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¿De verdad se puede ahorrar para celebrar unas nuevas elecciones el 26-J?
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¿De verdad se puede ahorrar para celebrar unas nuevas elecciones el 26-J?

No hay acuerdo para reducir los costes de la campaña electoral del 26-J. En caso de que los partidos hubiesen pactado unas condiciones austeras, ¿a cuánto ascendería el ahorro?

Foto: Segunda reunión sobre reducción del gasto de la campaña electoral que se salda sin acuerdo
Segunda reunión sobre reducción del gasto de la campaña electoral que se salda sin acuerdo

El presupuesto del 20-D ascendió a 130 millones de euros. Las subvenciones a los partidos por sus resultados electorales en las generales suponen 66 millones. El pago de la subvención que recibe cada formación para su funcionamiento y su seguridad en 2015 supera los 53 millones. Mamá Estado sustentó la actividad política en 2015 con alrededor de 250 millones de euros, a la espera de que las cifras sean definitivas. Eso sin contabilizar elecciones municipales, autonómicas, catalanas y andaluzas, y las ayudas derivadas de ellas. Ahora, los partidos le pagan con una nueva convocatoria de elecciones el 26-J.

Ante esta tesitura, los partidos han mantenido una serie de encuentros para reducir los gastos de campaña. Unas reuniones que no han fructificado en acuerdo para rebajar los costes del 26-J ya que sólo cabían dos posibilidades enfrentadas. Un gasto igualitario por formación, que perjudicaba al PP y al PSOE por contar con más ingresos. O una reducción porcentual de los gastos, desfavorable para Podemos y Ciudadanos, que dejaba la brecha de ingresos entre partidos en los mismos términos. Sin acuerdo, el ahorro depende ahora de cada partido. En caso de pacto, los presupuestos no dejaban demasiado espacio para la rebaja electoral.

El coste electoral en otros países

En las pasadas elecciones, si votó, el sobre en el que introdujo su papeleta también equivalía a tres monedas de euro ya que el presupuesto del 20-D superó los 130 millones de euros. Esta acción se repetirá el próximo 26-J.

De acuerdo al análisis que ha realizado este diario del coste de convocar unas elecciones en una muestra de países de Europa y en Estados Unidos, el gasto por habitante de unos comicios en España se sitúa al nivel de Francia o Reino Unido. De los más de 300 millones de euros que invirtió Italia en la organización de sus últimos comicios, a los apenas 8,5 millones de las elecciones parlamentarias portuguesa, España se sitúa en un punto intermedio y gastó 2,87 euros por persona el 20-D.

Como señala el politólogo y analista político en Politikon, Roger Senserrich, "las campañas cuestan lo que cuestan y no son demasiado caras en España". Desde su punto de vista esta inversión se justifica ya que se realiza "para decidir algo tan importante como un Gobierno".

Subvenciones supeditadas a resultados electorales

El gasto de unas elecciones va más allá de lo presupuestado para su desarrollo, debido a las subvenciones que se otorgan a cada partido por obtener un escaño, de acuerdo a la Ley Orgánica de Régimen Electoral (LOREG). Los partidos recibirán más de 60 millones de euros como ayuda por los resultados que obtuvieron el 20-D.

Dichos pagos se dividen en dos partidas. En primer lugar, una subvención ordinaria que se otorga según los escaños y los votos que obtuvo la formación política. Además, un reembolso de los gastos de envío de propaganada electoral que cada partido pagó en campaña electoral. Dicho gasto, que sí está presupuestado en una partida de 30 millones de euros en el Presupuesto electoral, es la principal razón que ha motivado el desacuerdo.

¿Cuánto se podría haber ahorrado?

En base a los presupuestos del 20-D, la reducción del gasto está bastante limitada. De las diferentes partidas, los partidos sólo tienen margen de maniobra en la partida por Propagan Electoral. El resto de partidas son necesarias para la correcta marcha de los comicios. Donde sí pueden reducir los costes es en las subvenciones que les corresponden por ley.

Es decir, el ahorro nunca superaría en más de un 20% el presupuesto electoral. Una reducción de costes que con la falta de acuerdo depende ahora de cada partido, por cuenta y riesgo, ya que la otra pata para el ahorro, la publicidad exterior, no está prevista en los presupuestos por pagarse en función de los resultados y se abona según los gastos que justifiquen los partidos tras el 26-J.

Gasto electoral frente a gasto en partidos

Al margen de comicios electorales, el funcionamiento de cada partido está subvencionado. En 2015 la inversión de dinero público, por funcionamiento ordinario y seguridad, en los partidos políticos ascendió a más de 53,7 millones de euros.

En pleno debate sobre si es necesaria una reducción de costes electorales, el gasto público real en política es mucho más elevado como demuestran las subvenciones trimestrales que recibe cada formación por ley. Para Senserrich "la crítica que se realiza a los partidos por recibir dinero público es una crítica falaz". El analista de Politikon señala que "la alternativa privada sería mucho peor".

Un ejemplo es Estados Unidos donde los partidos pueden acogerse a ayudas públicas pero que, debido a la fuerza y la presencia que tiene la financiación privada, la mayoría de los candidatos renuncian a ellas. En el caso de Obama, por ejemplo, en ambos comicios electorales desestimó las ayudas públicas ya que contaba con fondos privados suficientes.

¿Cuestión de ahorro o de transparencia?

Renuncien o no a una parte de las subvenciones públicas, una convocatoria electoral supone unos costes por todos los recursos que hay que movilizar. Por ello, ante todo, esos gastos tienen que ser transparentes. Para un análisis más certero, y por la salud de la democracia, los gastos de una cita electoral requieren una mayor transparencia. Tanto por parte de las instituciones como de los partidos, que apenas ofrecen detalle en sus cuentas de gastos.

Si se conociese con detalle a qué destinan los partidos el dinero público que reciben, las opciones de ahorro serían mucho mayores. “La transparencia de los partidos es algo que se tiene que reforzar en España. Las subvenciones a los partidos no deberían ser incondicionales. Les debería obligar a presentar unas cuentas transparentes y a regirse por sistemas democraticos eficaces”, describe Senserrich, el politólogo contactado por este diario.

Aunque Podemos y Ciudadanos han hecho un intento por presentar unas cuentas más detalladas queda mucho por hacer. Un ejemplo de transparencia en política es Reino Unido, donde cada candidato a las elecciones generales tiene que detallar por ley los gastos que realiza y las donaciones que recibe durante la campaña. En las pasadas elecciones británicas de 2015, los candidatos gastaron más de 25 millones de libras. El candidato del euroescéptico UKIP por Copeland, Michael Pye, fue el que más gastó. Para su desgracia, perdió. La fatalidad de la transparencia política en España, al margen de sistemas electorales, es que a día de hoy no es posible conocer quién es el Michael Pye español.

El presupuesto del 20-D ascendió a 130 millones de euros. Las subvenciones a los partidos por sus resultados electorales en las generales suponen 66 millones. El pago de la subvención que recibe cada formación para su funcionamiento y su seguridad en 2015 supera los 53 millones. Mamá Estado sustentó la actividad política en 2015 con alrededor de 250 millones de euros, a la espera de que las cifras sean definitivas. Eso sin contabilizar elecciones municipales, autonómicas, catalanas y andaluzas, y las ayudas derivadas de ellas. Ahora, los partidos le pagan con una nueva convocatoria de elecciones el 26-J.

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