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El BCE entra en campaña y eleva el tono contra los populismos a un mes del 26-J
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cada vez preocupa más en fráncfort

El BCE entra en campaña y eleva el tono contra los populismos a un mes del 26-J

La entidad presidida por Mario Draghi está protagonizando una auténtica cruzada política para alertar del auge de los populismos y demandar más energía reformista a los países

Foto: Peter Praet, miembro del comité ejecutivo del BCE, en su comparecencia de este miércoles en Madrid. (Reuters)
Peter Praet, miembro del comité ejecutivo del BCE, en su comparecencia de este miércoles en Madrid. (Reuters)

El Banco Central Europeo (BCE) ha dado un decidido paso al frente para sumarse con intensidad al debate político en la eurozona. Saliendo de sus habituales referencias a los tipos de interés o la inflación, la entidad presidida por Mario Draghi está alzando su voz de forma considerable en los últimos días para dejarse escuchar en dos direcciones principales. Por un lado, advertir contra el riesgo que representa la irrupción de los partidos populistas y extremistas en la escena política europea y, por otro, demandar más valentía a los políticos para adoptar reformas estructurales y lograr una mayor cohesión institucional en la eurozona.

El despliegue de esta estrategia ha ido cobrando una forma creciente en mayo y cuenta, según fuentes financieras, con un detonante clave: las acusaciones que el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, vertió en abril sobre el BCE, al que acusó de alentar a los partidos populistas y extremistas con su política monetaria ultraexpansiva. Schäuble sabía dónde golpeaba. Era muy consciente del revuelo que sus palabras provocarían en la entidad. No se equivocaba. Fuentes financieras afirman con contundencia que el banquero italiano se sintió dolido, primero, y debilitado, después. Tanto es así que hasta el presidente del banco central alemán (Bundesbank), Jens Weidmann, aparcó su habitual confrontación con Draghi para cerrar filas en torno a él con el fin de defender la independencia del BCE.

Sin embargo, el mensaje de Schäuble sí ha removido algo en los cimientos de la institución con sede en Fráncfort. Tras lo ajustado del resultado de las elecciones celebradas en Austria el pasado fin de semana, en que el ultraderechista Norbert Hofer se quedó a 32.000 votos de la victoria, y a un mes de que España celebre sus comicios, el BCE ha redoblado sus advertencias sobre el auge de los populismos.

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Lo demostró ayer Peter Praet, miembro del comité ejecutivo de la entidad, durante su participación en la reunión de primavera que el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) ha celebrado en Madrid durante los dos últimos días. Praet aseguró que la mayor preocupación en estos momentos es "la erosión de la globalización" y el retorno del proteccionismo, con la impresión de que "las soluciones nacionales son las mejores". Es decir, el mensaje que enarbolan los partidos extremistas y populistas. "No es nuevo", admitió, pero precisó que "cada vez se ve más en los resultados de las elecciones" y advirtió de que "habrá que estar atentos a las próximas elecciones".

Este mensaje daba continuidad al enviado por la institución en el 'Informe de estabilidad financiera' que difundió el martes. En este documento, el BCE demostró que su preocupación por los populismos está ganando posiciones en su escalafón de riesgos. "El incremento de los riesgos políticos tanto a escala nacional como supranacional, así como el creciente apoyo a partidos políticos populistas que son vistos como menos reformistas, podría conducir potencialmente hacia un retraso en las necesarias reformas fiscales y estructurales y provocar renovadas presiones en los países más vulnerables", expone el BCE. Entre esos países figura España. "No hay mucho tiempo, el tiempo de las reformas es corto", arengó igualmente este miércoles Peter Praet.

La hora de la política

A su vez, los representantes del BCE están buscando el modo de encajar sus comentarios políticos dentro de su mandato, consistente en preservar la estabilidad de los precios en la eurozona, para protegerse de las críticas que puede recibir por hacerlo cuando la institución monetaria siempre se ha quejado de las injerencias de los políticos. Su versión es que la política monetaria necesita el respaldo de las reformas estructurales para desplegar todo su potencial, con lo que si los partidos populistas las retrasan o, directamente, las aparcan, las medidas del BCE no funcionarán por muy intensas que sean.

Así lo demostraron también otros de los miembros del consejo de gobierno del BCE que participaron este miércoles en el foro del IIF, puesto que sus referencias políticas fueron constantes. "Claramente, la política monetaria no puede sustituir a la coordinación política o el retraso en las reformas", subrayó el gobernador del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau. El banquero galo demandó "una gobernanza más fuerte en la eurozona" y remató: "Esta discusión no es acerca de 'más Bruselas', sino que muy concretamente es sobre más crecimiento y más empleo en Europa".

El gobernador del Banco de Holanda, Klaas Knot, siguió la misma senda. También reivindicó la necesidad de una mayor integración política y resaltó que "parte de los problemas del crecimiento europeo podrían ser institucionales". Por su parte, el gobernador del Banco de España, Luis María Linde, enfatizó que las "sinergias entre las distintas políticas económicas deberían ser mejor explotadas con vistas a maximizar los estímulos a la demanda agregada y acelerar la recuperación". Tampoco faltó su alusión a una mayor integración política en la región.

El Banco Central Europeo (BCE) ha dado un decidido paso al frente para sumarse con intensidad al debate político en la eurozona. Saliendo de sus habituales referencias a los tipos de interés o la inflación, la entidad presidida por Mario Draghi está alzando su voz de forma considerable en los últimos días para dejarse escuchar en dos direcciones principales. Por un lado, advertir contra el riesgo que representa la irrupción de los partidos populistas y extremistas en la escena política europea y, por otro, demandar más valentía a los políticos para adoptar reformas estructurales y lograr una mayor cohesión institucional en la eurozona.

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