteamientos de Díaz, aunque el peso de la federación es infinitamente inferior. Pero desde el entorno de Pérez, que se ha mantenido en un segundo plano estas semanas, confirman que aunque haya que votar no a Rajoy, todos los escenarios son "revisables" en el futuro, aunque la alternativa de la abstención del PSOE no sea la única, porque podría buscarse que varias fuerzas facilitasen el Gobierno al PP o que se forzase el cambio de su candidato.

Sí a ensayar una alternativa

No resignarse, aunque sea difícil. Es la tesis que abiertamente defendieron en el comité federal (y en los días previos) la presidenta balear, Francina Armengol, y los líderes del partido en Cataluña y Castilla y León, Miquel Iceta y Luis Tudanca. Un planteamiento que también abrazó la presidenta de la gestora gallega, Pilar Cancela, en la reunión del grupo parlamentario del pasado lunes, aunque con condiciones: sí a que Sánchez lo intente, pero siempre que tenga posibilidades y no se abrase por ensayar una alternativa por segunda vez. Todos ellos son líderes autonómicos muy próximos al secretario general, aunque con menos peso orgánico que el manejan los seis principales barones críticos.

Armengol, Iceta o Tudanca no han apostado por una fórmula concreta. Simplemente han invocado el derecho del PSOE a intentarlo si Rajoy se estrella, aunque sea un camino muy pedregoso. La vía que suscitaría menos rechazo interno sería la suma de Podemos y Ciudadanos, la que ya se buscó denodadamente en la fallida legislatura pasada y que aún parece cortocircuitada por los vetos mutuos entre los dos emergentes. Mientras, la alianza con el partido de Pablo Iglesias y fuerzas nacionalistas e independentistas podría agravar la fractura en el PSOE. Armengol recordaba en el comité federal la "incoherencia" que suponía animar al PP a entenderse con los nacionalistas cuando el partido se lo prohibió a Sánchez en diciembre.

Armengol ha destacado la "incoherencia" del PSOE al animar al PP a un pacto con los nacionalistas que él se prohibió. Iceta abre el abanico a otras fórmulas

Las posiciones no son, no obstante, fijas e inamovibles incluso en este grupo. Iceta, por ejemplo, ha reconocido que si el PP sumase el apoyo de C's, sería una situación que habría que "valorar" y "reflexionar". El primer secretario del PSC también ha propuesto salidas como una agenda legislativa acordada por la oposición o una "abstención concertada", compartida entre varias formaciones.

C's no quiere que el Rey se exceda en su función, pero ve adecuada su ayuda

Los críticos con Sánchez inciden en los riesgos para el país y para el partido que tendría intentar liderar una alternativa cuando los números son peores que en diciembre, porque el PSOE necesitaría no solo el sí de Unidos Podemos, sino el respaldo o la abstención de varias fuerzas nacionalistas e independentistas. Por eso dicen que no se ventila solo una pugna por el liderazgo, sino también "el modelo de partido". "Con 90 escaños [los del 20-D] no fue posible, entonces imagínense ustedes con 85 [del 26-J]", despachó Díaz este viernes.

El no es no

El tercer grupo de barones comparte una negativa rotunda a Rajoy ahora y hasta el final, pero no hacen una apuesta tan clara por el Gobierno alternativo. Bien porque no lo ven como una opción o bien porque no creen necesario descubrir todas las cartas ahora. Rehúsan avanzar escenarios. Todos son sanchistas, con la salvedad de Eva Díaz Tezanos, secretaria general en Cantabria y vicepresidenta regional, que se mantiene en un terreno algo más neutral en la batalla interna.

Ella es, por ejemplo, de las que no cree sensato explorar ninguna mayoría distinta, según confirman fuentes de su entorno más directo. Tampoco apuesta por esa fórmula la navarra María Chivite, que no obstante rehúye etiquetas e insiste en que no está "situada en ningún bloque, porque los escenarios pueden cambiar".

