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Sánchez aísla al PP y emplaza a Podemos a facilitar el "Gobierno del cambio"
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LA PRIMERA SESIÓN DEL DEBATE DE INVESTIDURA EN EL CONGRESO

Sánchez aísla al PP y emplaza a Podemos a facilitar el "Gobierno del cambio"

El candidato recibe el aplauso de los suyos pero el portazo del resto de la Cámara. Centra sus críticas en Rajoy y articula un discurso plebiscitario: o él o la continuidad del PP. No hay más "opciones"

Foto: Pedro Sánchez, durante su discurso de investidura este 1 de marzo en el Congreso. (Reuters)
Pedro Sánchez, durante su discurso de investidura este 1 de marzo en el Congreso. (Reuters)

A cualquiera que siga habitualmente los discursos de Pedro Sánchez no le pudo sorprender la música y la letra del llamado a ser -eso al menos manda la lógica- su gran discurso. El de investidura. No. El de este martes hilaba con sus mítines, sus intervenciones públicas, sus palabras de los últimos días, sus expresiones y giros. Un discurso "muy Pedro Sánchez", como reconocían los miembros de su ejecutiva, aplaudido y celebrado por los suyos dentro y fuera del Congreso, "efectivo" por cuanto intentó situar a Podemos ante su espejo, hacerle caer en su red, obligarle a justificar por qué no quiere y se revuelve contra un "Gobierno del cambio" que puede empezar a desmontar, "la semana próxima", el andamiaje construido (o volado) por el PP en los últimos cuatro años.

[Consulta el discurso con el que Sánchez subió a la tribuna en PDF]

Sánchez, ya lo habían advertido en su equipo, gusta de meter su pluma, de hacer suyos los discursos. Y esta vez optó por hacerse reconocible a través de la tribuna a través de una intervención quizá desapasionada, lejos de la épica y la lírica, aunque lo intentó al tratar de construir un nuevo relato con esa apelación al "mestizaje ideológico", a la suma de siglas y a la apuesta por centrarse en lo que une y no en lo que separa. Hasta empleó un punto realista y derrotista. No acudió, lo dijo él mismo porque lo sabe, a salir investido, sino a dar un "paso adelante", a resolver el "bloqueo político" por la "falta de responsabilidad" de Mariano Rajoy. Su mayor humillación, anticipó, no es salir embestido por el no del Congreso este miércoles en primera votación y el viernes en segunda ronda. "Mi fracaso hubiera sido rechazar el ofrecimiento del jefe del Estado [...]. Soy uno más de los 350 aquí presentes. Hoy me ha correspondido traer una propuesta abierta a su votación esta semana. El éxito o fracaso de este debate que en unas horas iniciamos dependerá de todos nosotros". De que sus señorías respondan "sencillamente con un sí o con un no". Sí o no a Sánchez. Sí o no a Rajoy. Un plebiscito. O cambio o continuidad.

El discurso era Sánchez al cien por cien. Lejos de la épica. Sobrio. Pero "efectivo" para sus compañeros, porque obliga a Podemos a argumentar su no

Por eso se percibió "efectivo" el discurso del secretario general. Largo, de 96 minutos, pero "efectivo". Entre sus huestes, que le aplaudieron a rabiar durante el pleno y se pusieron en pie al final. Porque buscó "poner a Podemos ante sus contradicciones", como valoraba un dirigente muy próximo a la baronesa andaluza, Susana Díaz. Porque aislaba al PP y lanzaba la pelota a la izquierda, insistiendo en que un acuerdo transversal -lo que denominó "mestizaje ideológico"-, el "compromiso" con "la patria, España", urge, y es la única salida posible al "bloqueo". Porque todas las medidas que fue desgrananando, una tras otra, recitadas de su pacto con Ciudadanos, pueden empezar a ser realidad "la semana próxima". Si la Cámara quiere. Resumió las intenciones el portavoz socialista en el Congreso: "No hay excusas para frenar o retrasar el cambio". El PSOE quiere que la izquierda concrete qué no le gusta, no que cosa un rechazo general, quiere que se moje y que posibilite la investidura esta misma semana, sin mirar a finales de abril, cuando se agote el tiempo y las encuestas afinen más sobre a quién conviene y a quién no ir a nuevas elecciones.

