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Sánchez vence la amenaza de 'sorpasso' y resiste por el fracaso de Iglesias y Díaz
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LAS CONSECUENCIAS DEL 26-J

Sánchez vence la amenaza de 'sorpasso' y resiste por el fracaso de Iglesias y Díaz

Los socialistas aguantan como segundos y como primeros en la izquierda, pero se dejan 5 escaños y se quedan a 52 del PP. El líder pide a Podemos que "reflexione" por dar una segunda vida a Rajoy

Foto: Pedro Sánchez, reunido de miembros de su ejecutiva y dirigentes, durante su comparecencia para analizar los resultados del 26-J en Ferraz. (EFE)
Pedro Sánchez, reunido de miembros de su ejecutiva y dirigentes, durante su comparecencia para analizar los resultados del 26-J en Ferraz. (EFE)

No se materializó la catástrofe el 26-J ni llegaron las siete plagas a Ferraz. No hubo 'sorpasso' de Unidos Podemos ni en votos ni en escaños. La amenaza, que dibujaban todas las encuestas previas y hasta las israelitas de este domingo, erraron. El PSOE mantiene su hegemonía dentro de la izquierda. Mantiene su plaza en sufragios y diputados. Menguando su representación en el Congreso, eso sí, ya que pasa de 90 a 85 actas, pero al menos logra subir ligeramente en porcentaje de voto. Lo certificó el propio Pedro Sánchez ante los simpatizantes congregados en la sede: no puede estar "satisfecho" por los resultados, pero sí consiguió sobreponerse a los "augurios" que buscaban quitarle del mapa y desplazarle al tercer escalón.

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La noche del 26-J no fue tan agridulce para Sánchez, pese a los negros nubarrones que pintaban al cierre de los colegios electorales. Desde el comienzo del escrutinio se colocó por delante de la coalición de Pablo Iglesias y Alberto Garzón, y ahí siguió. El secretario general se apuntó el tanto de la batalla de la izquierda: 85 parlamentarios frente a 71, un 22,67% frente al 21,1%. A cambio, el líder tiene bastante más complejo, por no decir imposible, formar Gobierno, porque su alianza con Ciudadanos (32 actas) no adelanta al PP -que experimenta una increíble subida, hasta los 137 asientos-, y el bloque de las izquierdas (156) se queda lejos del que suman las derechas de Mariano Rajoy y Albert Rivera (169). Liderar el Ejecutivo está mucho más lejos que hace seis meses. No descartado. La distancia con el PP se agranda: 52 parlamentarios de por medio. El 26-J ha propiciado el desempate, pero a favor del centro derecha, sorpresivamente.

Los socialistas no ganan en ninguna comunidad, ni siquiera en Andalucía y Extremadura. En Madrid avanzan un escaño, el séptimo, que es para Madina

Los socialistas cosecharon en estas generales, con el 100% escrutado, 5.424.709 votos, un 22,66%, y 85 escaños. En diciembre, fueron 5.545.315 sufragios, un 22% clavado y 90 diputados. Aguantaron. Salvaron los muebles. Sacaron 14 actas a Unidos Podemos y 374.975 papeletas. Pero a cambio no ganaron en ninguna comunidad autónoma. Ni siquiera en Andalucía y Extremadura, sus dos feudos históricos y en los que sí se pusieron por delante el 20-D. El PSOE solo vence en votos en tres provincias -Huelva, Sevilla y Jaén-, aunque en las tres empata en escaños con los populares. El partido se queda como segundo en toda España, menos en Euskadi, Navarra, Madrid, Comunidad Valenciana y Baleares -son terceros en número de parlamentarios- y Cataluña -cuartos en escaños, terceros en sufragios-. Los socialistas ceden seis asientos respecto a diciembre (en Sevilla, Jaén, Badajoz, Santa Cruz, Alicante y Lleida, donde se quedan sin representación) y ganan uno en Madrid, el séptimo, que va a parar a Eduardo Madina, rival de Sánchez en 2014 que se quedó sin silla en las pasadas generales y que ahora vuelve a la Cámara Baja. Si algo probó el 26-J es que no hay suelo para el PSOE. Cada vez se hunde más en su zanja.

La derrota es especialmente dolorosa para Susana Díaz. Ella, que quería apuntarse una quinta victoria consecutiva, se encontró con el avance del PP, que la acabó sacando tres escaños (23 frente a 20 escaños), bajando dos respecto a hace seis meses. Paradójicamente, el refuerzo de Sánchez, aun empeorando resultados y aun alejándose de La Moncloa, se cimenta en el fracaso de su principal oponente externo -Iglesias- y su principal contrincante interna -Díaz-. Es pronto para saber qué pasará en el PSOE en los siguientes días y semanas, pero el jefe ha ganado algunos puntos para mantenerse en el trono de hierro de Ferraz. Su éxito relativo, no obstante, no enmascara la profundización de la crisis del partido, cada vez más empequeñecido en el Congreso y sin haber conseguido capitalizar la contestación a las políticas del Ejecutivo de Mariano Rajoy.

