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El 20-D confirma que no hay centro para dos: el 80% del voto de Rivera era de Rajoy
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de la 'operación menina' a la coalición PP-PSOE

El 20-D confirma que no hay centro para dos: el 80% del voto de Rivera era de Rajoy

La promoción de Ciudadanos para echar a Rajoy (pero no al PP) con la 'operación Menina' despreció un principio de la sociología electoral, el de que el centro derecha pierde cuando va separado

Foto: Albert Rivera (Foto: Reuters)
Albert Rivera (Foto: Reuters)

La enrevesada ‘operación Rivera’, la promoción empresarial, de medios y con encuestas, de Ciudadanos, que tenía que culminar con la ‘operación menina’ para echar del poder a Mariano Rajoy (pero no al PP), despreció un principio básico de la sociología electoral española: no hay espacio para dos partidos de centro derecha. Los análisis que hacen en la sede de Génova confirman lo que ya advertían los diputados desde sus circunscripciones antes de los comicios, que entre dos terceras partes y hasta el 80% de los votantes de Ciudadanos salían del PP y casi ninguno del PSOE. Y el centro derecha cuando se presenta dividido nunca hasta ahora ha gobernado.

En la dirección del PP y, sobre todo en La Moncloa, culpan de parte de su fiasco electoral del 20-D al empeño de algunos sectores económicos y grupos de comunicación en apoyar a Albert Rivera como una opción frente al Partido Popular que, de todas formas, culminaba en una mayoría de gobierno PP-Ciudadanos más acorde con sus intereses. La fórmula consistía en que la nueva formación emergente, clave para garantizar la gobernabilidad, pediría la retirada del actual jefe del Ejecutivo y su relevo, por ejemplo por Soraya Sáenz de Santamaría. Pablo Iglesias lo llamaba la ‘operación menina’.

Los resultados del 20-D confirmaron la tradición: el PP perdió 3,6 millones de votos con respecto a 2011, casi los mismos que obtuvo Ciudadanos (3,2 millones)

Los medios, afines o no al plan, difundieron la teoría de que esa suma de escaños era segura amparados en unas encuestas que, según el entusiasmo de cada cual, colocaban a Ciudadanos entre el segundo y tercer puesto ante los comicios. El electorado tradicional del centro y la derecha podía votar con tranquilidad a Rivera contra Rajoy porque no había riesgo de victoria de la izquierda. Pero los resultados del 20-D, inéditos en tantas cosas, confirmaron la tradición: el PP perdió 3,6 millones de votos con respecto a 2011, casi los mismos que obtuvo Ciudadanos (3,2 millones).

Traducido a escaños y con casi el mismo número de votantes, el centro derecha en conjunto pasó de los 186 diputados del PP hace cuatro años a 163 que suman hoy los del Grupo Popular más los de Rivera. Enfrente, la izquierda de ámbito nacional en su conjunto (PSOE, Podemos e IU) reúne sólo 161 por su propia división, pero tiene más votos: el 46,3% frente al 42,6% de populares (28,7) y riveristas (13,9).

Sin Ciudadanos, victoria al estilo UCD

Según fuentes del PP, los datos de los comicios y los informes del partido provincia a provincia confirman que los temores de la precampaña eran ciertos porque Ciudadanos ha surgido básicamente sobre sus bases electorales sin restarle al PSOE, que de eso se ha ocupado Pablo Iglesias. Rivera se ha quedado con los antiguos votos de UPyD y parte de los exsocialistas que en 2011 se decantaron por los populares con tal de acabar con el zapaterismo, aseguran en medios de Génova. Pero en un 80% sus electores proceden del PP.

El efecto inmediato de los comicios es que el PP ha vuelto a la casilla de salida de hace 23 años, a la anterior a su refundación de 1990, con José María Aznar, que permitió agrupar a todo el centro derecha en sus siglas a partir de 1993 y hasta el 20-D de 2015. “Sin Ciudadanos hubiéramos ganado las elecciones con una mayoría del tipo de la UCD, alrededor de 165 diputados”, se lamentan en fuentes populares.

También señalan que el ascenso de Rivera, insuficiente para cualquier operación postelectoral a favor o en contra del PP, deja en evidencia la torpeza de sus promotores empresariales y el bloqueo de la situación política. Sin inflar tanto y tan artificialmente las expectativas de Ciudadanos como alternativa, en el PP creen que al menos se hubieran acercado a los 140 escaños a que aspiraban cuando empezó la campaña.

Precedentes: CDS y el Partido Reformista

Ante los próximos comicios generales, el partido de Mariano Rajoy se encuentra con un adversario directo en el centro del espacio político que cuenta con casi un 14% de los votos, aunque sea el más irrelevante de los grupos parlamentarios en el nuevo Congreso. Sólo recuperando esa bolsa de votos puede el PP garantizarse la posibilidad de gobernar. La división del centro derecha entre Alianza Popular, Coalición Democrática, los restos de UCD, el CDS y hasta el Partido Reformista (otra operación de diseño empresarial) entre 1982 y 1993 fue decisiva para la larga etapa de hegemonía del PSOE en el poder. Las opciones tipo Ciudadanos de la época no pasaban del 10% de los votos y hasta que Aznar no dejó al CDS en el 1,7% en 1993 el PP no pudo confirmarse como alternativa de gobierno real.

Los veteranos del ‘aparato’ del Partido Popular no ven más salvación que buscar la bipolarización en unos nuevos comicios que consideran inevitables

En la sede de Génova quieren creer que Mariano Rajoy puede solucionar el desaguisado de los resultados del 20-D gracias a un pacto de última hora para que los socialistas se abstengan en su investidura y le permitan gobernar al menos una temporada. Es una salida que aplauden con más fervor que nadie los antiguos promotores de Rivera y de la ‘operación menina’, y lo hacen con la misma lógica (de diseño) que se inventaron para la suma de mayoría absoluta PP-Ciudadanos.

Los veteranos del ‘aparato’ del PP no ven más salvación que buscar la bipolarización en unos nuevos comicios que consideran inevitables y en los que Podemos parte como favorito en el campo de la izquierda previa integración de lo que queda de IU y nueva opa hostil sobre el PSOE.

La enrevesada ‘operación Rivera’, la promoción empresarial, de medios y con encuestas, de Ciudadanos, que tenía que culminar con la ‘operación menina’ para echar del poder a Mariano Rajoy (pero no al PP), despreció un principio básico de la sociología electoral española: no hay espacio para dos partidos de centro derecha. Los análisis que hacen en la sede de Génova confirman lo que ya advertían los diputados desde sus circunscripciones antes de los comicios, que entre dos terceras partes y hasta el 80% de los votantes de Ciudadanos salían del PP y casi ninguno del PSOE. Y el centro derecha cuando se presenta dividido nunca hasta ahora ha gobernado.

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