Lo que no se ve del debate de investidura

PNV y CC también se alejan

Estrategia (por ahora) fallida. Porque Sánchez sufrirá este miércoles su primera derrota. Le respaldarán sus 90 escaños y los 40 de Ciudadanos. Punto. Ni uno más. El PNV, muy duro en su juicio y dolido por no haber recibido "ningún guiño", adelantó el no. Y Coalición Canaria, que cogobierna con los socialistas en las islas pero mira mucho a los nacionalistas vascos, anunció su abstención, y no su sí. Sólo C's, su socio, tuvo palabras de elogio hacia el líder del PSOE. Los demás, críticas y más críticas. Empezando por Pablo Iglesias, que calificó su 'speech' de "decepcionante". Alberto Garzón, de IU-UP, lo vio "muy ambiguo" y que "contenta" sólo a Albert Rivera. Joan Baldoví, de Compromís, le reprochó que busque el mestizaje a partir de formaciones "incompatibles".

Las valoraciones al discurso de Pedro Sánchez

Sánchez, que para su gran día se vistió con su corbata roja de las grandes ocasiones, se erigió como la antítesis de Mariano Rajoy. Llegó el tiempo de desterrar los comportamientos "absolutistas", el gobernar "solo y frente a todos", el "chantaje", la "imposición". De poner fin al carnaval de una corrupción que ha alcanzado niveles "insoportables". De salir del inmovilismo. De finiquitar una política económica que se ha probado un "fracaso". El presidente, mientras, asistía con cierta parsimonia a la sucesión de estocadas.

No hay una suma posible sólo con partidos de la misma ideología. Estamos obligados a mezclarnos, a hacer mestizaje ideológico

Sánchez quiere liderar un Gobierno "del cambio", del "bien común" -la expresión que se aplicaron las plataformas municipalistas impulsadas por Podemos-, y para eso no se basta solo. Ni se basta la izquierda, alegó. "Si la mayoría de los españoles y diputados de la Cámara quiere un cambio de Gobierno, ¿por qué no lo llevamos adelante? Sólo hay dos alternativas: o no hacer nada y dejar a Rajoy y su Gobierno en funciones o apostar por un cambio nacido del diálogo y el acuerdo [...]. ¿Queremos un cambio de Gobierno basado en el acuerdo, sí o no?". Esa es la disyuntiva para los socialistas.

El PSOE no exige nada, no aspira a imponer, no tenemos líneas rojas, sólo firmes convicciones. Ofrecemos gobernar mediante pactos

El candidato consumió la primera parte de su discurso explicando qué le llevaba a la Cámara. Por qué se había subido a la tribuna de oradores, por qué había aceptado el encargo del Rey, por qué no había imitado el "escapismo" de Rajoy, que declinó la oferta del jefe del Estado. "Sepan que el Grupo Socialista no exige nada, no aspira a imponer nada, no tenemos líneas rojas, tan sólo firmes convicciones. Ofrecemos gobernar mediante pactos que cuenten con el mayor respaldo parlamentario posible. Ofrezco un Gobierno que ponga en marcha todo lo que estamos de acuerdo la mayoría". Porque es "crucial" para quienes tienen "diferentes ideas" comprometerse "en una causa común". "Nuestra patria, España", paladeó.

