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Europa pone pie en pared: “O Grecia se amolda o acabará saliendo del euro”
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el eurogrupO se muestra sin fisuras

Europa pone pie en pared: “O Grecia se amolda o acabará saliendo del euro”

Lo dice un alto funcionario español: “O Grecia se amolda o acabará saliendo del euro. Así de fácil”. El tira y afloja entre Bruselas y el nuevo Gobierno ha comenzado

Lo dice un alto funcionario español: “O Grecia se amolda o acabará saliendo del euro. Así de fácil”. Y es que el tira y afloja entre Bruselas y el nuevo Gobierno griego ha comenzado, aunque por ahora entre bambalinas. Incluso antes de haberse constituido formalmente el primer gabinete de Syriza.

Por el momento hay una cosa clara. La UE, a través del ministro De Guindos, ya le ha recordado a Alexis Tsipras (en la reunión del Eurogrupo) que Grecia necesitará unos 10.000 millones de euros adicionales hasta agosto que no encontrará saliendo a los mercados financieros. Y por supuesto, que una conferencia sobre reestructuración de la deuda para una eventual quita “no está sobre la mesa ahora mismo”. Jeroen Dijsselbloem, el presidente del Eurogrupo, habló en la misma línea: “Formar parte de la zona euro significa respetar los acuerdos ya firmados”, aseguró.

Incluso el socialista Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, ha recomendado a Tsipras que tire de pragmatismo y olvide la palabra ‘quita’. Lo que tiene que hacer Grecia, según Schulz, es reforzar la lucha contra la evasión fiscal y aumentar la inversión con la ayuda del plan del presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker. En la misma línea, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, aclaró que dialogará con el nuevo Gobierno, pero sin olvidar que Grecia deberá cumplir las reglas.

¿Quiere decir esto que no hay posibilidad de acuerdo? En absoluto. El nuevo primer ministro griego aún no ha desvelado la estrategia, pero sí ha lanzado un mensaje. El componente nacionalista pesa incluso más que el ideológico. Tsipras ha elegido como socio a un pequeño partido –Griegos Independientes–, que se opone al rescate porque compromete la soberanía helena, lo que no es una cuestión baladí en un país que desde 1945 siempre ha sido receloso con Occidente (EEUU) y Oriente (Turquía), lo que explica su elevado presupuesto en gasto militar, uno de los más altos de Europa.

Este punto es importante porque no se trata sólo de resolver un problema económico, sino que la nueva mayoría griega tiene la necesidad de trasladar a la opinión pública una idea: el protectorado ejercido por la troika en los últimos cinco años se ha acabado. Es decir, importa tanto el fuero como el huevo.

Contrapartidas

No lo tendrá fácil. Y no sólo porque la troika (el FMI, la UE y el BCE) habla a través de documentos públicos que exigen contrapartidas, sino que la economía helena depende para su supervivencia de los fondos del banco central. Sin ir más lejos, los bancos griegos han aumentado en diciembre su financiación respecto del BCE hasta los 56.000 millones de euros (frente a los 45.000 millones de un mes antes). Es más. El consejo de Gobierno es quien debe definir los criterios de elegibilidad de los bonos que vaya a comprar con cargo al QE aprobado el pasado jueves. Y parece evidente que el volumen de compra de deuda a partir del próximo 1 de marzo dependerá en buena medida de la marcha de las negociaciones.

Un documento publicado ayer por el banco suizo UBS revela tres posibles salidas que no tienen por qué ser incompatibles. En primer lugar, una reestructuración de la deuda a través de dos instrumentos: un nuevo calendario de vencimientos (plazos más largos) y una reducción adicional de los tipos de interés.

Draghi ya ha aceptado dar un tratamiento diferenciado a los países rescatados. Es decir, que, en su caso, la compra de bonos soberanos no será estrictamente proporcional al capital del Banco de Grecia en el BCE. Un reciente estudio publicado por el think tank Bruegel ha calculado que por esta vía el ahorro para Grecia puede alcanzar alrededor del 17% del PIB.

