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Pedro Sánchez y los barones llevan al límite el pulso por el liderazgo del PSOE
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LA ANTESALA DEL CHOQUE FINAL

Pedro Sánchez y los barones llevan al límite el pulso por el liderazgo del PSOE

El cisma con los principales dirigentes deja en el aire el futuro del secretario general en una tensa reunión que lejos de restañar heridas abrió aún más en canal el partido y enconó más los ánimos

Foto: Pedro Sánchez y Micaela Navarro, minutos antes del comienzo del Comité Federal del PSOE, mientras los reporteros gráficos fotografían a los miembros del máximo órgano de dirección del PSOE, este 28 de diciembre. (EFE)
Pedro Sánchez y Micaela Navarro, minutos antes del comienzo del Comité Federal del PSOE, mientras los reporteros gráficos fotografían a los miembros del máximo órgano de dirección del PSOE, este 28 de diciembre. (EFE)

"No hay vuelta atrás". El comentario no deja lugar a dudas. Y es de un importante barón socialista, con mucho poder orgánico e institucional. Refleja hasta qué punto ha llegado la guerra abierta dentro del partido, que comenzó teniendo como telón de fondo la política de pactos tras el 20-D y que se ha desplegado como una descarnada pelea por el liderazgo, una enmienda a la totalidad al mandato de Pedro Sánchez y un debate profundo sobre "cuál es la utilidad del PSOE" en un contexto crítico, tras recibir el mayor varapalo de su historia, al quedar reducido a 90 escaños y un 22,01% de los votos. Pero sentencias semejantes a esa -"No hay vuelta atrás"- se podían escuchar de boca de otros dirigentes. También del otro lado, desde el equipo del secretario general. Prueba fehaciente, una más, de que la crisis no ha hecho más que empezar y que ha alcanzado un punto de no retorno, donde no cabe la reconducción de las posturas. Sánchez no va a ceder y quiere seguir al frente del PSOE, y sus barones tampoco van a soltar la presa.

El Comité Federal de este lunes, celebrado durante seis horas en Ferraz, discurrió con muchísima tensión -"a cara de perro", "durísimo", según algunos presentes en la reunión-, pero no sirvió para escenificar el choque final entre la infantería de Sánchez y la de los barones encabezados por Susana Díaz, en principio más poderoso al disponer de un ejército mejor pertrechado y más numeroso. Desencallado el conflicto sobre cómo abordar el diálogo con Podemos tras una durísima reunión de Sánchez con sus barones, el domingo -todos cedieron, porque ni estos impusieron su versión maximalista ni Ferraz logró hacer prosperar su redacción más vaga-, los principales barones críticos atacaron el siguiente frente: el del congreso federal ordinario.

La advertencia de Javier Fernández

Muchos ya lo habían hecho públicamente, desde Susana Díaz (Andalucía) hasta Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha) o Ximo Puig (Valencia): que había que celebrarlo "cuando toca". O sea, como dicen los estatutos, cuatro años después del anterior, que tuvo lugar en febrero de 2012, en Sevilla. La necesidad de respetar los plazos -han de mediar 60 días entre la convocatoria formal y la celebración del cónclave- podía desplazar el congreso a principios de marzo. Pero la ejecutiva de Sánchez ya había decidido la semana pasada aplazarlo hasta entrada la primavera, una vez resuelto el proceso de investidura del nuevo presidente del Gobierno, un anuncio que irritó sobremanera a las federaciones, ya que ese día tocaba, alegaban, hablar del 20-D, no de procesos internos.

Abrió fuego el presidente asturiano y con él las federaciones más grandes, y fueron respondidos por los sanchistas, partidarios de aplazar el congreso

Pero nada más comenzar el Comité Federal, a puerta cerrada, quien le urgió a convocar ya el congreso fue Javier Fernández, en una intervención durísima y sin rodeos. El presidente asturiano es, tal vez, la voz más respetada dentro del partido, el considerado por todos como la "autoridad moral". El hombre que aunque apoyó a Eduardo Madina en las primarias de 2014 frente a Sánchez, se resituó del lado del secretario general de forma inmediata y no participó, hasta ahora, en ninguna operación para derribarle. Y a Fernández siguieron los lugartenientes de Puig, García-Page y el canario José Miguel Pérez -Alfred Boix, José Luis Martínez Guijarro y Julio Cruz- y, con "dudas" sobre cuál es la fecha más conveniente, el extremeño Guillermo Fernández Vara. En resumidas cuentas, Díaz cuenta con el apoyo de todos los presidentes autonómicos, salvo la balear Francina Armengol. La andaluza centró su intervención en la autocrítica del 20-D y en la política de pactos, pero no mencionó el frente interno.

