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La campaña a la baja de Rivera desinfla las expectativas del 'tsunami naranja' el 20-D
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ASÍ LLEGA EL EMERGENTE A LA GRAN CITA ELECTORAL

La campaña a la baja de Rivera desinfla las expectativas del 'tsunami naranja' el 20-D

El fenómeno de Albert Rivera ha perdido fuelle en las últimas semanas de campaña. Los debates no favorecieron al barcelonés y el partido confía en una altísima participación para resurgir el domingo

Foto: Albert Rivera, ayer, en el cierre de campaña. (Reuters)
Albert Rivera, ayer, en el cierre de campaña. (Reuters)

Arrancó el mes de diciembre con la posibilidad de convertirse en la segunda fuerza política de este país y en las últimas semanas, Albert Rivera, se ha ido desinflando. Los ansiados debates electorales que tanto demandó el presidente de Ciudadanos no terminaron de beneficiarle, y la campaña, pese a la intensidad de su agenda, no consiguió despuntar a excepción del mitin central en el Palacio de Vistalegre. La insistente estrategia del partido que ha apostado por rechazar con rotundidad cualquier posible pacto poselectoral tampoco ha sido un acierto para convencer a los indecisos, según los analistas consultados por este diario.

A sólo unas horas para la gran cita electoral del año, Ciudadanos teme el estancamiento de su electorado y confía en una altísima participación como factor crucial para su resurgimiento. Precisamente, Rivera apeló en su mitin final el viernes en Madrid a "coger la papeleta naranja frente el inmovilismo y el populismo, lanzando un órdago ideológico: no podemos cambiar España sin involucrarnos".

El pasado mes de marzo Ciudadanos conseguía su primer triunfo electoral por sorpresa. Fue en Andalucía -feudo socialista y en el que el equipo de Albert Rivera apenas tenía esperanzas, teniendo en cuenta la escalada de Podemos en esa comunidad y el desconocimiento de su candidato Juan Marín-, donde, sin embargo, el partido se hizo con nueve diputados. A partir de aquella victoria, escenificada en la fotografía de Rivera y Marín mostrando las manos en alto escondiendo sólo un dedo de cada una de ellas y dejando al aire los otros nueve, el barcelonés hizo un anunció sin complejos y al que no le faltaba razón: "Hay proyecto para España".

El partido de Rivera teme el estancamiento de su electorado y confía en una altísima participación como factor crucial para su resurgimiento

La frase -fundamental en los posteriores discursos de Rivera- la repetiría varias veces también en la noche del 24 de mayo cuando su formación consiguió irrumpir en prácticamente todas las comunidades autónomas, convirtiéndose en la llave de la gobernabilidad en cuatro de ellas. Ya el barómetro del CIS de abril confirmaba la espectacular subida de Ciudadanos, diez puntos en sólo tres meses, cuando un mes antes de las autonómicas el partido se situó en cuarto lugar, con un 13,8% en estimación de voto, a casi 12 puntos del PP. El tsunami naranja estaba en marcha.

Durante los meses de verano se intensificó la presencia en medios de comunicación y comparecencias públicas del líder y del resto de 'pesos pesados' del partido que, tras las elecciones, se empezaron a convertir en rostros conocidos. Antes de las elecciones catalanas y con Albert Rivera ya como líder nacional mejor valorado, las encuestas internas de la formación, a cargo del vicesecretario general José Manuel Villegas, situaban a la formación en los 40-43 escaños de cara a las generales de diciembre.

Llegó el mes de septiembre y el enorme éxito electoral de Ciudadanos. Inés Arrimadas se coronó como la primera mujer que lidera la oposición en el Parlament catalán con 25 escaños e impulsó al partido como una garantía real para preservar la unidad de España. La hoja de ruta de Albert Rivera para asaltar La Moncloa estaba en marcha y sus rivales políticos empezaban a temer al emergente. En octubre el programa 'Salvados' emitió el primer cara a cara entre dos candidatos a la presidencia del Gobierno, Rivera y Pablo Iglesias, arrancando la gira televisiva preelectoral. El presidente de Ciudadanos se proclamó claro ganador en aquel debate grabado gracias a su contundencia y dominio en la conversación, consiguiendo incluso poner en duda el liderazgo del secretario general de Podemos.

