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Draghi alerta contra los populismos y el riesgo de que Europa "olvide" su pasado
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Draghi alerta contra los populismos y el riesgo de que Europa "olvide" su pasado

El presidente del BCE se ha puesto trascendental. Reivindica el euro como "símbolo de integración" y "la solidaridad" con virtud, pero sin que los países renuncien a las consecuencias de sus actos

Foto: El presidente del BCE, Mario Draghi, durante el acto de inauguración de la nueva sede
El presidente del BCE, Mario Draghi, durante el acto de inauguración de la nueva sede

Esta vez no tocaba hablar de la deflación. Ni de las compras de bonos. Lo que correspondía era inaugurar oficialmente la nueva sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort. Y su presidente, Mario Draghi, ha aprovechado un acto tan solemne para ir más allá de donde suele ir. Para ponerse trascendental,mirandoal pasado y al futuro de la historia europea, sin perder la ocasión de lanzar varios recados contralas disidentes tentaciones deGrecia y el Gobierno de Alexis Tsiprasy contra quienes, desde el "populismo", quieren "renacionalizar" sus economías.

"El euro, nuestra divisa común, se ha convertido en el símbolo más tangible de la integración europea", haasegurado. Siguiendo esta argumentación, no ha dudado en definir la nueva sede como "la casa del euro". Y ha sido entonces cuando ha conectado el presente con el relato más oscuro de Europa y con su futuro. "En ese sentido, este edificio es el símbolo de lo mejor que Europa es capaz de hacer junta. Pero también es el símbolo de por qué nunca podemos correr el riesgo de dividirnosde nuevo", ha avisado.

En la mente de Draghi estaba lo ocurrido en Europa en el siglo XX. La devastación de las dos Guerras Mundiales. De hecho, ha recordado que el nuevo edificio se levanta sobre la estructura de lo que en los años 20 fue un mercado de frutas y verduras. "Entre 1941 y 1945, más de 10.000 judíos de Fráncfort y las proximidades fueron deportados desde aquí hacia los campos de concentración. Se ha construido unmonumento conmemorativo en la parte este del edificio para recordarnos a nosotros, y a aquellos que nos sigan, unos acontecimientos que no pueden ni deben ser nunca olvidados".

La alargada sombra de Grecia

Estas palabras se producen cuando, en medio de las convulsas negociaciones que está manteniendo con Europa, desde Grecia se remueve la sombra del pasado para reclamar 162.000 millones de euros en compensación por los crímenes de guerra sufridos en la Segunda Guerra Mundial.

Draghi, por tanto, hace un llamamiento a que el pasado sirva para unir, no para dividir, porque la historia demuestra lo que ha pasado en una Europa desintegrada. "Nada de lo que hemos conseguido puede darse por garantizado", ha avisado.

Por eso ha apelado a la solidaridad entre los países que comparten el euro. Con límites, eso sí. Y de nuevo ha emergido la sombra de Grecia en otro de los mensajes que ha lanzado. "La solidaridad es central en la integración europea y resulta cierto que los países se han ayudado los unos a los otros durante la crisis", ha reconocido. Sin embargo, justo después ha introducido un matiz destinado a Atenas: "Pero la Europa del euro no es una unión política en la que unos países pagan permanentemente por otros".

Es decir, el banquero italiano ha intentado aclarar que una cosa es la solidaridady otra muy distinta que los países olviden que "son responsables de sus propias políticas". O lo que es lo mismo, ha intentado definir el límite entre lo permisible y el abuso dentro de una cadena como la que forma el euro. "El hecho de que algunos países tuvieran que atravesar un periodo difícil de ajustes fue primero y principalmente una consecuencia de sus decisiones pasadas", ha remachado.

Y aún ha habido dos últimos recados. En referencia a quienes piensan que Europa ha ido demasiado lejos ypretenden renacionalizar sus economías, "como los partidos populistas que están emergiendo en Europa", ha afirmado: "No hay un solo país en el mundo que esté aislado de la globalización y a la vez sea próspero".

Pero Draghi también ha tenido palabras para quienes, "como muchos de los manifestantes que hay fuera",opinan que "Europa está haciendo demasiado poco". El banquero italiano se ha hecho eco así de los altercados que han rodeado el acto de inauguración de un edificio que ha terminado costando 1.200 millones de euros, 350 millones más de los previsto.

Esta vez no tocaba hablar de la deflación. Ni de las compras de bonos. Lo que correspondía era inaugurar oficialmente la nueva sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort. Y su presidente, Mario Draghi, ha aprovechado un acto tan solemne para ir más allá de donde suele ir. Para ponerse trascendental,mirandoal pasado y al futuro de la historia europea, sin perder la ocasión de lanzar varios recados contralas disidentes tentaciones deGrecia y el Gobierno de Alexis Tsiprasy contra quienes, desde el "populismo", quieren "renacionalizar" sus economías.

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