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Sánchez agota su pacto con C's y afronta su última bala para resistir en Ferraz
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EL CAMINO HACIA LAS SEGUNDAS ELECCIONES

Sánchez agota su pacto con C's y afronta su última bala para resistir en Ferraz

Los socialistas consideran que su pacto con Rivera decae porque era un programa para una investidura que no se producirá. Para el líder, el 26-J puede ser la prórroga antes de ser destronado

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante la rueda de prensa en el Congreso posterior a su tercera y última reunión con el rey Felipe VI, este 26 de abril. (Reuters)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante la rueda de prensa en el Congreso posterior a su tercera y última reunión con el rey Felipe VI, este 26 de abril. (Reuters)

El ciclo del 20-D ha concluido definitivamente. 128 días después. Más de cuatro meses de bloqueo, de negociaciones infructuosas, de investidura fallida, de teatro parlamentario nunca visto. Nada más abiertas las urnas, ya se vislumbraba como probable la repetición electoral, y así ha sido. La voladura del bipartidismo y la entrada en el hemiciclo de dos nuevas fuerzas, Podemos y Ciudadanos, no ha traído un nuevo Gobierno. Nada. Solo la constatación de la incapacidad de pactar con unos números complejísimos de encajar. De nada valió el espejismo de un último intento protagonizado por Compromís, el 'acuerdo del Prado', que se disolvió como un azucarillo en minutos. El PSOE se estampó otra vez contra la losa del acuerdo imposible. Ya solo queda que el Rey firme el 3 de mayo, con el refrendo del presidente del Congreso, Patxi López, el decreto de disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones para 54 días después.

Quemados todos los cartuchos, Pedro Sánchez, el protagonista de la escena política durante los últimos meses, se rindió a la evidencia y constató ante Felipe VI lo obvio: que habrá elecciones generales el 26 de junio. Ya no caben más ficciones. Ahora comienza la precampaña pura y dura, y lo primero que le toca al PSOE es desprenderse de su socio, dando por congelado (o muerto) su pacto con Ciudadanos. Y confiar en que su relato de que ha trabajado más que ninguna otra fuerza para formar un Gobierno alternativo al de Mariano Rajoy funcione y sea premiado por una ciudadanía que puede penalizar el fracaso de los políticos con la abstención. A esa vela se tiene que agarrar forzosamente el secretario general. El 26-J puede ser su última oportunidad para sobrevivir dentro de un partido quebrado y que le cuestiona abiertamente.

En la intervención inicial de Sánchez y en las respuestas a las preguntas de los periodistas, tras su despacho con el Rey en La Zarzuela, se encontraban nada disfrazados los cimientos de la argumentación de campaña que manejará el PSOE en las próximas semanas. Y aunque el "adversario" es y será el PP, la primera tarea es explicar a los ciudadanos de quién es la culpa del 26-J. Ferraz pone el foco en Podemos y, singularmente, en Pablo Iglesias, porque "nunca quiso pactar" con el PSOE, de lo que espera que tomen "buena nota" sus votantes del 20-D. "Más, honestamente, no puedo hacer. Lo he intentado todo", señaló durante su comparecencia, resumiendo el espíritu que anida en la dirección. "Algunos hemos trabajado para que ese fracaso no se produjera y otros sí. Uno fue Iglesias y el otro Rajoy".

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Una campaña "más política" que de propuestas

Caña a Podemos, la que pudo y más, que destacaba por la actitud complaciente con Compromís, o con el agradecimiento expreso a Ciudadanos y Coalición Canaria en estos cuatro meses. Ahí estaba otra de las claves. Sánchez no quiso adelantar qué ocurrirá con su pacto con Albert Rivera. No lo dio por roto. Pero no hacía falta. Fuentes del comité negociador y de la dirección del partido confirmaban tras la comparecencia de su jefe lo obvio: que aquel texto de 66 páginas era un programa "para la investidura", y punto. No hay investidura, así que está liquidado, no tiene más sentido. Los socialistas concurrirán el 26-J con el programa de las últimas generales, cuyo proceso de gestación fue largo -se nutrió de las aportaciones de una comisión de expertos-, y cuya vigencia, subrayan, está fuera de duda.

Ferraz no teme el lastre de la alianza con C's: la campaña será "más política que nunca". "Somos de izquierdas; Podemos, los populistas", argumentan

En el partido se teme que el pacto con Rivera se convierta en un lastre, que lo escore a la esquina derecha, empujado por Podemos e IU. Pero no es esa la opinión de la dirección. Considera que esta campaña va a ser "más política que nunca", en la que pesarán menos las propuestas porque la gran incógnita que queda por despejar es quién gobernará. A Ferraz no le preocupa que se piense que es capaz de ceder en sus reivindicaciones bandera -derogación de la LOMCE y de la reforma laboral, por ejemplo-, ya que cree estar en posesión del relato ganador, el de la fuerza política que intentó sacar a España del "bloqueo" y la parálisis y puso toda la carne en el asador para formar Gobierno, y que por tanto la única garantía de cambio es el PSOE.

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"Nosotros somos de izquierdas. Ellos son populistas", "¿Por qué van a ser más de izquierdas quienes han votado en contra del cambio?", apuntaban varios integrantes del equipo negociador para sostener su argumentación.