"Que todos los votantes de izquierdas lo sepan"

¿Cómo armar ese propósito? Sánchez expuso el razonamiento que ha repetido él mismo y su dirección en las últimas semanas. Primero, la gran coalición con la que sueña el PP no es posible. Dos, también es una "falsa esperanza" pensar en un Gobierno de izquierdas, en el Ejecutivo de coalición con el que presiona Pablo Iglesias. "Podemos discutir sobre sillas, cargos, vicepresidencias y reparto de poderes para cada uno. Pero es absurdo llegar allí. Que todos los votantes de izquierdas lo sepan. No hay mayoría suficiente para sumar un Gobierno de izquierdas. No suma. Lo siento, pero no suma", aseguró. La única receta para un puzle que "no es irresoluble" es el "mestizaje ideológico". De siglas y de ideologías, para conseguir que "la mayoría sea la unión de minorías diversas".

Una comunión de la que no participa el PP. Sánchez le dirigió toda la munición, aunque sin extralimitarse en el lenguaje, sin bajar al barro ni calentar a Rajoy. No se cebó siquiera en los casos de corrupción de su partido para no alimentar, subrayó, "el y tú más". Y aunque nunca aceptará la gran coalición, sí tendió la mano a los populares para "dialogar y acordar los grandes asuntos de Estado", como lucha contra el terrorismo, educación o pensiones.

Dicho de otro modo. La única opción que cree viable es lo que él ha venido rotulando como un Gobierno "progresista y reformista", que mira a la izquierda y a Ciudadanos, que se modela "a partir del acuerdo, no del asalto". Pista que aprovechó para presentar el pacto que sí ha logrado amarrar en este mes de negociaciones: el suscrito con Albert Rivera, a quien agradeció su "valentía y coraje". Mirada de satisfacción del presidente de C's. Aplauso sarcástico y teatral de Pablo Iglesias y de la bancada de Podemos.

Sánchez introduce el latiguillo "todo esto lo podemos hacer la próxima semana" tras cada bloque de propuestas de su discurso para presionar a Podemos

Cambio, acuerdo, diálogo, consenso, compromiso. Palabras que se convirtieron en el eje de su discurso. Eso... y las medidas. Sánchez se detuvo en explicar las iniciativas comprendidas en su programa de gobierno con la formación naranja [aquí en PDF]. Hasta "la peor de ellas", dijo, buscando espolear a la izquierda, es "mejor" que las aplicadas por el Ejecutivo saliente. No coló ninguna propuesta nueva. No sacó ningún conejo de la chistera ni se descolgó con una idea efectista. Ahí tenía las manos atadas, porque hay un documento por delante, firmado por los dos socios. Medidas de economía, de lucha contra la desigualdad, de regeneración democrática, de reconstrucción del Estado del bienestar, de derechos y libertades, de Cataluña, de reforma de la Constitución. Hasta 109 contabilizó el PSOE [aquí todas las propuestas en PDF]. Y todas ellas se pueden poner en marcha, dijo con denuedo, cada vez que cerraba un epígrafe, "la próxima semana". Un recurso que no aparecía entre sus papeles pero que le sirvió estilísticamente para situar el foco en Podemos. Sin ellos, no hay nada que hacer. Con ellos, el Gobierno "del cambio" puede empezar a funcionar.

El cambio y el diálogo, términos clave en el discurso de Pedro Sánchez

Las diputaciones se escapan

Entre las medidas no enumeró la supresión de las diputaciones, que sí aparecía en el discurso facilitado a la prensa. No fue un olvido casual o un salto de párrafo involuntario. Sánchez es consciente del resquemor que ha provocado esa cuestión pactada con C's dentro de su propio partido. Y no deseaba mentar a la bicha. Por eso eludió el bulto, reconocieron en su entorno. Hernando lo disculpó: este miércoles quedan "doce horas de debate" y se podrán tocar todos los palos. Él mismo señaló a la salida que su alocución iba quedándose larga y tuvo que "acortar".

