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Europa se pone en manos de Draghi para frenar una hemorragia financiera
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ACCIÓN COORDINADA DE LOS BANCOS CENTRALES

Europa se pone en manos de Draghi para frenar una hemorragia financiera

Los bancos centrales están listos para actuar en caso de que el Brexit sea una realidad. Se teme un desplome de la libra y un aumento de los tipos en los países periféricos

Foto: El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. (Reuters)
El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. (Reuters)

Lo dijo con claridad Mario Draghi el pasado dos de junio: “Es obvio que no dudaremos en actuar”. El presidente del BCE se refería a un escenario de salida del Reino Unido de la Unión Europea, y aunque las encuestas son cada vez más convergentes a favor y en contra del sí, lo que queda claro es que la potencia de fuego del BCE está ahí.

También la artillería de la Reserva Federal, el Banco de Japón o el Banco de Suiza, que han congelado cualquier subida de tipos a la espera de conocer el resultado del Brexit. Fuentes citadas por Reuters advertían ayer sobre una posible acción concertada de los principales bancos centrales, en línea con las que se produjeron hace cinco años en los momentos más duros de la corta vida del euro y tras el tsunami de Japón, que apreció de forma intensa el yen.

El Banco Central Europeo, en los últimos 15 meses, ha adquirido 938.000 millones de euros a través de su programa de compra de activos (o 1,003 billones si se incluyen compras anteriores), lo que significa que todavía tiene suficiente munición para detener una hipotética sangría. Pero lo cierto es que ni así ha logrado estabilizar los mercados financieros.

En particular, los mercados de deuda soberana, donde los países periféricos sufren la atracción del bono alemán, convertido en un valor refugio. La prima de riesgo de España con Alemania alcanzó ayer los 161,5 puntos básicos (un 3% más que el día anterior), y eso empieza a encarecer la financiación del Tesoro.

La rentabilidad del bono español a 10 años fijó ayer un tipo de interés medio del 1,591%, por encima del 1,498% de la subasta anterior. La diferencia no es todavía importante, pero reaviva los viejos fantasmas. En concreto, para los países de la periferia. Entre otras cosas, porque el hecho de que ya casi la mitad de la deuda pública de los países soberanos esté en negativo, pone limitaciones al BCE a la hora de intervenir.

Como sostiene el último informe del servicio de estudios del BBVA, la compresión de tipos de interés ha llevado a la curva alemana (el conjunto de rentabilidades) a cotizar por debajo del tipo de interés de la facilidad marginal de depósito del BCE (-0,40%), hasta el plazo de seis años, “lo que inhabilita al BCE a comprar esos bonos y centrar sus compras en el tramo más largo de la curva alemana, donde precisamente hay un 'stock' de bonos menor”. Y hay que tener en cuenta que ya casi el 45% de la deuda soberana de toda la UE cotiza ya a tipos negativos. El BCE, en este sentido, estaría siendo 'procíclico' en favor del bono alemán, lo que es una auténtica paradoja.

Hasta el momento, el BCE ha adquirido 806.200 millones de euros de bonos públicos (PSPP, por sus siglas en inglés); 177.800 millones a través del programa de adquisiciones de bonos garantizados (CBPP3), y 19.100 millones mediante el programa de compra de bonos de titulización de activos (ABSPP).

El escenario central sigue intacto

La subida de rentabilidades no ha desbaratado, por el momento, el escenario central del Tesoro español para 2016. El Gobierno en funciones construyó su último Programa de Estabilidad con un escenario central en que el tipo de interés a 10 años se situaría (media anual) en el 1,7%, todavía por encima de los niveles actuales.

Hay que tener en cuenta que el Tesoro ha cubierto hasta el momento el 56,1% de su objetivo de emisión previsto para todo 2016, que alcanza los 120.300 millones de euros. La vida media de las nuevas emisiones se sitúa en 11,6 años, frente a nueve años en el mismo periodo del año anterior. Es decir, el Tesoro aprovecha los bajos tipos de interés para financiarse a largo plazo.

El Gobierno admitía en el Programa de Estabilidad que el tipo de interés es “clave” para el escenario macroeconómico y fiscal. Por una parte, debido a que tiene un efecto directo en las finanzas públicas, al alterar la carga financiera de la deuda. Y por otro, a que tiene un efecto indirecto, al ser un condicionante fundamental del crecimiento del PIB por su influencia en las decisiones de consumo e inversión de los agentes privados.

Por el momento, lo más relevante es cómo frenar una posible sangría en los mercados pos-Brexit. En particular, para apuntalar la libra, sometida a fuertes presiones vendedoras, lo que puede obligar a importantes intervenciones conjuntas por parte de los bancos centrales.

El Banco Nacional de Suiza “está listo para intervenir”, advirtió ayer su presidente, Thomas Jordan. Los mecanismos que se barajan para garantizar la liquidez son los clásicos: actuar a través de líneas 'swaps' (permutas financieras) abiertas ya en 2008 por los bancos centrales, cuando tuvieron que intervenir para frenar el estallido de la burbuja de crédito. El Banco de Australia ya lo ha hecho en Nueva York y Sídney para asegurar la liquidez de la moneda local.

Lo dijo con claridad Mario Draghi el pasado dos de junio: “Es obvio que no dudaremos en actuar”. El presidente del BCE se refería a un escenario de salida del Reino Unido de la Unión Europea, y aunque las encuestas son cada vez más convergentes a favor y en contra del sí, lo que queda claro es que la potencia de fuego del BCE está ahí.

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