"Hasta ocho portazos" de Podemos

Entre los colaboradores de Sánchez cundía la indignación. Él la expresó durante su comparecencia ante los medios, pero los juicios sobre Podemos eran aún más críticos en privado. En el comité de diálogo contabilizaban "hasta ocho portazos" consecutivos de la formación morada, cómo "desde el primer día se vio que Podemos solo pensaba en los sillones y estar en el Gobierno", que no le interesaban las políticas, pese a que Ferraz intentaba poner el foco en ellas respondiendo a cada paso de Iglesias con un nuevo documento. O como hizo este martes con el texto de Compromís. En el entorno del secretario general insistían en que la vía por la que apostaba la formación morada llevaba consigo, necesariamente, la abstención de ERC y Democràcia i Llibertat, cuyos votos Sánchez rechazó. Iglesias, sin embargo, apelaba al jefe de Ferraz para que buscase la abstención de Ciudadanos. "Era imposible, porque si tú le dices a alguien que tu pacto no vale, luego no se va a abstener". En resumidas cuentas, Ferraz creía y cree que la única combinación posible es por la que trabajó, la de la suma con los dos emergentes, la alianza de las "fuerzas del cambio".

El comité negociador y la dirección advierten de que las coaliciones no siempre suman, e Iglesias busca la alianza con IU para "amortiguar el socavón" que sufre

Y aunque en las federaciones se teme el efecto movilizador que pudiera tener la alianza de Podemos e IU, la dirección y el comité negociador subrayan que no habrá 'sorpasso'. Que "en política las coaliciones nunca suman, no son uno más uno", y que para muestra están los archivos electorales y la experiencia de los propios socialistas, que en Euskadi, por ejemplo, se asociaron a Euskadiko Ezkerra en 1993 y su entente, que aún mantiene, no aglutinó todos los votos que tenían ambas por separado anteriormente. La lectura que hace Ferraz es que Iglesias busca a la desesperada el acuerdo con Alberto Garzón para "amortiguar el socavón" que se le avecinaba el 26-J, según las encuestas. "Además, todo dependerá de cómo se concrete la coalición, de si tienen problemas o no... Y ojo, que quedan dos meses para las elecciones", añadían, para remarcar que nada está dicho y que los sondeos que se han hecho hasta ahora se han confeccionado bajo los patrones que salieron del 20-D, y ahora el contexto es otro. Con un ingrediente clave y que no se sabe muy bien cómo operará: la previsible abstención.

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Por lo pronto, según los estudios que maneja la dirección, cerca de un 40% de los votantes de Iglesias no comparte su decisión de no apoyar el pacto Sánchez-Rivera. En Ferraz se ha detectado que una parte de esos electores no acudirá a las urnas el 26-J, otra emigró hacia IU y otro pequeño sector está regresando al PSOE. Eso explica que la campaña se centre en el fuego contra el PP, pero también en el cuidado a los electores de Podemos, para no ofenderles.

Ejecutiva y reunión de grupo, este miércoles

Sánchez tiene delante la que puede ser su última oportunidad para mantenerse a flote en el PSOE. Este miércoles, antes de la reunión con su grupo parlamentario en el Congreso, prevista a las 13:00, se citará con su ejecutiva, la que convocará al comité federal para el sábado, y este abrirá las primarias para elegir candidato a La Moncloa. Previsiblemente, no encontrará rival. Susana Díaz ha dado señales de que esperará a cobrarse su venganza contra el secretario general a partir del 26-J, si se repite un mal resultado, y no hay alternativas de peso que puedan confrontar contra él.

El Rey no propone a ningún candidato a la investidura

La siguiente prueba de fuego serán las listas. El líder ya indicó este martes que su intención es "repetir" las candidaturas que se presentaron en diciembre, lo que no es óbice para que se hagan pequeños reajustes, como podría ser la salida de Irene Lozano y Zaida Cantera en Madrid y la entrada de la secretaria de Empleo, Luz Rodríguez, que podría no volver a ocupar su plaza por Guadalajara porque el secretario provincial, Pablo Bellido, ha sido exonerado de una causa por estafa que pesaba sobre él.

El sábado, el comité federal convocará las primarias exprés, pero Sánchez no tendrá rival. El secretario general tiene intención de que las listas se repitan

Luego restará la campaña pura y dura. El PSOE es un partido que aprieta sus filas antes de unas elecciones, pero ya no puede ocultar bajo el mantel las discrepancias de las federaciones más grandes, empezando por Andalucía, con Sánchez. Por eso puede que ya los barones no le den otra vida si el 26-J los socialistas besan la lona y firman un resultado que o bien no baste para alcanzar claramente el Gobierno, y sin demasiadas filigranas, o bien ronde los escuálidos 90 escaños del 20-D. Si el líder fracasa, sabe que su liderazgo puede quedar herido de muerte y que Díaz podría apearle del trono de Ferraz. Pero nada es seguro. Mucho se ha escrito de la última oportunidad de Sánchez. Pero él ha resistido cada embate. Dando muestras de librar todas las batallas y ganarlas. En dos meses, puede que su baraka se afiance o se evapore.

El ciclo del 20-D ha concluido definitivamente. 128 días después. Más de cuatro meses de bloqueo, de negociaciones infructuosas, de investidura fallida, de teatro parlamentario nunca visto. Nada más abiertas las urnas, ya se vislumbraba como probable la repetición electoral, y así ha sido. La voladura del bipartidismo y la entrada en el hemiciclo de dos nuevas fuerzas, Podemos y Ciudadanos, no ha traído un nuevo Gobierno. Nada. Solo la constatación de la incapacidad de pactar con unos números complejísimos de encajar. De nada valió el espejismo de un último intento protagonizado por Compromís, el 'acuerdo del Prado', que se disolvió como un azucarillo en minutos. El PSOE se estampó otra vez contra la losa del acuerdo imposible. Ya solo queda que el Rey firme el 3 de mayo, con el refrendo del presidente del Congreso, Patxi López, el decreto de disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones para 54 días después.

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