En el último grupo, hay quienes no descartan del todo un Ejecutivo distinto y quienes creen que los números no dan, pero todos rechazan la abstención

Tezanos y Chivite apuestan por el no definitivo y por no abrir la puerta a la abstención, que es también el parecer de Rafa González Tovar, Sara Hernández e Idoia Mendia, secretarios generales de Murcia, Madrid y Euskadi. Así como el primero plantea un "llamamiento" a todas las fuerzas políticas para que busquen "soluciones de salida" en caso de bloqueo, Hernández y Mendia, sin embargo, no cierran del todo la puerta a un Ejecutivo liderado por Sánchez. Algunos dirigentes madrileños próximos a la baronesa autonómica lo plantearon, por ejemplo, en el comité regional del domingo pasado, igual que en el círculo de la líder del PSE responden con un "veremos" cuando se pregunta por ese escenario. Ambas están alineadas con el secretario general, así que avalarán todo lo que él proponga.

Alfredo Pérez Rubalcaba: el acuerdo para la Mesa de la Cámara dificulta la investidura

Los barones, por tanto, no se pueden entender como un todo. Ni siquiera dentro de cada bloque, susanistas y sanchistas. Porque tomar cualquier decisión no está exenta de riesgos y es complicada de explicar tanto a la militancia como a los votantes. El PSOE se halla en una difícil ratonera y aún confía en que pueda escapar de ella si Rajoy suma apoyos a su derecha (mirando a todas las derechas) sin necesitar del brazo de Ferraz.

Rubalcaba alerta: la investidura se complica tras el pacto de la Mesa con PNV y CDC

Aunque el PSOE se ha agarrado como a un clavo ardiendo al 'pacto' del PP con PNV y Convergència para la Mesa, algunos creen que no es más que un espejismo. Este mismo viernes, Alfredo Pérez Rubalcaba señaló, antes de intervenir en un encuentro en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), en Santander, que ese acuerdo "dificulta" más que facilita la investidura. 

"Quien ha negociado" esa alianza, advirtió, "no lo ha hecho bien", porque "ha pasado una cosa curiosa, que CDC y PNV, que al parecer facilitaron con sus votos una parte de la constitución de la Mesa, llevan dos días pidiendo perdón". Por eso "dificulta", porque ha contribuido a envenenar la relación con C's y los nacionalistas reniegan, explicaban en el entorno de Rubalcaba. 

Para el ex secretario general del PSOE, Mariano Rajoy debería darse cuenta de que están pidiendo perdón por haberle apoyado a él". Por lo tanto, para conseguir la investidura, "igual lo que debe hacer no es decir lo que quiere hacer sino lo que quiere cambiar, lo que quiere rectificar".

Rubalcaba también apoyó el contenido del manifiesto a los diputados electos firmado por seis exministros del PSOE, porque es "de sentido común". Cuando se lee el documento, dijo, "se ve" que los firmantes piden que haya pronto Gobierno y "parece razonable"; que hay que tomar medidas económicas, lo que "parece sensato"; que hay que luchar contra la desigualdad, que "es incuestionable"; y que hay que abordar un problema territorial y reformar la Constitución, que "parece prudente", informa Efe. Lo que no dijo Rubalcaba es si hay que facilitar el Gobierno al PP, porque él ya no es dirigente, sino exdirigente y tiene que ser "prudente" y si tiene una opinión ya la dará, añadió, en el comité federal. 

Vaya por delante. Nada está decidido ni nada será fácil ni pacífico. Y nada se puede entender de todas las siguientes líneas si no se tiene en cuenta que, además de jugarse la liga institucional -el endiablado proceso de formación de gobierno, atascado sin remedio desde el 20 de diciembre-, el PSOE juega su propia liga por el liderazgo, por el poder del partido. Ambas claves explican los posicionamientos, los silencios, las medias verdades, el mus que los dirigentes socialistas se echan entre ellos mismos y con el PP. Hay división respecto a qué hacer con Mariano Rajoy si la investidura encalla y división interna a cuenta del mismo dilema que recorre al partido desde hace meses, qué hacer con Pedro Sánchez y cómo conducir al PSOE a un nuevo estadio, con o sin él, con o sin Susana Díaz como jefa.

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