El reguero de críticas siguió. Desde Nino Torre, líder de las Juventudes, hasta dirigentes ya en segunda línea como Elena Valenciano, Soraya Rodríguez o Eduardo Madina o Julio Villarrubia. A ellos replicó un nutrido número de sanchistas, varios del PSOE madrileño -entre ellos, su secretaria general, Sara Hernández, en el alero por su pésimo resultado electoral el 20-D-, con el contraargumento claro: que es una "locura" cuestionar ahora al secretario general y celebrar un congreso cuando no está resuelta la gobernación del país. Hubo quien, como el secretario provincial de Valencia, José Luis Ábalos, arremetió contra "esos pocos a quienes les puede la ambición" personal por tumbar a Sánchez y no acaban de "desenmascarar" sus intenciones. Pero al final el choque no se dirimió vía votación. La resolución pactada por el líder y los barones la noche anterior sólo recibió cuatro votos en contra [aquí en PDF] y no se formalizó sobre el papel la petición de convocar ya el congreso. Sánchez logró ganar tiempo. Oxígeno, pero puede que apenas unas semanas.

"No se trata de una guerra por el poder -rebate un barón de primer nivel-, sino de responder a la pregunta de para qué sirve el PSOE, si sigue siendo útil. El debate es más de fondo. No es una cosa de Pedro contra Susana. Es que él tiene a todo el partido en contra, ha perdido su confianza. El elenco de gente que lo cuestiona es amplísimo, y que antes estaban en trincheras opuestas, como Carme Chacón o Elena Valenciano. Es que Pedro se ha vuelto loco para intentar llegar al Gobierno como sea y de la mano de quien sea". De fondo, pues, también corre paralela la discusión de si Sánchez puede o no aspirar a liderar un Ejecutivo.

Él defendió la línea roja marcada la víspera -y que como subrayan en su equipo es "la misma" que venía esgrimiendo en la última semana-, aunque insistió en la "legítima responsabilidad" del PSOE para intentarlo si Mariano Rajoy se estrella. Su entorno incide en que Podemos está bajando el pistón respecto al referéndum de autodeterminación en Cataluña y que, amarrado su apoyo, se podría conquistar la abstención de los nacionalistas -aunque no se negocie nada con ellos y la concedan sin nada a cambio- o incluso de Ciudadanos. Los contrarios se oponen por la precariedad que supondría gobernar con sólo 90 escaños y ayudado de fuerzas separatistas como ERC. "¿Qué vamos a decir entonces si avanza el proceso independentista en Cataluña? ¿Del lado de quién vamos a estar?", se preguntaba un miembro del Comité.

El PSOE marca como línea roja para negociar con Podemos el referéndum en Cataluña

La lectura del núcleo duro de Sánchez, en suma, es radicalmente opuesta: que Díaz y los suyos quieren descabalgarle como sea, buscan excusas y rechazan verlo de presidente. Y que la jugada no les salió este lunes y perdieron: "Venían como venían y se han ido como se han ido". Los dardos desde la sede federal se dirigían, sobre todo, hacia los presidentes de Andalucía y Castilla-La Mancha.

Otro barón defendía, por su parte, una posición intermedia: "Algunos que pedían congreso cuando toca levantaron el pie del acelerador". Vara apostó, dentro y fuera de la reunión, por reflexionar sobre la fecha. No quiere que el cónclave se lleve a mayo, porque hay "ganas de congreso", y no de primarias, pero entiende que avanzado enero habrá que analizar, en función de cómo se desarrollen las conversaciones para la investidura, la marcha del país y el desafío catalán, cuál es el momento más pertinente. Miquel Iceta, primer secretario del PSC, también pidió tener en cuenta si finalmente Cataluña se conduce a unos nuevos comicios, en caso de que la CUP no invista a Artur Mas.

¿Quién tiene la mayoría?

El Comité Federal, según relataron varios de los asistentes, se desenvolvió con estos mimbres en un ambiente muy tenso. "Como nunca he visto en muchísimos años de militancia", señalaban de forma coincidente varios miembros a la salida. Porque ni siquiera en la última etapa de Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando desde dentro se le hostigaba para que anunciara que no concurriría como candidato a las generales y se discutía la fecha de las primarias, se mascaba una hostilidad tan acentuada hacia el secretario general. En el equipo de Sánchez, sin embargo, destacaban el ambiente "tranquilo".

