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Susana Díaz se monta en su particular Air Force One en las elecciones andaluzas
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ha dejado claras las líneas de su campaña

Susana Díaz se monta en su particular Air Force One en las elecciones andaluzas

Compaginará actos como presidenta de día y como candidata de tarde y noche, en un complicado juego de equilibrios, mientras Podemos sigue exhibiendo músculo en Andalucía

Foto: Susana Díaz, en un acto de campaña para las elecciones andaluzas en Sevilla. (Efe)
Susana Díaz, en un acto de campaña para las elecciones andaluzas en Sevilla. (Efe)

La caravana electoral de Susana Díaz partió el viernes de Almería, donde había comenzado su campaña, a Sevilla. Allí acudió a un acto institucional como presidenta de la Junta, la entrega de los premios Meridiana, de reconocimiento a las mujeres. Hizo promesas de candidata. Horas más tardevolvió a vestirse de aspirante y participó en un acto sectorial con emprendedores. En ambos escenarios sus discursos fueron muy similares. No se sabe bien cómo la socialista va a compaginar sin caer en la esquizofrenia el coche oficial y el autobús de campaña pero esos, según ella misma ha trasladado, son sus planes. En las primeras 48 horas ha quedado claro que Susana Díaz hará una campaña muy personal, con su propia marca sobre las siglas socialistas, sin Pedro Sánchez, y en la que no piensa correr riesgos. Le han montado su particular Air Force One, su autobús seguirá siendo el centro del Gobierno, y sus contactos con los medios de comunicación, como sus mensajes, están medidos. No piensa improvisar. Quizás esa mayoría que le auguran las encuestas no es tan sólida como los socialistas presumen.

“Yo no voy con promesas, voy con hechos. Me estoy hartando de currar”, así se dirigió al auditorio de su mitin. A escasos metros, Podemos hacía una exhibición de fuerza, llamaba a “sacudir las urnas” y a vencer la “campaña del miedo” que aseguran han montado los grandes partidos en su contra. Congregando a cientos de persona en un recinto al aire libre, el Muelle de la Sal. La multitudinaria acogida al mitin de Teresa Rodríguez e Iñigo Errejón, justo ayer sancionado por la Universidad de Málaga, escoció, y mucho, entre los socialistas. En su plaza fuerte, Sevilla. Las fotos circulaban por el acto socialista entre el asombro, la preocupación y el desprecio de algunos dirigentes del partido. El último CIS le daba entre 20 y 22 de los 109 diputados del Parlamento andaluz.

No se sabe si hay nervios, si la incógnita de lo que puede suponer Podemos afecta al equipo de Susana Díaz pero lo cierto es que la presidenta está sobreprotegida. Salta del coche oficial al autobús rodeada de sus incondicionales, su guardia pretoriana, entre ellos el secretario general de la Presidencia, Máximo Díaz Cano, y el portavoz del Gobierno, Miguel Ángel Vázquez. En el arranque también estuvo el secretario de Organización del PSOE andaluz, Juan Cornejo, el hombre que mejor sesabe las encuestas.

El contacto con los periodistas que cubren su campaña electoral está muy medido. Entra en los mítines flanqueada. Se queda hasta una hora y media después del acto dando besos y abrazos. Y, por ejemplo, en sus primeras 48 horas de campaña electoral dedicó a los medios de comunicación cinco minutos, en los que garantizó que habrá más contactos con la prensa y canutazos diarios donde se le podrán hacer preguntas. Si algo ha caracterizado a Susana Díaz hasta ahora es su espontaneidad y que no le importaba levantar personalmente un teléfono para aclarar una información o sentarse a explicar sus planes y proyectos. Frente al Mariano Rajoy de plasma, ella jugaba con esa cercanía. Eso ha desaparecido. Por ahora.

Durante la precampaña ha jugado el mismo doble rol. El Partido Popular recurrió a la Junta Electoral y perdió. Avalaron la estrategia de la presidenta. No quiere que nadie le pueda reprochar que el anticipo electoral es un juego político a favor de sus propios intereses. Desde que convocó hace mes y medio dejó claro que no iba a perder ni un minuto y que lo hacía para que Andalucía “ganara un año”. En el arranque de campaña aprovechó para anunciar que el Consejo de Gobierno del próximo martes se aprobará un plan extraordinario de rehabilitación de viviendas. Una semana atrás se dio luz verde a un paquete de medidas para crear empleo dotado con más de 400 millones de euros. Cuando se preguntó a los responsables del Gobierno si jugar con estas medidas no era electoralismo aseguraron que ya estaban previstas y que las elecciones son las que se han cruzado en el calendario de la gestión y no al contrario.

