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Crisis política y deterioro de la situación económica: lo que dicen las cifras
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LA ECONOMÍA TIENE MUCHA INERCIA Y SEGUIRÁ CRECIENDO

Crisis política y deterioro de la situación económica: lo que dicen las cifras

Las incertidumbres políticas no son positivas para la economía, pero sin dramatismos. La economía tiene mucha inercia y España ya no es tan dependiente de la inversión directa procedente del exterior

Foto: El presidente en funciones del Gobierno, Mariano Rajoy. (EFE)
El presidente en funciones del Gobierno, Mariano Rajoy. (EFE)

“La incertidumbre política pasará factura a la economía española”. La frase -a modo de latiguillo- se puede escuchar hoy mismo en cualquier cenáculo público y privado. Pero contiene muchos matices que suavizan el dramatismo inicial. Claro está, siempre que el bloqueo institucional no se eternice. Entre otras cosas, porque la inversión extranjera directa -aquella que tiene carácter 'productivo' y no es de naturaleza puramente especulativa- es más residual de lo que habitualmente se cree. España, para seguir creciendo, no necesita ya de tanto capital extranjero como en el pasado.

En el primer semestre de este año, la inversión directa ascendió a 8.533 millones de euros en términos brutos. Pero desciende hasta los 5.564 millones si se descuentan las desinversiones. Por lo tanto, no parece demasiado volumen para un país que acabará este año con un PIB real equivalente a 1,07 billones. Ni siquiera la Bolsa depende de forma relevante de la inversión directa (distinta a la de cartera), toda vez que el 96,5% se destina a sociedades residentes no cotizadas. Otra cosa es en sectores como el inmobiliario, muy dependiente del exterior.

Esto quiere decir que hoy, al contrario de lo que sucedía antaño, cuando la economía española tenía menores niveles de desarrollo, ya no es tan dependiente de la inversión extranjera, muy sensible a la incertidumbre política y a los cambios regulatorios. De hecho, el actual crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) está sostenido por la demanda interna (consumo público, privado e inversiones), mientras que el sector exterior (saldo entre importaciones y exportaciones) tendrá un comportamiento neutral. En la actualidad, la balanza comercial ni drena crecimiento ni lo aporta, lo que sitúa a la demanda nacional como la única tracción del aumento del PIB.

Elecciones generales

Credit Suisse lo destacaba en su informe postelectoral sobre España. La economía tiene mucha inercia y puede ser resistente a corto plazo a las incertidumbres políticas debido al empuje del empleo y de la confianza del consumidor. Un indicador muy reciente lo pone negro sobre blanco. Ni los atentados terroristas, ni la proximidad de las elecciones generales, ni la situación de Cataluña afectaron a la incertidumbre económica. El índice IESE disminuyó 27 puntos en noviembre, situándose en el nivel 67 dentro de una escala entre 0 y 200. Se trata de un nivel inferior a la media de los últimos diez años, sostiene el análisis del IESE.

La recuperación iniciada en el segundo trimestre de 2014, en todo caso, ha fortalecido el balance de las empresas, mientras que la inversión en bienes de equipo (esencial para mantener el ritmo de la actividad productiva) se ha recuperado con fuerza en los últimos diez trimestres, lo que concede un cierto colchón inversor. Las empresas no tienen por qué invertir tanto para aumentar su capacidad productiva porque ya lo han hecho antes.

Ahora bien, la incertidumbre -que genera mayor aversión al riesgo- deteriora el clima de confianza y las expectativas de gasto de los consumidores, y esa es una mala noticia para España, lo que explica que la prima de riesgo haya escalado hasta el entorno de los 120 puntos básicos. O que la Bolsa siga bajo mínimos, aunque en ello hay un 'efecto composición' por el fuerte peso de los bancos y de los sectores regulados (eléctricas o concesionarias).

En todo caso, el Tesoro tendrá en 2016 unas necesidades de financiación equivalentes a algo más de 231.000 millones de euros, lo que significa que por cada punto básico que suba el diferencial con Alemania (0,01%) el coste para el Tesoro (si se tiene en cuenta el conjunto de las emisiones) es de unos 23 millones de euros.