Los críticos subrayan que Sánchez ha perdido la confianza. Los del líder lo rebaten: “Los barones venían como venían y se han ido como se han ido“

La última intervención de secretario general del PSOE, a puerta cerrada, heló a muchos de quienes se sentaban en la reunión y que esperaban que el secretario general hubiera entendido el mensaje "mayoritario" de que debe ponerse fecha cuanto antes al cónclave que decidirá el futuro liderazgo del partido. Lejos de eso, el máximo responsable socialista defendió alto y claro que no cabe congreso hasta que se resuelva la gobernabilidad del país y dejó sentado que este tema está fuera de su agenda. Se convocará, pues, "cuando lo crea conveniente la dirección federal de acuerdo al interés general y al contexto político". "Sánchez se ha limitado a recoger el sentir de la mayoría del partido, de los militantes y de los españoles", el grito de los barones era la "opinión minoritaria", aseguraba un alto cargo de la dirección socialista.

Nada que ver con la impresión de Susana Díaz y del resto de barones alineados a favor de celebrar ya el congreso. "Si no se ha convocado ha sido porque no hemos querido, por responsabilidad o por lo que sea, pero que quede claro que sumamos mayoría. Si hubiésemos querido se habría hecho", insisten los socialistas andaluces, que como los dirigentes de los territorios más poderosos insisten en que los números les dan, que conforman una "mayoría clamorosa" contra Sánchez. En Ferraz replicaban que si los críticos no habían llevado a término su amenaza de llevar a votación la celebración del congreso era porque "no les daban los números" y porque el de este lunes era un Comité Federal extraordinario, cuyo orden del día no se puede modificar en el transcurso del mismo.

Las salidas

Lo que terminó de enconar los ánimos fue que el secretario general disparara contra Javier Fernández, precisamente por su posición de referente del partido. Él ya no estaba delante porque se volvió a Asturias al poco de comenzar el Comité Federal. Según algunos de los presentes, Sánchez le vino a llamar "irresponsable" por pedir que el cónclave federal se celebre en su fecha, sin aplazarlo. Un calificativo que Ferraz niega. "Quienes hablan de adelantar el congreso anteponen los intereses personales a los de España", advirtió, como sintetiza otro de los miembros del Comité Federal. "Javier tiene 67 años y no tiene ningún interés personal. Anunció hace tiempo que dejaría la Presidencia del Principado. No juega a nada personal. Lo sabe cualquiera que lo conozca", decía uno de sus escuderos. "Lo de Pedro no tiene un pase. Él es secretario general del PSOE y los barones son sus presidentes", apuntalaba un miembro de la cúpula, con patente indignación. Otros hablaban de "ataque brutal" al presidente asturiano. El malestar incendió tanto el partido que hasta el jefe del Ejecutivo aragonés, Javier Lambán, habitualmente prudente en sus declaraciones públicas y que no pudo acudir a la cita de este lunes, estalló en Twitter para defender a Fernández y a Susana Díaz, con quien se encuentra ya totalmente alineado.

A partir de ahora, si Ferraz sigue enrocado en el 'no' al congreso y los principales barones no desisten de que se celebre en marzo como muy tarde quedan varias vías. Los barones podrían recoger un tercio de firmas del Comité Federal -que componen unos 250 miembros- y forzar una nueva reunión que ponga fecha al cónclave. Sería un desafío sin precedentes a la ejecutiva federal y una declaración de guerra en toda regla. Además existe el riesgo, en eso insiste Ferraz cuando aprovechan cada oportunidad para dejar claro que si hay congreso federal se celebrarán también en otras federaciones, de que algunos barones que saben que no cuentan con unidad en las filas de cada uno de sus territorios no se atrevan a forzar tanto la máquina.

Los barones forzarán la convocatoria de un Comité Federal para fijar la fecha del congreso en marzo si la ejecutiva de Sánchez decide no programarlo

A todos estos resquicios y fisuras se aferrará la ejecutiva federal en esta contienda interna. Sólo Susana Díaz se podría permitir sin pestañear un congreso de unanimidad. Otros barones como Ximo Puig, Emiliano García-Page o Javier Fernández podrían enfrentarse a congresos que pusieran en peligro sus sillones orgánicos, describen gráficamente fuentes del partido. Otra vía posible es esperar a la convocatoria de cualquier Comité Federal ordinario, como por ejemplo el que debería celebrarse a principios de año para aprobar las cuentas, e introducir la fecha del congreso como un punto más del orden del día.

