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El Ibex y la burguesía de Cataluña dan la espalda al nuevo proyecto de Duran i Lleida
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creen que Duran llega tarde

El Ibex y la burguesía de Cataluña dan la espalda al nuevo proyecto de Duran i Lleida

Las grandes empresas y la aristocracia regional creen que la ruptura llega tarde y ahora el hueco del espacio moderado catalanista ya lo ocupan otras fuerzas políticas

Foto: En primera fila los empresarios Rodes, Gavarró, Alemany y Oliu. (EFE)
En primera fila los empresarios Rodes, Gavarró, Alemany y Oliu. (EFE)

El Ibex 35 catalán, las grandes empresas y la vieja burguesía catalana van a evitar volcarse en el nuevo proyecto político de Unió. Ya sea bajo la marca del UDC, ya se haga bajo el paraguas de Construïm, no va a haber grandes apoyos financieros para la nueva aventura de Josep Antoni Duran i Lleida en solitario después de su ruptura con CDC.

Todas las fuentes consultadas coinciden en señalar que Duran i Lleida llega tarde en su intento de marcar perfil propio y volar en solitario. Esto es, que hace tres años hubiera tenido sentido ocupar el espacio moderado catalanista, pero que ahora ni existe margen temporal para forjar una alternativa ni Unió cuenta ya con nada que ofrecer, ante alternativas como PP, PSC o Ciudadanos. Con tantas opciones, las grandes fortunas de toda la vida prefieren no jugársela por lo que puede ser la UPyD catalana.

El 27-S Unió tendrá que presentarse a unas autonómicas en solitario. Con apenas 4.000 militantes, sólo un masivo apoyo económico del empresariado le daría alguna oportunidad. Pero, en el mejor de los casos, este respaldo financiero va a ser sólo simbólico, con lo que las perspectivas electorales de Unió para el 27-S pueden ser muy escasas: cuatro diputados o menos con una horquilla que oscile entre los 100.000 y los 200.000 votos, básicamente en Barcelona, según las fuentes políticas consultadas.

Cuando hablamos del Ibex catalán, no sólo nos referimos a La Caixa y sus empresas vinculadas. También está el Banco Sabadell, cuyo presidente, Josep Oliu, abogó en público por que se crease un “Podemos de derechas”. O grupos como Planeta, que controlan la cotizada Atresmedia y toda su artillería mediática. O el grupo Godó, que ha estado apoyando a Duran i Lleida en los últimos años. O muchas empresas no cotizadas, como Puig, Agrolimen o Mango, por citar sólo a las más grandes, que han perdido la interlocución privilegiada de lobby que ejercía Unió en Madrid pero que en esta legislatura marcada por el soberanismo ha hecho que la formación demócrata-cristiana se vaya en blanco.

Pocos tantos se ha apuntado Unió y su responsable del área económica en Madrid, Josep Lluís Sánchez Llibre. El PNV hasta se ha llevado a Bilbao el hub del gas, en una legislatura en que el PP no ha dado ninguna visibilidad ni a CiU ni a Cataluña a causa de su compromiso soberanista.

Malas perspectivas

Si las perspectivas son malas para Unió en solitario ante un 27-S que la campaña de muchos partidos quiere centrar en clave independentista, peor resultan para las generales. Unió en solitario podría obtener sólo dos diputados en el Congreso o tan sólo uno, con lo que su actividad de lobby en Madrid, la más relevante para las empresas, pasaría a ser prácticamente irrelevante.

En cambio, en Madrid será mucho más importante Ciudadanos que Unió. Y su líder, el catalán Albert Rivera, ya ha demostrado su influencia en los recientes pactos municipales y autonómicos, de modo que parece el favorito de las empresas catalanas para actuar como nueva palanca en el Congreso y sustituir a Unió en esa función histórica.

Se prevé que Duran sea el candidato para el Congreso, mientras que el dilema de Unió radicará en quién presentar para las autonómicas. El exconseller de Interior Ramon Espadaler tiene todos los números. Pero se podría intentar un candidato menos identificado con el actual aparato que les permitiese mejorar las malas perspectivas electorales.

Tiempo perdido

Desde el mundo empresarial se critica que Duran i Lleida ha perdido los tres últimos años. Que no ha construido un partido, que no se ha preocupado de su financiación, que Unió sigue limitado a dos o tres personalidades cuyo discurso gusta mucho a los empresarios pero no han levantado una formación política de verdad. Que no se ha incorporado gente joven y que no se han renovado las caras para adaptarse a los nuevos tiempos. Vamos, todo lo que sí ha hecho Ciudadanos. El anuncio de la vicepresidenta Joana Ortega de que dejará la política cuando deje el gobierno de la Generalitat acentúa la sensación de derribo sobre Unió, que sigue siendo una buena marca, pero sólo eso, una marca.

Que no se vaya a desplegar un gran apoyo no quiere decir que se les vaya a abandonar a su suerte. CiU mantiene una deuda que ronda los 16 millones de euros y ha de crear una comisión liquidadora para formalizar el final de la federación. Los bancos no van a estrangular a los nuevos divorciados políticos, pero de eso a aportar más fondos a nuevas aventuras de final incierto, hay un paso.

El Ibex 35 catalán, las grandes empresas y la vieja burguesía catalana van a evitar volcarse en el nuevo proyecto político de Unió. Ya sea bajo la marca del UDC, ya se haga bajo el paraguas de Construïm, no va a haber grandes apoyos financieros para la nueva aventura de Josep Antoni Duran i Lleida en solitario después de su ruptura con CDC.

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