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"Venezuela no aprendió la lección, aún confía en que el petróleo acuda a rescatarla"
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ignorancia, derroche y contradicciones

"Venezuela no aprendió la lección, aún confía en que el petróleo acuda a rescatarla"

Raúl Gallegos cuenta cómo un país rico acabó arruinado por el despilfarro de sus gobernantes. Los venezolanos lo fían todo a que los precios del petróleo suban y los saquen de la miseria

Foto: Un grupo de venezolanos cruza la frontera hasta Colombia para comprar alimentos y medicinas. (EFE)
Un grupo de venezolanos cruza la frontera hasta Colombia para comprar alimentos y medicinas. (EFE)

Para un economista y periodista como Raúl Gallegos, mudarse a un 'inexplicable' país como Venezuela era lo más parecido a ir a la luna. Cuando este salvadoreño aterrizó en Caracas para ejercer como corresponsal de 'Dow Jones' y 'The Wall Street Journal', tuvo que acostumbrarse a guardar dólares debajo del colchón y cambiarlos a escondidas, hablar con taxistas que ganaban más que un rector de universidad como consecuencia de una inflación de tres dígitos o ver cómo los venezolanos compraban coches como única vía para proteger su dinero al considerarlos una inversión segura."No gastes mañana lo que puedas gastar hoy" es el lema de un pueblo obsesionado con endeudarse.

"El dinero es algo de lo que se tienen que deshacer inmediatamente porque pierde su valor", cosa que no ocurre con los automóviles. Acumular monedas en la hucha no tiene sentido en un país donde las distorsiones económicas hacen que todo funcione al revés. "Los venezolanos saben que tienen que gastar su sueldo en lo que sea. La manera de ahorrar es pedir créditos", ya sea para comprar un coche, invertir en el mercado inmobiliario o someterse a una cirugía plástica, explica Gallegos, autor del libro '¿Cuándo se jodió Venezuela?' (Deusto).

Y habla de una sociedad cortoplacista que vive al día y es incapaz de planificar el futuro. Algo parecido ocurre con sus gobernantes, cuya visión a largo plazo siempre brilló por su ausencia. "No han aprendido la lección porque su objetivo es sobrevivir en el cargo, mantener la popularidad a través de un gasto público desmedido. Hay una lógica dentro de ese mal manejo, y es entronizarse en el poder". ¿Y los ciudadanos? "Todavía esperan que el petróleo los rescate en algún momento, que los precios suban de nuevo y no tengan que volver a preocuparse. Si se llega a la hiperinflación y esa situación se mantiene durante un tiempo, quizá eso serviría para educar a toda una generación de venezolanos. La ignorancia económica es peligrosa", zanja el excorresponsal en una entrevista con este periódico.

La fiesta del petróleo

Gallegos echa en falta responsabilidad por parte de los gestores, sobre todo cuando existe una ingente cantidad de recursos en el país. "Ojalá la población se dé cuenta de que hay que gestionar las cosas de otra manera; de lo contrario, seguirá en una situación de riqueza y ruina por siempre". Pero la montaña rusa de la economía venezolana empezó muchas décadas antes de la era Chávez. "Algunos gobiernos tuvieron la visión de invertir un poco más en infraestructuras en los años sesenta, pero desde entonces las políticas han sido casi iguales: sube el precio del petróleo y esto es una fiesta. Se acaba y todos terminamos en crisis".

Uno de los 'booms' del petróleo más grandes de la historia se dio con Chávez al mando, pero el dinero salió del país tan rápido como entró. "No se aprovechó. Sí hubo políticas sociales que ayudaron a gente humilde, pero una vez más fueron medidas cortoplacistas que solo consiguieron que la gente dependiera aún más del Estado. No se crearon puestos de trabajo, no se fortalecieron industrias ni se generó riqueza. Todo se fue en ineficiencia, corrupción y programas sociales insostenibles, y ahora lo estamos viendo con el desplome del crudo".

"El 'boom' del petróleo no se aprovechó, no se generó riqueza. Todo se fue en ineficiencia, corrupción y programas sociales insostenibles"

Todo ello contribuye a una mentalidad basada en la ley del mínimo esfuerzo. "No me refiero solo a las personas sino también a los empresarios. Ellos están acostumbrados a no innovar, a no crear productos nuevos, a importar y vender caro... La sociedad en general está habituada a vivir de manera fácil, y ese cambio cultural tan necesario no se logrará de la noche a la mañana". Pese a todo, Gallegos constata que la confianza en el Gobierno chavista no puede prolongarse en el tiempo. "Ya lo estamos viendo. Este mecanismo de gasto desmedido solo funciona a los gobiernos que tienen la dicha de estar en el poder cuando hay riqueza petrolera". Y la única manera de salir del hoyo es buscar otro modelo económico que se asemeje al de países como Chile, opina el autor.

Cómo cambiar de rumbo

¿Qué medidas se deberían tomar para salir del atolladero? Gallegos apuesta por desmontar gradualmente los controles de precios que hacen que no sea rentable producir ciertos bienes, tener un Gobierno dispuesto a respetar la propiedad privada, acabar con los controles de capitales, revertir las decisiones que perjudican a las empresas —como aquellas que ponen coto a su rentabilidad o prohíben reducciones de personal aunque las compañías estén en apuros económicos— o dar un puñetazo en la mesa de una industria petrolera plagada de corrupción y malos gestores.

"Hay que intentar que las petroleras internacionales estén dispuestas a meter su propio dinero para que pueda aumentar la producción de crudo en Venezuela. Ese es otro de los grandes problemas: tienes a la gallina de los huevos de oro a pan y agua, no está creciendo ni fortaleciéndose". Gallegos prevé una época "muy, muy dura" para Venezuela si los precios se mantienen bajos hasta 2018, tal y como estiman los analistas. "Solo espero esta época de escasez y convulsión social sirva para concienciar. La economía debe ser manejada de otra manera".

Para un economista y periodista como Raúl Gallegos, mudarse a un 'inexplicable' país como Venezuela era lo más parecido a ir a la luna. Cuando este salvadoreño aterrizó en Caracas para ejercer como corresponsal de 'Dow Jones' y 'The Wall Street Journal', tuvo que acostumbrarse a guardar dólares debajo del colchón y cambiarlos a escondidas, hablar con taxistas que ganaban más que un rector de universidad como consecuencia de una inflación de tres dígitos o ver cómo los venezolanos compraban coches como única vía para proteger su dinero al considerarlos una inversión segura."No gastes mañana lo que puedas gastar hoy" es el lema de un pueblo obsesionado con endeudarse.

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