Informes como el que ha enviado, por su parte, el banco suizo UBS a sus clientes reconocen que la incertidumbre puede pasar factura. La entidad estima que la legislatura será corta y la crisis política pesará sobre el valor de los activos, afectados por las dificultades para aprobar reformas económicas. Su conclusión es que las previsiones de crecimiento aparecen hoy “ambiciosas”. En particular, para el primer trimestre de 2016.

En esta línea, se manifiestan los analistas de Freemarket. En su opinión, el período que se tarde en constituir o no constituir un nuevo gobierno pasará factura en términos de “corrección bajista y brusca de la bolsa, elevación de la prima de riesgo y retracción del consumo, de la inversión interna y una fuerte salida de la inversión exterior”.

Confianza y gasto privado

Y es que los agentes económicos, como es obvio, no son inmunes a la incertidumbre política, y mucho menos cuando se trata de crisis en la formación del Gobierno de la nación. Como ha puesto de manifiesto el Banco de España en su ultimo boletín económico, la principal fuente de incertidumbre está asociada al curso de las políticas económicas por la influencia que ejercen la confianza y las decisiones de gasto de los agentes privados. Particularmente, por dos vías: las reformas (cuyos efectos sobre el crecimiento son a más largo plazo) y la política presupuestaria.

En este caso, el margen de influencia es, igualmente, más bien escaso, toda vez que el Gobierno, hoy en funciones, sacó adelante los Presupuestos Generales del Estado para 2016 y ahora están plenamente operativos. El marco presupuestario -el consumo público representa algo menos del 20% del PIB- está, por lo tanto, perfectamente delimitado.

Otra cosa es que se cumplan esos presupuestos sin la formación de un Gobierno central con capacidad real de fiscalizar el gasto público. Principalmente, el de las comunidades autónomas (los ayuntamientos están en equilibrio). Aunque también en el propio Estado, principalmente la Seguridad Social, cuyo desequilibrio continúa siendo enorme. Ayer mismo, el sistema público de protección social anunció un déficit equivalente a 5.807 millones de euros, y ahí no se incluye la paga extra de Navidad, que ha sido abonada en parte con el Fondo de Reserva.

Esta función fiscalizadora afecta también al control de las comunidades autónomas, y no hay que olvidar que ocho de las 17 comunidades autónomas registraron hasta octubre un déficit superior al 1% del PIB, frente al 0,7% previsto para el conjunto del año.

El hecho de que no haya Gobierno no significa, sin embargo, que los controles sobre las políticas de gasto vayan a desaparecer. Al contrario. Si el Gobierno central es quien fiscaliza a las comunidades autónomas, Bruselas es quien ata en corto a los estados, y para ello se inventó el llamado semestre europeo, que obliga a los gobiernos a pasar por las horcas caudinas de los tecnócratas (aparentemente) de la Comisión Europea. Se trata, en todo caso, de una influencia más formal que de fondo.

Como se sabe, la Comisión Europea niega -por unas décimas- que España esté en condiciones de cumplir los objetivos de déficit público, y eso puede ayudar al crecimiento (al menos a corto plazo). Al retrasarse los ajustes, eso quiere decir que la economía tendría mayor margen para crecer (al menos a corto plazo).

Lo que dice el plan de trabajo presentado en el marco del semestre europeo es que el Eurogrupo -al que acudirá el 14 de enero el ministro De Guindos ya en funciones- estudiará las recomendaciones del Consejo sobre las orientaciones generales de las políticas económicas de los Estados miembros. Por lo tanto, a falta de Gobierno, Bruselas ejerce su función fiscalizadora, que alcanza al propio Consejo Europeo. Los jefes de Estado y de Gobierno se reunirán el 18 y 19 de febrero para aprobar esas recomendaciones.

El tiempo dirá si Rajoy acude ya como jefe de Gobierno en funciones, como ejerciente con todas las de la ley tras ser investido o, simplemente, lo ha dejado en manos de su sucesor obligado por las circunstancias.

“La incertidumbre política pasará factura a la economía española”. La frase -a modo de latiguillo- se puede escuchar hoy mismo en cualquier cenáculo público y privado. Pero contiene muchos matices que suavizan el dramatismo inicial. Claro está, siempre que el bloqueo institucional no se eternice. Entre otras cosas, porque la inversión extranjera directa -aquella que tiene carácter 'productivo' y no es de naturaleza puramente especulativa- es más residual de lo que habitualmente se cree. España, para seguir creciendo, no necesita ya de tanto capital extranjero como en el pasado.

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