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El PSOE entra en la precampaña frío y a la espera de la sentencia del 26-J sobre Sánchez
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El PSOE entra en la precampaña frío y a la espera de la sentencia del 26-J sobre Sánchez

Los socialistas celebran un comité federal de trámite dominado por un clima de apatía y de falta de entusiasmo. La consigna es "ganar", pero todos miran los resultados y el futuro del líder

Foto: Pedro Sánchez conversa con Micaela Navarro, presidenta del PSOE, en el arranque del comité federal de este 30 de abril. (EFE)
Pedro Sánchez conversa con Micaela Navarro, presidenta del PSOE, en el arranque del comité federal de este 30 de abril. (EFE)

Lleva ya tiempo el PSOE enredado en el mismo debate, del que no ha conseguido escapar porque tampoco el tiempo político ha permitido salir del laberinto. No se ha logrado formar Gobierno, y vuelta a empezar: precampaña, listas, campaña, elecciones. Solo entonces, cuando se abran de nuevo las urnas, el 26 de junio, podrá despejarse una ecuación que ya pesa demasiado: qué pasará con Pedro Sánchez. Con su liderazgo, con su disputa con Susana Díaz (y los barones) y con el proyecto del PSOE. Hasta que esa batalla final no se produzca, lo que aflora es un falso cierre de filas, una atmósfera de calma tensa y de falta de entusiasmo.

Todo eso se pudo percibir en el comité federal del PSOE de este sábado. El quinto desde el 20-D. Una reunión en la que llamaban la atención las muchas ausencias, corta, de apenas dos horas, protagonizada por un breve discurso del secretario general -y plana, en la que no incorporó más novedad que la petición a los suyos de "unidad" y "confianza" en él como timonel del partido hasta las elecciones-, una decena de intervenciones -ninguna de un barón- y el runrún de los pasillos a cuenta de las listas y del papel de Eduardo Madina en ellas. Un comité federal, como decían oficialistas y críticos, "de trámite" puro, convocado para aprobar el calendario de las primarias para la elección del candidato a La Moncloa (una hoja de ruta sin mordiente porque no habrá más aspirante de peso que Sánchez) y ratificar el plan inicial de que los cambios en las planchas electorales serán mínimos y por "circunstancias sobrevenidas". Salió adelante con el único voto en contra de Izquierda Socialista.

Pero, en teoría, era una reunión también para lanzar la precampaña, liquidado el proceso negociador y a tres días de la disolución de las Cortes Generales y la convocatoria de elecciones. La maquinaria, sin embargo, sigue "fría", según convienen varios dirigentes consultados por este periódico. Siempre se dice que el PSOE es como un motor diésel, al que le cuesta activarse para las campañas, pero en este caso se palpa una apatía mayor. Reina el pesimismo en muchos cuadros, sobre todo entre los críticos, y pesa la fractura interna, estirada durante varios meses.

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"En mejores condiciones"

Sánchez despachó la apertura del comité con un discurso reciclado, con fragmentos de intervenciones suyas de esta misma semana, en la que brilló como titular la apelación a la cohesión interna y el juicio de que el PSOE está "en mejores condiciones" que el 20-D. Ante las cámaras, ninguna voz discordante. La propia Díaz prometió colaboración y apoyo al secretario general si los militantes le invisten con la condición de candidato. Y el resto de barones -faltaron el extremeño Guillermo Fernández Vara y el valenciano Ximo Puig, y no quiso hacer declaraciones el asturiano Javier Fernández, aunque acudió- midieron sus palabras. Elogiaron la figura de Madina, validando la apuesta de la presidenta andaluza (y de Vara) de garantizarle un escaño, pero todos se atuvieron al guion oficial de que el PSOE debe pensar en "ganar" y puede hacerlo.

