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Europa y Grecia realizan "progresos" desde que Varufakis pasó a la segunda fila
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reunión del eurogrupo en bruselas

Europa y Grecia realizan "progresos" desde que Varufakis pasó a la segunda fila

Europa y Grecia "necesitan más tiempo" para sellar un acuerdo. Pero justo eso, tiempo, es lo que casi no le queda a Atenas, que reconoce que su posición de liquidez es "terriblemente urgente"

Foto: El ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis (izq), conversa con el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. (EFE)
El ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis (izq), conversa con el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. (EFE)

A falta de un acuerdo entre Grecia y Europa, que sigue sin alcanzarse, la atención se centra en los detalles. Y estos muestran que algo se está moviendo en las negociaciones desde que Atenas relegó a su ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, de la primera línea de las negociaciones.

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, tomó esa determinación tras el sonado fracaso del Eurogrupo celebrado en Riga (Letonia) el pasado 24 de abril, saldado con un alto grado de irritación entre las autoridades de la Eurozona por la posición mantenida por Varufakis. Por eso no pasa desapercibido que este lunes, en el primer Eurogrupo con Varufakis oficialmenteen la retaguardia, el comunicado oficial con el que se ha saldado la reunión destaque "los progresos que se han producido" y, sobre todo, quelos ligue con"la reorganización y la racionalización de los procedimientos de trabajo", que "han permitido una aceleración [de las negociaciones] y han contribuido a una discusión más sustancial".

Preguntado por esta cuestión, el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, ha desvinculado esos progresos dela decisión de Tsipras de relegar a Varufakis y ha indicado que el ministro de Finanzas sigue "dentro de los grupos de trabajo". Pero la distancia entre los mensajes y las sensaciones trasladadas entre los Eurogrupos de Riga y Bruselas deja entrever que algo ha cambiado. Dijsselbloem se ha referido a que las variaciones se han observado en los "aspectos técnicos" y en los "detalles de las propuestas", es decir, comentarios que aluden de nuevo al modo de enfocar las conversaciones, lideradas ahora por el número 2 del Ministerio de Asuntos Exteriores,Euclid Tskalotos.

Junio es el límite

Eso sí, el comunicado asegura que "hacen falta más tiempo y esfuerzospara tender puentes entre las diferencias existentes en los temas que quedan pendientes". El problema es que el tiempo se está acabando. Una vez más, elresultado de esteEurogrupo alimenta a su vez el debate sobre cuánto tiempo le queda a Atenas antes de tener que elegir entre pagar su deuda o los salarios y las pensiones. Y este dilema se manifestará con toda su crudezaen junio, que es el mes marcado en rojo en todos los sentidos y por dosrazones principales.

La primera, que durante el próximo mes Grecia afrontará el vencimiento de 6.400 millones de euros, de los cuales 1.205 millones tendrán como destino el Fondo Monetario Internacional (FMI). Si no media un acuerdo que libere a Grecia los 7.200 millones supeditados precisamente a que se alcance ese pacto, tendrá difícil afrontar esos compromisos sin renunciar al pago de los salarios públicos y las pensiones. Y no solo eso, sino que la necesidad de tener que adoptar controles de capitales -corralito- resultará inevitable.

El propio Varufakis ha reconocido que la posición de liquidez de Grecia es "terriblemente urgente". Por el momento, el país ha podido devolver al FMI los 752 millones de euros que vencen este martes.

Y la segunda, que la prórroga de cuatro meses concedida al segundo rescate griego vencerá el 30 de junio. Si para entonces ha seguido pagando su deuda, desde entonces se ignora lo que ocurrirá. Aunque sólo hay una certeza: en julio, el volumen de vencimientos roza los 7.000 millones de euros.

¿Ejercerá Draghi de villano?

La postergación del acuerdo evoca la más pura tradición europea, consistente en que solo se sellan los pactos cuando la situación es verdaderamente límite. La de Grecia, desde luego, se acerca mucho a esa realidad. Pero la cuerda todavía podría tensarse más. Y en este escenario, y con esa premisa de tener que extremar más el panorama para terminar instigando los acuerdos, el Banco Central Europeo (BCE) está llamado a desempeñar un papel clave.

Ya ejerció ese rol a comienzos de 2015. El 4 de febrero, la entidad presidida por Mario Draghi anunció que dejaba de aceptar la deuda griega como colateral para financiar a la banca helena. Cerraba así un cauce de financiación clave para el sector bancario griego, y solo le dejaba abierto una vía de urgencia: la Provisión de Liquidez de Emergencia (ELA, en sus siglas en inglés). Aunque, por tanto, el BCE dejaba abierto este resquicio, esa decisión resultó clave para que Grecia y sus acreedores alcanzaran el 20 de febrero ese acuerdo provisional que prorrogaba el rescate durante cuatro meses.

Con este precedente, la institución monetaria podría dar ahora otra vuelta de tuerca. O mejor dicho, dos. La primera, menos dura y a modo de aviso, consistiría en aumentar los descuentos que aplica a la deuda griega para que los bancos se financien en la ELA. O lo que es lo mismo, que les salga más caro -y, por tanto, más difícil-poder financiarse por esta vía. Y la segunda, más dura, retirar directamente el acceso a la ELA. Para ello, el BCE debería entender que la banca griega ya no es solvente, que es la condición requerida para mantener abierta esa ventanilla de urgencia.

A falta de un acuerdo entre Grecia y Europa, que sigue sin alcanzarse, la atención se centra en los detalles. Y estos muestran que algo se está moviendo en las negociaciones desde que Atenas relegó a su ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, de la primera línea de las negociaciones.

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