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Panamá, una mina de oportunidades para los jóvenes emprendedores españoles
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"no hay barreras diplomáticas"

Panamá, una mina de oportunidades para los jóvenes emprendedores españoles

Las facilidades para sacar los papeles y montar una empresa, así como la poca competencia, provocan que el país sea un auténtico filón para encontrar trabajo

Foto: Skyline de la ciudad de Panamá (CC/Nico2panama)
Skyline de la ciudad de Panamá (CC/Nico2panama)

Noelia echa la vista atrás y casi ni se lo cree. Hace tres años, cuando aún vivía en España, aceptaba cualquier trabajo que se le pusiese por delante, a pesar de tener una licenciatura en Historia y un máster en el Instituto Cervantes. Llegó a limpiar casas, sirvió copas en un bar, cuidó de ancianos. Nunca ejerció como profesora. Hoy, en cambio, es dueña de una de las pocas academias de español para extranjeros que hay en Panamá: "Icas". "Este cuarto aún no lo vamos a reformar, lo vamos a dejar como almacén hasta que los alumnos no nos quepan en las demás aulas", explica, mientras enseña cada rincón del céntrico piso de la capital panameña donde aprenden español cerca de 40 extranjeros, en su gran mayoría trabajadores de multinacionales.

Aterrizó en Panamá con una mano delante y otra detrás, después de haber descartado otros países de la región como Costa Rica, Colombia y Argentina. Se puso a trabajar en una academia y, cuando consiguió reunir 10.000 dólares, decidió montar la suya. "Las oportunidades son brutales porque hay poca competencia. Además, es muy fácil sacarse los papeles y montar una empresa", cuenta esta joven de 28 años natural de Cuenca, una provincia del suroeste de España.

La historia de Noelia se suma a la de miles de jóvenes españoles que han hecho las maletas en los últimos años que han conseguido en otros países las oportunidades que, de momento, les niega el suyo. El Instituto Nacional de Estadística (INE) calcula que desde 2008 han salido de España medio millón de jóvenes. "El flujo de jóvenes que deciden probar suerte en Panamá es continuo, aunque no disponemos de datos concretos porque en el país porque no siempre nos lo comunican ", explica a Efe el consejero económico y comercial de la Embajada española, Alberto Santamaría.

Panamá, un país de apenas cuatro millones de habitantes que lleva varios años a la cabeza del crecimiento económico de América Latina, ha recibido parte de esta emigración juvenil. "No hay barreras idiomáticas, existen lazos históricos y culturales, las empresas españolas tienen buena imagen y es muy anuente a la inversión extranjera. Es un destino propicio para emprender", dice el diplomático.

Juan y Mercedes, una pareja de recién casados que no llega a la treintena, lo saben bien después de haber levantado la taberna de moda de la capital entre la comunidad española: "La Malagueña". "Cuando me vine a Panamá mi madre mi dijo: Y eso, ¿dónde está? Nosotros no teníamos tampoco mucha idea de lo que nos íbamos a encontrar aquí y míranos, tampoco nos ha salido tan mal. Estamos en una nube", ríe Juan, consciente de que ha pasado de ser un camarero explotado y mal pagado a un empresario de éxito. "Yo recomiendo que vengan los jóvenes que no tienen nada que perder, que nadie se vuelva loco y vaya a dejar su trabajo, nuestro comienzo ha sido duro de narices", añade Mercedes.

Aunque la economía panameña tiene mucho potencial, el consejero de la Embajada española recomienda principalmente cuatro sectores: logística, turismo, energía y agricultura. Borja, un joven empresario de Madrid, ha optado por la energía solar. Después de trabajar en Chile en un importante banco español, se compró un billete de avión, colgó el traje y la corbata y empezó a vender placas solares en Panamá a través de su empresa SolarLatam. "Es uno de los pocos países que permite vender a la red eléctrica el excedente de energía que producen tus placas solares. En España, en cambio, esto está prohibido, la energía que sobra se pierde, por eso el sector ha muerto", afirma.

En 2015, según datos de la Contraloría General en Panamá, la inversión extranjera directa (IDE) creció un 16,9 % y alcanzó los 5.038 millones de dólares. "Mucho tienen que cambiar las cosas para que se pueda volver a España. Las condiciones de sueldo que tenemos en América Latina no las vamos a encontrar allí", admite Borja. Noelia, Mercedes y Juan piensan lo mismo.

Noelia echa la vista atrás y casi ni se lo cree. Hace tres años, cuando aún vivía en España, aceptaba cualquier trabajo que se le pusiese por delante, a pesar de tener una licenciatura en Historia y un máster en el Instituto Cervantes. Llegó a limpiar casas, sirvió copas en un bar, cuidó de ancianos. Nunca ejerció como profesora. Hoy, en cambio, es dueña de una de las pocas academias de español para extranjeros que hay en Panamá: "Icas". "Este cuarto aún no lo vamos a reformar, lo vamos a dejar como almacén hasta que los alumnos no nos quepan en las demás aulas", explica, mientras enseña cada rincón del céntrico piso de la capital panameña donde aprenden español cerca de 40 extranjeros, en su gran mayoría trabajadores de multinacionales.

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