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El PP entra en depresión y fía su última esperanza a que los barones frenen a Sánchez
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El PP entra en depresión y fía su última esperanza a que los barones frenen a Sánchez

Sin margen para la negociación más allá de los socialistas (y de Ciudadanos como complemento), cunden los nervios en el PP ante el empeño de Sánchez en formar un nuevo frente anti-PP

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. (EFE)
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. (EFE)

Un mes después de las elecciones generales del 20-D, el Partido Popular ha pasado de proponer al PSOE que apoye o avale un Gobierno constitucionalista de amplia base a encomendarse a los barones socialistas para que eviten un Ejecutivo de Pedro Sánchez de signo contrario: con Podemos, sus socios periféricos y los partidos independentistas. Sin margen para la negociación más allá de los socialistas (y de Ciudadanos como complemento), los diputados del Grupo Popular entran en depresión ante el empeño de Sánchez en encabezar un nuevo frente anti-PP sin que las denuncias de Mariano Rajoy ni las tibias quejas en el PSOE sirvan para frenarlo.

Al ‘no’ rotundo al entendimiento del secretario general de los socialistas, se suma ahora el aguante aparente de todo el partido ante la decisión de su jefe de acercarse a los podemitas, por muy populistas y antisistema que se manifiesten en cada paso que dan en las instituciones, y de hacer favores parlamentarios a los separatistas catalanes de ERC y Convergència, como ocurrió en el Senado.

La única noticia positiva que esperan en el PP para los próximos días consiste en que el comité federal del PSOE convocado para el próximo día 30 recuerde a Sánchez que no puede negociar sobre todo y con todos para llegar al poder.

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Los dirigentes y diputados del Grupo Popular buscan motivos para la esperanza en las declaraciones de Susana Díaz, Emiliano García-Page, Guillermo Fernández Vara o Javier Fernández contra los pactos con grupos separatistas. No porque puedan influir para que el PSOE se abstenga en una última votación de investidura de Rajoy entrado febrero o llegado marzo, sino simplemente para que paren los pies a Sánchez antes de que adquiera compromisos con Pablo Iglesias, Ada Colau, Oriol Junqueras y/o Carles Puigdemont que sean inaceptables para el partido por cuestionar la unidad nacional.

Si Pedro Sánchez está dispuesto a pactar con todos los partidos menos con el PP, como ya hizo en las elecciones autonómicas y municipales, a Rajoy solo le vale el entendimiento con el PSOE para desbloquear la situación. Además, el jefe del Ejecutivo en funciones está obligado a presentarse a la investidura aunque no tenga apoyos para salir elegido en la primera votación que exige mayoría absoluta, ni tampoco en la segunda. Todas las formaciones menos Ciudadanos tienen anunciado el ‘no’ a votarle y hasta a hablar. Pero si Rajoy no se presenta a ese pleno, tampoco se pone en marcha el proceso y el plazo de dos meses para repetir los comicios. Luego le tocará el turno a Pedro Sánchez, quien de todas formas dice que no abrirá negociaciones con los populistas, el resto de izquierdistas e independentistas hasta que Rajoy no salga trasquilado en primera instancia.

En fuentes del Grupo Popular, dan por hecho que la primera sesión de investidura se convocará la próxima semana para que pueda desarrollarse en la siguiente. Para entonces, y después del comité federal del PSOE del día 30 de este mes, Mariano Rajoy espera saber al menos si el secretario general de los socialistas puede cogerle el relevo de las votaciones con las manos libres para pactar con los grupos que defienden el llamado derecho de autodeterminación, referéndum de secesión en Cataluña o que España no es una nación y debe convertirse en “Estado plurinacional”.

El presidente del Gobierno en funciones sigue decidido a someterse a esa sesión de investidura (tampoco tiene otro remedio más que hacerlo) y aprovecharla para insistir en su oferta de Ejecutivo constitucionalista de amplia base, presentándose como única opción de estabilidad política e institucional frente al intento de Sánchez de aliarse con Podemos, sus tres socios en Cataluña, la Comunidad Valenciana y Galicia, Izquierda Unida y luego, a elegir entre ERC, los sucesores de Convergència o el PNV.

El problema interno que tiene el PP es cómo mantener la serenidad entre sus parlamentarios, cuadros y bases, que empiezan a temer que a Sánchez le salga la carambola anti-PP, y, al mismo tiempo, prepararse para nuevas elecciones en mayo, la salida más probable y casi inevitable, según reconocen los principales dirigentes de puertas adentro desde el 21 de diciembre.

Un mes después de las elecciones generales del 20-D, el Partido Popular ha pasado de proponer al PSOE que apoye o avale un Gobierno constitucionalista de amplia base a encomendarse a los barones socialistas para que eviten un Ejecutivo de Pedro Sánchez de signo contrario: con Podemos, sus socios periféricos y los partidos independentistas. Sin margen para la negociación más allá de los socialistas (y de Ciudadanos como complemento), los diputados del Grupo Popular entran en depresión ante el empeño de Sánchez en encabezar un nuevo frente anti-PP sin que las denuncias de Mariano Rajoy ni las tibias quejas en el PSOE sirvan para frenarlo.

Mariano Rajoy Carles Puigdemont Ciudadanos Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Oriol Junqueras
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