Sánchez: “La intransigencia y el interés personal de Iglesias han provocado la mejora de la derecha”

Oxígeno pero también tristeza

Sánchez compareció en la sala Ramón Rubial de la sede federal al filo de las 23:30. Entre aplausos de los suyos. Alivio, pero también abatimiento, porque el sueño de La Moncloa ya queda prácticamente diluido. Ya no le gritaban tanto "¡presidente, presidente!", sino mucho más "¡PSOE, PSOE, PSOE!", porque ha sido el partido el que ha resistido los embates de uno y otro lado. Así lo manifestó él mismo ante las decenas de simpatizantes congregados ante él: tras reconocer la victoria del PP -llamó al jefe del Ejecutivo en funciones "para felicitarle"-, recalcó que había conseguido saltar numerosos obstáculos, ninguno fácil: "A pesar de las dificultades extraordinarias que hemos debido superar, a pesar de los augurios que insistentemente anunciaban un fuerte retroceso del PSOE y la pérdida de nuestra relevancia para la vida política, el PSOE ha vuelto a reafirmar su condición de partido hegemónico de la izquierda". "¡PSOE, PSOE!", respondían las bases.

"Espero que Iglesias reflexione. Pudo votar a un Gobierno progresista, pero su intransigencia ha provocado una mejora de la derecha"

Los socialistas, remachó, adelantaron a Podemos en diciembre y adelantaron este 26-J a la "coalición de más de 20 partidos" cuyo "único propósito" era "ganar al PSOE". "Espero que Pablo Iglesias reflexione sobre estos resultados. Tuvo la oportunidad de votar a un Gobierno progresista liderado por el PSOE, tuvo en su mano la posibilidad de poner fin al Gobierno de Mariano Rajoy, que tanto daño ha hecho a la clase media y trabajadora con sus recortes y sus políticas, pero la intransigencia y el interés personal, por encima del interés de la izquierda, ha provocado una mejora de los resultados electorales de la derecha".

Sánchez evitó la euforia que acompañó su lectura de los resultados del 20-D, y por la que fue criticado. Esta noche a veces sonreía y en otros momentos se mostraba taciturno, igual que las bases que se acercaron a Ferraz, igual que los dirigentes que le flanqueaban y también su mujer, Begoña Gómez. "No estoy satisfecho, los socialistas queremos ganar, pero somos la primera fuerza de la izquierda", recalcó. Y más elogios: el suyo es "el único partido con un solo proyecto para España", "el partido del progreso y las reformas", el que ha resistido durante 137 años, el que ha mantenido "su compromiso en el éxito y la adversidad".

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¿Y ahora? El secretario general, que había seguido la noche electoral con sus colaboradores más cercanos en la cuarta planta de Ferraz -entre ellos, el responsable de la estrategia, Óscar López- no dio pistas de qué hará en los próximos días. Sí prometió a sus votantes que el PSOE "pondrá los resultados al servicio de sus intereses". Los ciudadanos, dijo, han reclamado "cambio", y lo pidieron el 20-D y también este domingo, de modo que sus compromisos para la erradicación de la pobreza, la reforma constitucional, la reducción del paro o la construcción de una Europa más social se mantienen intactos. El jefe no cesó de agradecer el esfuerzo y la dedicación de sus bases y la confianza de todos sus votantes en unos momentos muy difíciles.

Ya se atisba una pelea entre los sanchistas, que no están por la labor de facilitar el Gobierno al PP, y los críticos, que creen que no queda más vía que esa

Este lunes se reunirá a las once la ejecutiva federal en plenario. Y ahí se atisbarán los primeros movimientos. Pero, como señalaban algunos dirigentes a este periódico, se anticipa una pugna entre algunos sanchistas, que consideran que el PSOE no puede abstenerse bajo ningún concepto y dejar paso al PP y los críticos, que estiman que no se puede jugar más a la ruleta y que no queda otra que abstenerse. Así lo sugirió esta noche Díaz.