"Derogar" y "lo podemos hacer esta semana", expresiones fetiche de Sánchez en su discurso:

Sánchez montó su discurso de forma circular. Explicadas sus medidas casi de forma administrativa, sin aspavientos, regresó al punto de origen. A la apelación del diálogo y a la encrucijada de votar sí o no a su investidura. Sí o no al cambio. Sí o no a la "oportunidad" que está "al alcance de la mano" de construir una España "mejor", en lo colectivo y en lo "individual".

Sánchez y las diputaciones: "He ido acortando y ya está, pero el compromiso es el mismo"

El candidato despojó de euforia sus palabras finales, consciente de que se estrellará contra el Congreso. "Hoy todos sabemos de antemano el resultado de la votación final de esta investidura si nos atenemos a lo escuchado estos días". Pero él se siente "orgulloso" de haber conseguido tres objetivos. Uno, "dejar clara" ante los españoles la "firme voluntad" del PSOE de trabajar "por un cambio en la política española", "desde la humildad y la ambición". Dos, ante los diputados, para tender "la mano" a todos los que comparten "un objetivo común", el alcanzar "mediante el diálogo y el acuerdo un cambio" en el Ejecutivo y en la forma de gobernar España. Tres, ante el Rey, porque se resuelve así el "bloqueo" y se pone en marcha la cuenta atrás de dos meses hacia las nuevas elecciones en caso de que fracasen todos los intentos de investidura. "Mi fracaso hubiera sido rechazar el ofrecimiento del jefe del Estado". "Hemos cumplido", dijo a su bancada.

Se declara "orgulloso" de haber cumplido tres metas: trabajar por un cambio, tender la mano a los partidos y no rechazar el ofrecimiento del Rey

Al final, el candidato parecía no ser el candidato. Se presentó como "uno más de los 350 presentes", al que este martes le correspondió "traer a la Cámara una propuesta abierta". Propuesta con tres ejes: sacar a España del "bloqueo", poner "en marcha el cambio que esperan millones de españoles", y avanzar a la velocidad que se decida. Pregunta que se responde, liquidó, con un sí o un no. "En ese momento sabremos dónde realmente está cada uno". Reto final. La conclusión en términos binarios.

Sánchez: "Quiero llegar a un nuevo entendimiento entre catalanes, y entre estos y el resto de españoles":

Diputados, senadores, presidentes autonómicos -acudieron tres: Guillermo Fernández Vara (Extremadura), Ximo Puig (Valencia) y Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha)- y dirigentes más o menos alineados con su jefe acogieron en positivo el discurso. Le faltaba "corazón", aunque "es su estilo", advertían algunos. Una intervención "de izquierdas", de principios inconfundiblemente socialistas, calibraban otros. Los parlamentarios catalanes agradecían que hubiera ampliado el capítulo dedicado a la solución a la tensión soberanista, menos desarrollado en el pacto con C's. No hubo referencias al referéndum que quiere Podemos, sí a que la crisis de convivencia debe resolverse con el diálogo, y no con el choque, como han vivido los dos Gobiernos -el de la Generalitat y el de Rajoy- en los últimos años. Además de la defensa de la ley, hay que "tender puentes" y poner sobre la mesa, sin demora, la reforma de la Constitución.

Pero este martes es sólo el principio del debate de investidura. Aún quedan todas las réplicas a los grupos. Y serán duras. Entonces Sánchez podrá comprobar cómo las posiciones no se han movido un milímetro y cómo su sueño del "Gobierno del cambio" recibe un sonoro rechazo. Su pretendido plebiscito, hoy por hoy, no tiene números para prosperar.

"Revolución" en regeneración democrática, Cataluña, cambio económico, pacto educativo...

Buena parte del discurso de Sánchez se centró en la explicación de las medidas de su programa de gobierno pactado con Ciudadanos. Aquí reseñamos algunas de las 109 recogidas por el candidato:

-Impulsar un nuevo modelo productivo de crecimiento inclusivo, medioambientalmente sostenible y fundamentado en la productividad.

-"Derogar" los elementos más "nocivos" de la reforma laboral del PP.