El líder enhebró una breve y plana intervención, y ninguno de los barones regionales tomó la palabra. El comité se ventiló en dos horas

Pero los líderes territoriales peroraron ante las cámaras. No a puerta cerrada, en el órgano de dirección. Hay que descontar a Idoia Mendia, líder del PSE, que fue ratificada como candidata a lendakari. Pero ninguno de los presidentes autonómicos habló, ni ninguno de los barones sin gobierno. En el círculo de Sánchez lo entendían como un cierto vacío al jefe. Igual que sentó mal a algunos que los críticos Susana Díaz (Andalucía), Javier Lambán (Aragón) y Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha) se marcharan antes de la finalización del comité. Solo aguantó pegado a su silla hasta el final Javier Fernández. "La intervención de Pedro tampoco dio pie a un debate político, pero además interesa cerrar cuanto antes los trámites internos y concentrarnos en ganar estas elecciones", justificaba un dirigente muy cercano a Díaz.

El debate que copó los titulares, el puesto de Madina, saltaba en los pasillos, fuera del órgano. Dentro, la mayor aproximación la protagonizó Miriam Andrés, la secretaria provincial de Palencia, que defendió a Julio Villarrubia, anterior secretario general en Castilla y León, madinista y 'caído' de las listas del 20-D a última hora. Manolo Robles, alcalde de Fuenlabrada y pedrista indiscutible, pidió a sus compañeros que dejasen a la federación madrileña confeccionar su candidatura, en coordinación con Ferraz, con "tranquilidad". Aún quedan 15 días para que se confirmen todos los nombres.

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"No somos como Iglesias"

Pero Sánchez pidió zanjar el debate. A puerta cerrada, en su intervención de cierre, que algunos asistentes calificaron de "vehemente" y "desafortunada", reclamó a sus compañeros que no trasladen la imagen de que se preocupan por subir en las listas, por los "sillones", justo la crítica que han dirigido en las últimas semanas a Podemos. "No somos como Pablo Iglesias", reprochó, al tiempo que elogiaba a otro candidato que se quedó sin escaño en Madrid, el número nueve, José Enrique Serrano, miembro del comité negociador.

Claro que el debate de los nombres es imparable, pese a la pretensión inicial de generar poco ruido. A los abandonos de Carme Chacón e Irene Lozano, se sumó la marcha de Meritxell Batet a Barcelona para cubrir la vacante dejada por la exministra de Defensa y la polémica por el puesto de Madina. Sánchez ratificó el viernes que irá de siete por la capital, como el 20-D, pese a que no es un puesto garantizado, aunque su argumento es que el PSOE subirá en la capital. Este domingo, en una entrevista al diario 'El Mundo', el secretario general revela que el exparlamentario vasco ha aceptado. "Él trasladó a Ferraz que estará siempre donde le pida su partido, y que no será un problema para nadie", confían fuentes del círculo más cercano a Madina a El Confidencial.

Parte del debate se residenció en los pasillos, en los comentarios sobre Madina o en las perspectivas para el 26-J. Lo que se aprobaba era la hoja de ruta

Los próximos al líder recriminan a los críticos que utilicen a Madina "para hacer ruido", "precisamente aquellos que hicieron que se quitara de en medio hace dos años", porque Díaz y todos los barones -salvo Vara y Fernández- y los principales notables del PSOE apoyaron a Sánchez como secretario general. "Nadie quiere que intervengan en sus listas pero ellos sí quieren intervenir en la de Madrid", censuran. La razón que para los oficialistas explica la presión a favor del exdiputado vasco es que la presidenta andaluza quiere tener a un hombre de su confianza en el Parlamento, y disponer de él como posible portavoz, una figura clave si ella ganara el congreso del PSOE, ya que no dispondría de asiento en Madrid. Los líderes autonómicos, en cambio, ensalzan la figura de Madina por su "valía" y "reconocimiento social", simplemente.

Las diferentes estrategias

Pero la guerra no es solo de nombres. También lo es de estrategia y de proyecto. Y de percepción del reto del 26-J. Mientras que los fieles al secretario general están convencidos de que no habrá 'sorpasso' de Podemos e IU y de que los ciudadanos premiarán el esfuerzo de Sánchez por intentar formar Gobierno, en la otra trinchera, la de los críticos, se ponen la venda antes que la herida y anticipan que la campaña será "más difícil que la del 20-D" y que existe un "riesgo real" de que la suma de la izquierda alternativa coma espacio a los socialistas.