En segundo lugar, se puede actuar a través de una suavización de los objetivos de déficit fiscal. Grecia tiene hoy un superávit primario (sin el pago de intereses) equivalente al 2,7% del PIB, y se trataría de ampliar esos plazos. Países como Francia y España estarían también interesados en la propuesta (aunque nunca lo dirán en público), habida cuenta de que con más margen presupuestario la economía podría crecer más. De hecho, el Ecofin estudiará hoy mismo nomas de flexibilización del déficit que en ningún caso superen el 0,5% del PIB. Así, por ejemplo, cuando la Comisión Europea abra un procedimiento por déficit excesivo, puede dar más tiempo para la corrección del mismo siempre y cuando exista un plan especial de reformas.

Para los países ya inmersos en el procedimiento, como España, que hayan hecho el esfuerzo fiscal necesario pero que necesitan más margen para reducir el déficit, la CE puede conceder más tiempo.

El tercer marco para el acuerdo es el más peliagudo: las reformas económicas. Es decir, la puesta en marcha de procesos de liberalización de la actividad económica y de nuevas reglas de juego en cuestiones como las pensiones, el mercado de trabajo, la función pública o los horarios comerciales, asuntos con gran contenido social y que están detrás del triunfo histórico de Syriza. Legislar contra los intereses directos de su electorado no es fácil en un país que, desde que estalló la crisis, ha ido quemando sin piedad Gobiernos de distinto signo político.

Devaluación interna

Lo que sí parece fuera de toda duda es que Syriza no pretende tensar la cuerda más allá de lo razonable amenazando con la salida del euro. Sabe que los griegos no lo quieren porque ello supondría una devaluación interna sin precedentes en la Europa contemporánea. Y lo que es todavía más importante: como ha advertido Bruselas, salir del euro significa salir de la UE, y eso son palabras mayores.

Syriza y la troika, por lo tanto, tienen un margen estrecho de negociación. La ventaja para Grecia es que la mayoría de la deuda helena está hoy en manos de los Gobiernos europeos y no del sector privado, algo que hace menos complicada la búsqueda de una solución. Pesa igualmente a favor el hecho de que los plazos de vencimiento de la deuda griega son notablemente más elevados que los que existen en países como España. Aun así, Grecia tendrá unas necesidades de financiación equivalentes a unos 17.000 millones de euros en 2015, con una gran concentración en los meses centrales del año.

Grecia, en todo caso, no puede olvidar que su deuda ya ha sido reestructurada en cuatro ocasiones. En mayo de 2010, en el marco del primer programa de asistencia financiera, los Estados miembros de la zona del euro otorgaron préstamos bilaterales a Grecia, de los cuales se desembolsaron 52.900 millones de euros. El vencimiento inicial del préstamo era de 2026 (con un período de gracia hasta 2019 y la amortización gradual durante 2020-26) y la tasa de interés inicial estaba vinculada al Euribor a 3 meses con un diferencial de 300 puntos básicos durante los primeros 3 años y 400 puntos básicos después. En 2011, el diferencial se redujo a 150 puntos básicos (con carácter retroactivo) y, en noviembre de 2012, a 50 puntos básicos. El vencimiento se extendió por 15 años hasta 2041, con amortización de capital gradual entre 2020 y 2041. Esto es lo que explica que sus vencimientos de deuda sean de muy largo plazo.

En total, los préstamos alcanzan los 110.000 millones, de los que unos 26.000 corresponden a España. Eso significa que, si se plantea una quita del 30%, como se ha manejado, el coste para España sería de unos 7.800 millones de euros. Por ello en este punto “no hay fisuras”, como dice una fuente.

Lo dice un alto funcionario español: “O Grecia se amolda o acabará saliendo del euro. Así de fácil”. Y es que el tira y afloja entre Bruselas y el nuevo Gobierno griego ha comenzado, aunque por ahora entre bambalinas. Incluso antes de haberse constituido formalmente el primer gabinete de Syriza.

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