-Poner en marcha el diálogo social para elaborar un nuevo Estatuto de los Trabajadores.

-Cierre progresivo de las centrales nucleares al cumplir 40 años de su vida útil.

-Pacto de Estado de la energía.

-Negociar con Bruselas un nuevo calendario para la reducción del déficit.

-Renunciar a que el ajuste se haga recortando el Estado del bienestar.

-Efectuar una reforma fiscal integral y progresiva. Reforzar la lucha contra el fraude.

-Poner en marcha de forma inmediata un plan de emergencia social que reconozca el ingreso mínimo vital y la reducción de la pobreza laboral con un complemento salarial garantizado.

-Subida del salario mínimo.

-Recuperación del subsidio de desempleo para los parados de más de 52 años.

-Aprobación de una ley de lucha contra la pobreza energética.

-Impulso de medidas contra el sobreendeudamiento y los desahucios.

-Recuperar la universalidad de la sanidad pública.

-Recuperar el consenso alrededor del Pacto de Toledo.

-Revitalización de la Ley de Dependencia.

-Reconocer a todas las mujeres un bonus de dos años de cotización por cada hijo a efectos del cálculo de las pensiones.

-Pacto social y político por la educación que contenga la configuración de la beca como un derecho.

-Pacto también que, en el plazo de seis meses, establezca una Ley de Educación consensuada, fiable y duradera, como demanda la sociedad, ajena a las alternancias en el poder

-Rebaja del IVA cultural.

-Primar la independencia, profesionalidad e imparcialidad de los cargos de designación parlamentaria. Una "auténtica revolución", dijo, que llevará al nombramiento de altos cargos designados por el Gobierno, como el fiscal general del Estado o el gobernador del Banco de España.

-Reforma del sistema electoral.

-Derogación de la prisión permanente revisable.

-Derogación del artículo 315. 3 del Código Penal sobre el ejercicio del derecho de huelga.

-Derogar la última reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal en lo referido a los plazos de la instrucción.

-Reforma de la Ley de Financiación Autonómica.

-Derogar la reforma local impulsada por el PP.

-Reforma exprés de la Constitución para acabar con los aforamientos, limitar a ocho años el mandato del presidente del Gobierno, reducir a 10 el número de vocales del Poder Judicial y reducir a 250.000 las firmas necesarias para presentar una iniciativa legislativa popular.

-Garantizar el derecho de las mujeres a decidir sobre su maternidad.

-Ley de muerte digna.

-Revitalizar la Ley de Memoria Histórica.

-Eliminar los aspectos regresivos de la 'ley mordaza'.

-Pacto social, político e institucional contra la violencia de género.

-Impulsar una política europea común de asilo e inmigración.

-Recuperar la justicia universal.

-Apoyar la coalición global contra el Estado Islámico.

-Activar las comisiones bilaterales Estado-Generalitat.

-Compromiso con algunas de las peticiones de la Generalitat (financiación suficiente, paralización de la Lomce, incremento del presupuesto en políticas de empleo...).

-Creación de una subcomisión que estudie la modificación de la Carta Magna.

A cualquiera que siga habitualmente los discursos de Pedro Sánchez no le pudo sorprender la música y la letra del llamado a ser -eso al menos manda la lógica- su gran discurso. El de investidura. No. El de este martes hilaba con sus mítines, sus intervenciones públicas, sus palabras de los últimos días, sus expresiones y giros. Un discurso "muy Pedro Sánchez", como reconocían los miembros de su ejecutiva, aplaudido y celebrado por los suyos dentro y fuera del Congreso, "efectivo" por cuanto intentó situar a Podemos ante su espejo, hacerle caer en su red, obligarle a justificar por qué no quiere y se revuelve contra un "Gobierno del cambio" que puede empezar a desmontar, "la semana próxima", el andamiaje construido (o volado) por el PP en los últimos cuatro años.

Pedro Sánchez Compromís PNV Izquierda Unida Antonio Hernando
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