Pero uno de los barones de mayor peso, preguntado por El Confidencial, respondía categórico: "Habrá Comité Federal pronto sí o sí. Si no lo quiere Pedro, se lo van a convocar los demás, porque hay una amplísima mayoría a favor". ¿Y en qué fecha? No hay decisión aún. Podría encajarse en alguno de los tres sábados de enero: el 9, el 16 o el 23. En Ferraz replicaban que si un tercio del órgano lo demanda, la ejecutiva "cumplirá las normas", pero avisaba a los críticos de que tendrían que ganar la votación en el seno del Comité. "Y nosotros la ganaríamos, que se olvidan de que también somos aparato". El equipo de Sánchez rehusaba adelantar si se citará al máximo órgano de dirección entre congresos en enero. Lo habrá "cuando convenga". Lo cierto es que según los reglamentos, "el congreso federal ordinario no podrá ser aplazado salvo por decisión expresa del Comité Federal, y siempre que concurran causas suficientes que justifiquen su aplazamiento". Es decir, que si Sánchez mantiene su apuesta de retrasar el cónclave, debe aprobárselo el máximo órgano de poder socialista.

En mitad de la guerra interna comienza a extenderse la sensación de que todos pierden exhibiendo su fractura interna pero será difícil volver atrás. Otros entienden que "los comités federales de aplausos hacen ruido, y los de debates fortalecen al partido". Lo cierto es que si hace una semana el secretario de Organización, César Luena, anunciaba que se aplazaba el congreso federal y Pedro Sánchez optaría a la reelección, el máximo órgano de poder no sólo no ha bendecido esa posición del líder del partido sino que ha quedado claro que hay un cisma interno muy grave y se han endurecido las condiciones para pactar con Podemos. En siete días desde las elecciones del 20 de diciembre, el PSOE se despeña por una ladera en la que será difícil que uno de los bandos no salga tocado de gravedad.

¿Primarias abiertas o congreso federal? El forcejeo por la fórmula importa

Pedro Sánchez no quiere congreso en febrero o marzo de 2016. Apuesta por que "el proceso ordinario de congresos" -o sea, el federal, los autonómicos, los provinciales y locales, en cascada- comience a partir de que haya finalizado la investidura de un presidente.

¿Y si hay generales anticipadas? Es el escenario que consideran más probables los barones, razón por la cual consideran que hay que ir a un congreso, para renovar la dirección y elegir nuevo candidato. Ante esa pregunta, Sánchez advirtió de que se convocarían primarias abiertas a simpatizantes, porque es lo que marcan los estatutos del PSOE. Un congreso federal, añadían en el equipo del líder, sólo podría relevar a la actual ejecutiva, pero no valdría para elegir al aspirante presidencial.

El matiz es importante. Unas primarias abiertas son menos controlables por los aparatos, porque podrían participar en ellas ciudadanos sin carné de militante. Ferraz calcula que Susana Díaz, a la que todos señalan como pretendiente al trono socialista, no se atreverá a enfrentarse a Sánchez, pues un revés en las urnas podría acabar con ella. "Y no va a ir a unas primarias con César Luena como secretario de Organización", el hombre al que muchos territorios tienen en la diana.

En el congreso federal, desde la modificación introducida tras la dimisión de Alfredo Pérez Rubalcaba, en 2014, votan todos los afiliados del PSOE y del PSC , pero aun así sigue siendo más manejable para los aparatos. Ferraz acusa a Díaz, veladamente, de buscar un congreso "de aquí te pillo, aquí te mato". O sea, a la antigua usanza, en el que sólo voten los delegados. Fuentes del PSOE andaluz, sin embargo, subrayan que el cónclave se celebraría bajo la premisa de 'un militante, un voto', como el de 2014, y en ese escenario Díaz, según observan en su federación y fuera de ella, estaría dispuesta a enfrentarse a Sánchez. Él ha dicho que optará a la reelección en un congreso y que se presentará a las primarias abiertas si se programasen. "Y las ganaría, porque es el candidato de las bases", indican sus defensores.

"No hay vuelta atrás". El comentario no deja lugar a dudas. Y es de un importante barón socialista, con mucho poder orgánico e institucional. Refleja hasta qué punto ha llegado la guerra abierta dentro del partido, que comenzó teniendo como telón de fondo la política de pactos tras el 20-D y que se ha desplegado como una descarnada pelea por el liderazgo, una enmienda a la totalidad al mandato de Pedro Sánchez y un debate profundo sobre "cuál es la utilidad del PSOE" en un contexto crítico, tras recibir el mayor varapalo de su historia, al quedar reducido a 90 escaños y un 22,01% de los votos. Pero sentencias semejantes a esa -"No hay vuelta atrás"- se podían escuchar de boca de otros dirigentes. También del otro lado, desde el equipo del secretario general. Prueba fehaciente, una más, de que la crisis no ha hecho más que empezar y que ha alcanzado un punto de no retorno, donde no cabe la reconducción de las posturas. Sánchez no va a ceder y quiere seguir al frente del PSOE, y sus barones tampoco van a soltar la presa.

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