Díaz advierte a Sánchez de que con 90 escaños y con un Parlamento de mayoría de derechas, como ahora, es imposible intentar formar Gobierno

Díaz, ante los micrófonos y las cámaras, dejó claro dónde está su listón: si se reproducen los resultados del 20-D y el PSOE ronda los 90 escaños, no puede volver a intentar formar Gobierno. "Quiero que el PSOE gane, solo contemplo que gane. Y la experiencia de estos cuatro meses nos dice que, pese a nuestra voluntad, a la generosidad del PSOE, un partido de izquierdas con 90 escaños en un Parlamento con mayoría de derechas, es imposible que pueda formar Gobierno. Por tanto, hay que ganar, y yo creo que estamos en condiciones de ganar", aseguró.

Pero Sánchez, a puerta cerrada, subrayó, que aunque sale a ganar, si se repitiera un escenario semejante, él volvería a "tender la mano a las fuerzas del cambio", a Podemos y Ciudadanos, para "derrotar a la derecha". Emularía su estrategia. Los críticos reprochan a Sánchez que se conforme con un partido empequeñecido, menguante, que no ambicione ganar.

Dos horas de comité federal y a casa. A la salida, poco entusiasmo. Especialmente entre los más distanciados con el secretario general. "Está ejerciendo la etapa de liderazgo del PSOE más triste. Ha sido capaz de enfadar a todos. Quien no es capaz de generar convergencias en lo interno no puede hacerlo en lo externo", aseguraba un responsable de Organización de peso, convencido de haber asistido a un "funeral por anticipado". "Es que a ellos les interesa generar esa sensación de falta de entusiasmo", aducen en la trinchera contraria. "Es que estamos derrumbados, frustrados porque no hemos podido formar Gobierno. Estamos sacando fuerzas de la flaqueza", comenta una dirigente fiel al líder.

Sánchez explica a los suyos que sale a "ganar" pero si se reproduce el escenario, repetirá la estrategia de tender la mano a Podemos y Ciudadanos

En el fondo, aunque todos invocan el objetivo de "ganar" y de trabajar al máximo para que "esta vez sí" -como dijo Sánchez- el PSOE logre armar un "Gobierno del cambio", también todos, próximos y lejanos al secretario general, miran al 26-J. Al día después. Las encuestas no dan bien y, en el mejor de los casos, vaticinan un estancamiento o ligera subida del PSOE. Y entonces, los barones girarán la factura a Ferraz y buscarán su caída. El líder no se dejará tumbar tan fácilmente. Porque si algo ha demostrado es que es rocoso y que sabe sobreponerse a sus enemigos. La duda es si lo que le espera a la vuelta de la esquina es un muro demasiado alto como para trepar y salir ileso.

Queda otro comité federal antes del 26-J. El de dentro de 15 días, cuando se aprueben definitivamente las candidaturas de Congreso y Senado. Y, salvo que haya contratiempos, la cita se saldará sin dificultades. Como trámite. Porque el debate de verdad es el que llegará tras las urnas.

Lleva ya tiempo el PSOE enredado en el mismo debate, del que no ha conseguido escapar porque tampoco el tiempo político ha permitido salir del laberinto. No se ha logrado formar Gobierno, y vuelta a empezar: precampaña, listas, campaña, elecciones. Solo entonces, cuando se abran de nuevo las urnas, el 26 de junio, podrá despejarse una ecuación que ya pesa demasiado: qué pasará con Pedro Sánchez. Con su liderazgo, con su disputa con Susana Díaz (y los barones) y con el proyecto del PSOE. Hasta que esa batalla final no se produzca, lo que aflora es un falso cierre de filas, una atmósfera de calma tensa y de falta de entusiasmo.

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