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La misión del FMI examina a España tras el rechazo electoral a las reformas de Rajoy
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TEMOR A UNA INVOLUCIÓN ECONÓMICA

La misión del FMI examina a España tras el rechazo electoral a las reformas de Rajoy

Las reformas de Rajoy están en la picota tras el varapalo del 24-M. La misión del FMI recién llegada a España tiene serias dudas sobre la posibilidad de un crecimiento sostenido en nuestro país

Foto: Christine Lagarde, directora del FMI, y Luis de Guindos, ministro español de Economía. (Efe)
Christine Lagarde, directora del FMI, y Luis de Guindos, ministro español de Economía. (Efe)

La rutina tiene a veces componentes singulares que hacen especial lo que en principio debería ser un mero expediente de trámite. Algo de eso es lo que está ocurriendo estos días en las intensas reuniones de trabajo que la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) lleva a cabo con representantes del Gobierno, instituciones de supervisión, partidos políticos y altos dirigentes del mundo económico. Como todos los años, los ejecutivos de Washington revisan el estado de situación de España pero esta vez los requerimientos del organismo de Bretton Woods cobran mayor trascendencia ante el clima político que se vive en el país.

Encabezados por Philip Gerson, director adjunto del Departamento Europeo, los emisarios del FMI van a tomar el pulso de la agenda reformista en un momento especialmente crítico dado el viraje que la política económica puede experimentar en nuestro país a partir del reparto de poder territorial derivado de las últimas elecciones autonómicas y locales. La marca del 24-M está dejando una huella profunda que amenaza con cambiar el rumbo de la estrategia de austeridad y crecimiento que ha impuesto a sangre y fuego durante estos últimos cuatro años el Gobierno del Partido Popular.

Los resultados manifestados a través del cuadro macroeconómico alientan la expectativa de una salida definitiva de la crisis con una estimación de crecimiento anual al término de 2015 cercana al 4%. Otra cosa muy diferente es el impacto social del ajuste draconiano que ha permitido al país alcanzar esta velocidad de crucero y cuya incidencia se ha traducido en la pérdida de dos millones y medio de votos para el PP en relación al año 2011. La credibilidad del partido que sostiene al Gobierno se ha desarrollado en proporción inversa a la recuperación económica porque entre medias existe un enorme balance de víctimas que han dejado de ser contribuyentes sumisos para convertirse en electores desengañados.

Con esta perspectiva, la visita del FMI adquiere una significación mucho mayor que en ediciones anteriores dada la ortodoxia que caracteriza a los funcionarios del organismo supranacional a la hora de establecer un diagnóstico sobre el estado de situación económica. Las particulares circunstancias que atraviesa España no suponen ningún atenuante en la doctrina que imparte a ultranza el Fondo Monetario y, de hecho, sus delegados han decidido omitir cualquier tipo de referencia que pueda hacer alusión a una pérdida de estabilidad política en el país.

Ni Podemos ni Ciudadanos ni ningunaotra formación con aspiraciones de cambio han sido incluidos en la agenda de contactos oficiales de la misión que permanecerá en España durante las dos próximas semanas. El FMI prefiere no tentar la suerte ni ponerse la venda para justificar un golpe que no está dispuesto a recibir. El mensaje debe ser claro y meridiano y los actuales responsables del Gobierno así como el resto de dirigentes políticos con representación parlamentaria han de asumir que el crecimiento económico es un bien irrenunciable que no resulta gratis y que requiere todavía grandes esfuerzos en nuestro país.

Dudas sobre el crecimiento sostenido

La gran preocupación de los misioneros del Fondo acaba de ser traducida al lenguaje político por el ministro de Economía, Luis de Guindos, cuando esta semana ha insistido desde Sitges en el peligro que conlleva una posible “reversión del programa de reformas”. España ha asentado su desarrollo de estos últimos años en un ajuste estructural que ha permitido liderar el crecimiento económico en Europa. Los delegados del FMI temen que Mariano Rajoy sucumba ahora ante las tensiones de los electores y propicie en los próximos meses un giro de la política económica en nuestro país.

La mano trémula del presidente Rajoy necesita de apoyos firmes para asegurar los cimientos de una política que no termina de ser entendida

Los delegados de Christine Lagarde manejan un tono moderado pero contundente para expresar los temores de lo que ellos entienden como una economía cogida con alfileres. Nada más aterrizar en Barajas, durante un almuerzo previo con los representantes de los diferentes grupos presentes en el Congreso de los Diputados, Philip Gerson ha dejado muy claro que España necesita un crecimiento sostenido en el tiempo para asegurar su total recuperación. En consecuencia, el FMI advierte de que hay un camino todavía por recorrer y no descarta una involución en el proceso de desarrollo que ha experimentado España en el último año.

El eco de todas estas advertencias no ha tardado en llegar al Palacio de La Moncloa, donde la mano trémula del presidente Rajoy necesita más que nunca de apoyos firmes para asegurar los cimientos de una política que no termina de ser entendida en España. Las reformas son claves en el futuro económico del país pero pueden llevarse por delante al Gobierno de la nación. El jefe del Ejecutivo tendrá que decidir rápidamente si merece la pena dar un giro en busca de una reconciliación con los electores o es preferible inmolarse por la causa económica y morir políticamente con sus propias ideas, que son las que recomienda el FMI.

La rutina tiene a veces componentes singulares que hacen especial lo que en principio debería ser un mero expediente de trámite. Algo de eso es lo que está ocurriendo estos días en las intensas reuniones de trabajo que la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) lleva a cabo con representantes del Gobierno, instituciones de supervisión, partidos políticos y altos dirigentes del mundo económico. Como todos los años, los ejecutivos de Washington revisan el estado de situación de España pero esta vez los requerimientos del organismo de Bretton Woods cobran mayor trascendencia ante el clima político que se vive en el país.

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