Foto:  La presidenta andaluza y secretaria general del PSOE-A, Susana Díaz. (EFE)

El concurso de los socialistas es de nuevo fundamental para cualquier alternativa. Rajoy (137) y Ciudadanos (32) suman 169 escaños. Con PNV (5) y Coalición Canaria (1) llega a los 175 escaños, a uno de la mayoría absoluta. Bastaría, pues, con que un diputado socialista -hay que tener que en cuenta que dentro de los 85 se engloba el del socio de Nueva Canarias- se abstuviera. Otra fórmula sería nuclear un Gobierno de PSOE (85) y Unidos Podemos (71), que requeriría de la abstención de la formación de Albert Rivera o de los independentistas. Ambas soluciones son complicadas, porque los dos emergentes se declaran incompatibles y Sánchez no quiere ser investido con los votos de las fuerzas separatistas.

Con Sánchez sin expectativa de presidir el Gobierno, también quedaría debilitado como líder, tal y como comentaban esta noche sus críticos. Y como está pendiente el congreso federal, no sería raro que tuviera oponente. Su ventaja es que Díaz ha salido trasquilada del 26-J al perder frente al PP, si bien ella presumió de haber parado el vendaval de Unidos Podemos. Los sanchistas, sin embargo, también creen que la presidenta andaluza sale con menos opciones de disputar el liderazgo a su jefe.

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15 días de infarto

El PSOE firma así otro nuevo suelo. El peor resultado de su historia, peor aún que el del 20-D. Pese al respiro que le dio no ser superado por Unidos Podemos, su principal amenaza este 26-J. El partido afrontó la campaña muy torcido desde el principio. Muy cuesta arriba. Con todos los sondeos en contra, incluido el del CIS, vaticinando el mayor de los desastres, consolidando el 'sorpasso' no solo en votos, sino en escaños. Con todos esos elementos en contra, más una división interna solo soterrada por la la cita electoral, Sánchez tuvo que liderar un trayecto pedregoso, en el que buscó centrar el debate en las propuestas, sin conseguirlo, porque este 26-J iba de otra cosa. De Gobierno y de pactos. El caso es que el panorama, aunque algo se ha aclarado por el avance de las derechas gracias al espectacular crecimiento del PP, no está del todo despejado.

El comité electoral del PSOE diseñó una campaña "en positivo", no agresiva, en la que situaba al PP como "adversario" pero en la que estaba obligado a defender su espacio frente a Unidos Podemos. Sánchez se empeñó en asegurar desde el principio que su partido estaba "en mejores condiciones" que el 20-D, que los ciudadanos premiarían sus esfuerzos por salir de la red de "bloqueo" trenzada por populares y morados, que optarían por una solución "moderada" frente a los extremos. El candidato reconoció que en los suyos anidaba el "desánimo", y por eso se afanó en movilizarlos. Sus electores de toda la vida, más los abstencionistas más aquellos votantes que en diciembre apostaron por la formación de Pablo Iglesias y se sintieron después decepcionados con el comportamiento de su líder eran los objetivos prioritarios. Esa estrategia dio como resultado una campaña plana, nada arriesgada, destinada a afianzar y recuperar antiguos electores, preocupada en no cometer errores.

El PSOE firma otra vez el peor resultado de su historia y marca un nuevo suelo. Con Sánchez lejos de llegar a La Moncloa, también queda debilitado como líder

Los socialistas se animaron con el debate, creían que la amenaza de 'sorpasso' ayudaba a espabilar a sus electores, desplegaron una ofensiva de movilización final y tropezaron con dos elementos que parecían soplar a su favor: el escándalo de las grabaciones del ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, y el Brexit. Ambos factores, estimaban en el comité electoral, podían arrimar a los votantes hacia unas siglas con probada "solidez". Las urnas han probado la resistencia de un partido centenario, han ratificado que, como decían sus dirigentes, "el PSOE es mucho PSOE". Pero también que su crisis es profunda y que unos resultados por encima de las pésimas expectativas no eclipsan su mayor drama: la pérdida de conexión progresiva y sin remedio con la ciudadanía española.

No se materializó la catástrofe el 26-J ni llegaron las siete plagas a Ferraz. No hubo 'sorpasso' de Unidos Podemos ni en votos ni en escaños. La amenaza, que dibujaban todas las encuestas previas y hasta las israelitas de este domingo, erraron. El PSOE mantiene su hegemonía dentro de la izquierda. Mantiene su plaza en sufragios y diputados. Menguando su representación en el Congreso, eso sí, ya que pasa de 90 a 85 actas, pero al menos logra subir ligeramente en porcentaje de voto. Lo certificó el propio Pedro Sánchez ante los simpatizantes congregados en la sede: no puede estar "satisfecho" por los resultados, pero sí consiguió sobreponerse a los "augurios" que buscaban quitarle del mapa y desplazarle al tercer escalón.

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