La recta final llegó. Ciudadanos empezó eufórico el periodo de campaña, cuando el sondeo preelectoral del CIS lo situó en tercer lugar con entre 63-66 escaños y a muy poca distancia del PSOE, e incluso alguna encuesta posterior le hizo acariciar la segunda posición. Sin embargo, en las últimas semanas y gracias, en parte, al auge de su competidor emergente Pablo Iglesias, las expectativas del futuro triunfo de Ciudadanos están ahora a la baja... y aunque es una incógnita que despejarán las urnas, llegando a plantearse la posibilidad de acabar siendo cuarta fuerza tras la votación del 20-D.

placeholder Acto de Ciudadanos en el Palacio de Vistalegre de Madrid. (EFE)
Acto de Ciudadanos en el Palacio de Vistalegre de Madrid. (EFE)

Los ansiados debates a tres y cuatro que tanto solicitó Rivera no le han ayudado a crecer en su popularidad. En el primer caso, organizado por el diario 'El País', pasó practicamente inadvertido. En el segundo de Atresmedia, protagonizado por tres candidatos a la presidencia y Soraya Sáenz de Santamaría en sustitución de Rajoy, el líder de Ciudadanos destacó más por su nerviosismo que por un discurso organizado y convincente. Además, algunas polémicas de la campaña como la violencia de género emborronaron en cierta medida la buena valoración que hasta entonces tenía el político barcelonés. Fue la semana pasada cuando Marta Rivera, número tres de C's por Madrid, negaba en cierto modo la importancia del género en los casos de violencia contra la mujer porque, en su opinión, no son diferentes a cuando se producen por parte de una mujer sobre un hombre. La polémica no terminó ahí porque Rivera no sólo no enmendó el rechazo que esas declaraciones causaron en la opinión pública, sino que Ciudadanos incluye en su programa electoral eliminar la pena agravada para los hombres que cometen ese tipo de delitos.

Rivera, en el último acto de campaña.

Por último, la incisiva estrategia de Rivera y su equipo basada en rechazar de plano cualquier opción de pacto poselectoral no ha convencido a parte de su electorado, ante el miedo de que pudiera producirse un gobierno de PSOE-Podemos. De hecho, este mismo miércoles el aspirante a La Moncloa aseguraba en un acto público celebrado en Santander que avalar un "modelo de España del PP-PSOE o PSOE-PP" sería "defraudar a mucha gente", y no dudó en matizar: "No hemos llegado hasta aquí para que todo siga igual", y dejó claro que no apoyaría ni a populares, ni a socialistas ni a Podemos.

Su insistencia en cerrar puertas terminó precisamente ayer, a sólo dos días del 20-D cuando reconoció lo que hasta ahora no había hecho público: que baraja la abstención para que gobierne la lista más votada -que con toda probabilidad será la del PP- y que votará en contra de una alianza de izquierdas entre Sánchez e Iglesias para evitar que formen gobierno "un grupo de perdedores". De la misma forma, en el cierre de su campaña anoche en Madrid pidió al resto de candidatos "que si gana Ciudadanos, nos dejen gobernar", reconociendo una vez más que si su partido está en la oposición no pondrá "trabas".

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Arrancó el mes de diciembre con la posibilidad de convertirse en la segunda fuerza política de este país y en las últimas semanas, Albert Rivera, se ha ido desinflando. Los ansiados debates electorales que tanto demandó el presidente de Ciudadanos no terminaron de beneficiarle, y la campaña, pese a la intensidad de su agenda, no consiguió despuntar a excepción del mitin central en el Palacio de Vistalegre. La insistente estrategia del partido que ha apostado por rechazar con rotundidad cualquier posible pacto poselectoral tampoco ha sido un acierto para convencer a los indecisos, según los analistas consultados por este diario.

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