No ha sido lo habitual. Normalmente la campaña electoral reducía al mínimo la carga de trabajo de un Gobierno en funciones. El candidato actuaba como presidente si se le cruzaba algún acto institucional ineludible, como por ejemplo el 28 de febrero. Poco más. En su equipo trataron de explicar que el perfil institucional se rebajará de forma importante en los próximo días y que serán solo dos o tres actos los que hará como presidenta. Ella misma se encargó de corregirlos. Dijo que iba a seguir ejerciendo cada día hasta el final, lo que los suyos achacaron a un malentendido.

No se sabe si el PP volverá a intentar frenar esta estrategia de nuevo en la Junta Electoral ni tampoco si esta vez tendrá más éxito. Hasta el lunes, cuando los candidatos se enfrenten en un debate a tres bandas en Canal Sur la agenda sobrevuela Sevilla, donde Susana Díaz lleva ya varios días preparándose para esa cita mediática que se emitirá en directo a las nueve de la noche. Ha logrado evitar el cara a cara con Juan Manuel Moreno Bonilla, candidato del PP. No quieren darle relevancia y pretenden el tú a tú con Mariano Rajoy, que estará en la campaña al menos en cinco ocasiones. El PP lo ha valorado y aseguran que es su mejor aval y no cambiarán de estrategia. Hoy serán las mujeres del partido, con María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría al frente, quienes arroparán al candidato popular.

El vídeo que ha puesto a circular el PSOE andaluz en las redes sociales refleja a la perfección el espíritu de su campaña: “Soy Susana, tú me conoces”. En primer plano, hablando de frente a la cámara, paseando por un parque con gente de la calle, mujeres, jóvenes y niños. Quiere vender cercanía aunque esté más resguardada que nunca. Los actos no se dan a conocer con antelación. Casi día a día. A cuentagotas. Tiene su discurso de defensora de Andalucía, de garante de las políticas sociales, de la sanidad, la educación y la dependencia, de hechos y no promesas. Y sabe como nadie apelar a los sentimientos, a su condición de mujer y de madre en ciernes.

Los más veteranos aseguran que solo Rafael Escuredo, el primer presidente socialista de Andalucía, sabía cautivar como ella. Ni Manuel Chaves ni José Antonio Griñán, a quienes por supuesto jamás ha mencionado hasta hoy en sus discursos, despertaban esas pasiones entre la gente. Ayer le regalaron otro obsequio para su bebé. Una prenda con un lema en inglés, algo así como “Salta al futuro”. Es justo lo que repite en sus mítines. No se sabe si logrará disuadir a los cientos de votantes desencantados del socialismo después de 33 años de su partido en la Junta. Podemos sigue exhibiendo músculo y, aunque no lo admitan, desde el PSOE los miran de reojo, deseosos de que el partido de Pablo Iglesias se desmorone como un suflé sin el tiempo suficiente de horno.

La caravana electoral de Susana Díaz partió el viernes de Almería, donde había comenzado su campaña, a Sevilla. Allí acudió a un acto institucional como presidenta de la Junta, la entrega de los premios Meridiana, de reconocimiento a las mujeres. Hizo promesas de candidata. Horas más tardevolvió a vestirse de aspirante y participó en un acto sectorial con emprendedores. En ambos escenarios sus discursos fueron muy similares. No se sabe bien cómo la socialista va a compaginar sin caer en la esquizofrenia el coche oficial y el autobús de campaña pero esos, según ella misma ha trasladado, son sus planes. En las primeras 48 horas ha quedado claro que Susana Díaz hará una campaña muy personal, con su propia marca sobre las siglas socialistas, sin Pedro Sánchez, y en la que no piensa correr riesgos. Le han montado su particular Air Force One, su autobús seguirá siendo el centro del Gobierno, y sus contactos con los medios de comunicación, como sus mensajes, están medidos. No piensa improvisar. Quizás esa mayoría que le auguran las encuestas no es tan sólida como los socialistas presumen.

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