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Montoro y Junqueras, seis meses de deshielo ante el reto de formar gobierno
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aprobados 685 millones para cataluña

Montoro y Junqueras, seis meses de deshielo ante el reto de formar gobierno

Las necesidades de fondos de la Generalitat y el nuevo clima templado con el Gobierno topan con una época en la que cualquier movimiento se interpreta en términos políticos

Foto: Junqueras y Montoro, tras un Consejo de Política Fiscal y Financiera (CGPJ). (EFE)
Junqueras y Montoro, tras un Consejo de Política Fiscal y Financiera (CGPJ). (EFE)

La frase se atribuye al expresidente José María Aznar. Dijérala o no, el aserto en cuestión viene al caso y describe muy bien décadas de política española. "No importa quien tenga el jamón en Madrid -reza la sentencia-. Los nacionalistas vascos y catalanes vienen siempre con el cuchillo afilado". Superados los años del pactismo por las derivas independentistas, el más separatista de todos, véase Oriol Junqueras, a la sazón vicepresidente de la Generalitat, se plantó este jueves en Madrid para volver a los viejos tiempos. Esto es, aparcar la desconexión y pedir dinero. Y en ese lenguaje es fácil encontrar al dueño de la caja, con quien parece haber fraguado una buena sintonía desde ese renovado pragmatismo.

Corría el mes de marzo de este año y el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, se aprestaba a recibir por primera vez al 'conseller' de Finanzas de la Generalitat. Muchos temas encima de la mesa y todos delicados. En lo político, el 'proceso de desconexión' en marcha con un duro como Puigdemont recién aterrizado al frente del Gobierno regional. En lo económico, por ejemplo, la amenaza de una agencia tributaria catalana con plenos poderes operativa en el inminente 2017. En Alcalá, 9 esperaban a Junqueras tras haber velado armas. Sin embargo, lo que se forjó fue un inesperado clima de entendimiento preludio del deshielo.

"Abordó al ministro con un tono conciliador. Reclamando la ayuda que necesitan las finanzas catalanas. Sin más", explicaban entonces fuentes conocedoras del encuentro. "Uno de los problemas entre los políticos de Madrid y Cataluña es la falta de conocimiento mutuo -explica un alto dirigente catalán, bajo condición del anonimato-. Salvo Duran o Sanchez-Llibre, los políticos catalanes no conocen realmente cómo funciona Madrid. Eso requiere trabajo. Y buena parte de los dirigentes del PP no han pisado Cataluña en años y los que se acercan hasta se topan con problemas de agenda. Es decir, se ven solo con los suyos, que no les cuentan la realidad. Junqueras es un político hábil y sabe que tiene que abrirse puertas en la capital".

Junqueras sacaba pecho al resumir la reunión en Moncloa: nada de acuerdos políticos para respaldar una investidura y concesiones económicas

La reunión mantenida este jueves entre el tándem Sáenz de Santamaría-Montoro, por un lado, y Junqueras, por otro, se inscribía en ese clima más templado, si bien con nuevos elementos que condicionan inevitablemente la interpretación de cualquier movimiento. No en vano, el PP busca apoyos contrarreloj para lograr la investidura de Mariano Rajoy durante el próximo mes de agosto. De hecho, desde diferentes instancias del Gobierno, esta semana se deslizaba el mensaje de que no podrían actualizarse las pensiones ni los sueldos de los funcionarios si no había gobierno antes de septiembre, fecha clave para poner en marcha el complejo y premioso engranaje de los Presupuestos Generales del Estado. Todo un ejercicio de presión.

¿Apretar el dogal?

Con todo este telón de fondo y tras la reunión de marras, el Consejo de Ministros aprobaba el jueves liberar 685 millones en operación de financiación a corto para Cataluña, un balón de oxígeno que deja pendiente la madre del cordero. Esto es, 1.600 millones en vencimientos a corto plazo con la banca nacional que, de no abonarse, llevarían a la comunidad autónoma a la quiebra. ¿Va a cubrir ese agujero Hacienda vía Fondo de Liquidez Autonómica? Seguro. Montoro ha dejado claro a Junqueras en más de una ocasión que el Ejecutivo no va a dejar caer a ninguna región. ¿Puede esperar unos días a extender su manto protector? También. ¿Responsabilidad? ¿Apretar el dogal? ¿Jugar con los tiempos? Acaso de todo un poco.

Junqueras, que en un desayuno informativo el jueves evitó referirse al 'procés' y centró la mayor parte de su charla en la economía, sacaba pecho al resumir la reunión en Moncloa: nada de acuerdos políticos para respaldar una investidura y concesiones económicas para Cataluña. Esto es, 'good old times'. "La independencia se hará con rigor o no se hará", decía horas antes Puigdemont en un acto del Colegio de Economistas de Cataluña. Una calculada ambigüedad cada vez más presente en el discurso de los separatistas catalanes post Artur Mas, que se desarrolla mientras los observadores del fenómeno -tanto políticos como empresarios catalanes de primer nivel- coinciden en que la marea ha bajado en los últimos meses de forma radical. No falta quien recuerda que, tras el auténtico 'impasse' que han vivido las relaciones entre Generalitat y Gobierno, lo sensato es dar a todos los afectados una salida airosa.

Los números ayudan a entender. Cataluña pidió el año pasado autorización de endeudamiento en una cuantía de 5.100 millones de euros por vencimientos a corto de 2016 y parte de 2017. El Gobierno le autorizó en Consejo de Ministros 4.200 millones en junio de este año. Ahora se le concede el plácet para 685 millones más y quedan pendientes esos otros 1.600. Necesidades recurrentes para una administración en bono basura y que solo puede recurrir al FLA para financiarse. Todo, eso sí, sin implicaciones políticas si hay que creer a Junqueras. "El Gobierno ha hecho el paripé para escenificar que dialoga y habla con todos", vino a decir. Le faltó añadir que ya es un avance.

La frase se atribuye al expresidente José María Aznar. Dijérala o no, el aserto en cuestión viene al caso y describe muy bien décadas de política española. "No importa quien tenga el jamón en Madrid -reza la sentencia-. Los nacionalistas vascos y catalanes vienen siempre con el cuchillo afilado". Superados los años del pactismo por las derivas independentistas, el más separatista de todos, véase Oriol Junqueras, a la sazón vicepresidente de la Generalitat, se plantó este jueves en Madrid para volver a los viejos tiempos. Esto es, aparcar la desconexión y pedir dinero. Y en ese lenguaje es fácil encontrar al dueño de la caja, con quien parece haber fraguado una buena sintonía desde ese renovado pragmatismo.

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