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No solo la industria: la agricultura pesa ya en siete regiones menos del 2%
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INFORME DE BANKIA RESEARCH

No solo la industria: la agricultura pesa ya en siete regiones menos del 2%

La estructura económica de España sigue cambiando de forma acelerada. En siete regiones, el peso de la agricultura respecto del valor añadido total es ya inferior al 2%

Foto: Imagen de David Mark en Pixabay.
Imagen de David Mark en Pixabay.

La imparable transformación de la economía española hacia el sector servicios —la llamada terciarización del tejido productivo— traspasa una nueva frontera. La agricultura, como la industria, continúa perdiendo peso en la actividad económica. Y, de hecho, ya es casi irrelevante para siete comunidades autónomas, en las que la agricultura —incluyendo la ganadería— representa ya menos del 2% del valor añadido bruto (VAB) regional.

Se trata, en concreto, de Madrid (0,1%), Baleares y País Vasco (0,8%), Cataluña (1%), Canarias (1,4%), Asturias (1,5%) y Cantabria (1,7%). Estas regiones son, de largo, las menos expuestas a la agricultura, mientras que, en sentido contrario, en cuatro comunidades autónomas el peso del sector primario respecto del VAB de cada territorio supera al menos el 6%. Es decir, este porcentaje supone el triple que en las regiones que más han abandonado la economía primaria. Se trata de Castilla-La Mancha (9,1%), Extremadura (8,6%), Andalucía (6,5%) y Aragón (6,3%). Por lo tanto, más del doble que la media en el conjunto del país, que se sitúa en el 2,9%.

Para hacerse una idea de lo que significa ese porcentaje, hay que tener en cuenta que en los primeros años setenta la agricultura representaba alrededor del 11% de la economía española, mientras que al comenzar el siglo todavía suponía algo más del 4%. Desde el punto de vista del empleo, en los primeros años setenta la agricultura suponía el 23% de la población activa, según el anuario de estadísticas históricas del BBVA, mientras que hoy, a la luz de la EPA, apenas supone el 3,7% de la población activa total.

El proceso de debilitamiento del sector primario no ha hecho más que acelerarse en los últimos años, lo que en definitiva influye de forma decisiva en la llamada España vaciada, que crece en paralelo a la pérdida de importancia de la agricultura en favor de los servicios, que han ganado nada menos que 30 puntos de PIB en el último medio siglo, hasta situarse en torno al 76% del PIB. España es, de hecho, el octavo país de la UE con mayor peso del sector servicios, según datos compilados por el Instituto de Estudios Económicos (IEE).

Los datos aparecen en un reciente informe que ha elaborado el servicio de estudios de Bankia, que refleja una realidad incontestable: tres de las siete regiones donde la agricultura y la ganadería van camino de ser irrelevantes se encuentran en la cornisa cantábrica (País Vasco, Asturias y Cantabria), lo que da idea de que el fenómeno se concentra en una parte muy concreta del territorio. Precisamente, la que tiene más dificultades para competir con la UE por razones climáticas y a consecuencia del tratado de adhesión. En el primer caso, se puede entender por su especialización productiva, más volcada hacia la industria, pero no es el caso de las otras dos regiones, que han visto cómo también sufre duramente su sector secundario por las sucesivas reconversiones industriales.

El granero de España

Por el contrario, el sur continúa siendo el granero de España, hasta el punto de que dos comunidades autónomas, Andalucía y Castilla-La Mancha, concentran el 40% del valor añadido total de la agricultura.

El caso de Asturias es especialmente singular. Su economía, como se sabe, ha sufrido una fuerte transformación en los últimos años por la crisis de algunos de sus sectores productivos clásicos, como la minería, la metalurgia o los altos hornos, pero ahora también abandona la agricultura, lo que explica que los servicios supongan ya el 67% del valor añadido bruto (una medida más ajustada a la realidad que el PIB). Por lo tanto, siete puntos más que al comenzar el siglo, mientras que la agricultura se ha desplomado prácticamente a la mitad (un 2,85% en el año 2000).

Manda el sur

Esta especialización productiva de las regiones más meridionales en la agricultura tiene que ver, fundamentalmente, con el enorme peso de la producción de frutas y hortalizas, que suponen dos de cada tres euros, toda vez que España tiene una enorme ventaja competitiva por razones climáticas. La tercera partida, a mucha distancia, es el cereal, que apenas representa el 13% de la producción vegetal, y que el año pasado ascendió a 32.413 millones de euros. En el caso de la producción animal, el porcino es el segmento más representativo, pero aun así supone la mitad de la producción de carne y ganado.

En todo caso, como sostiene el informe de Bankia Research, el menor peso de la agricultura respecto del conjunto de la economía tiene que ver con el hecho de que el valor añadido bruto nominal del sector primario creció en 2018 solo un 0,9%, lo que supone el menor avance en cuatro años. Aun así, las inversiones (formación bruta de capital fijo) muestran una senda creciente en los últimos años. En 2016, ascendió a 4.878 millones de euros, la cifra más alta desde 2009 y el 2,2% de la inversión total de la economía española.

Como recuerda Bankia Research, “hay que retroceder hasta 1999 para encontrar un peso mayor”. Sin embargo, esta inversión representa un menor porcentaje del VAB del sector: 16,2%, mínimo desde 2013. Por componentes, ganan peso, de forma notable, los recursos biológicos cultivados, que se convierten en el capítulo más importante, en detrimento de las construcciones y, sobre todo, bienes de equipo.

La imparable transformación de la economía española hacia el sector servicios —la llamada terciarización del tejido productivo— traspasa una nueva frontera. La agricultura, como la industria, continúa perdiendo peso en la actividad económica. Y, de hecho, ya es casi irrelevante para siete comunidades autónomas, en las que la agricultura —incluyendo la ganadería— representa ya menos del 2% del valor añadido bruto (VAB) regional.

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