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Moncloa se las promete muy felices con el 'cheque' de Draghi en pleno año electoral
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la eurozona, pendiente de la reunión del BCE

Moncloa se las promete muy felices con el 'cheque' de Draghi en pleno año electoral

Se acerca la cita. Faltan horas para conocer una decisión que se presume histórica. Y el Gobierno español la espera entusiasmado, porque sabe que el QE le favorece

Foto: Mariano Rajoy, durante la reunión que mantuvo en el Palacio de la Moncloa con Mario Draghi en febrero de 2013
Mariano Rajoy, durante la reunión que mantuvo en el Palacio de la Moncloa con Mario Draghi en febrero de 2013

Pocos equipos –más bien ninguno– se quejan del árbitro cuando les favorece. Algo así es lo que transmite el Gobierno español en las horas previas a la trascendental reunión que el Banco Central Europeo (BCE) celebrará este jueves, en la que probablemente anunciará la impresión de más euros mediante un programa de expansión cuantitativa (QE). "Que haga lo que tenga que hacer", es la posición que se defiende en los pasillos económicos de Moncloa.

Este supuesto fair play es de lo más elocuente, puesto que hace menos de un año, en abril de 2014, Mariano Rajoy, como los defensas que levantan el brazo para reclamar un fuera de juego, pedía más esfuerzos a la entidad presidida por Mario Draghi para contrarrestar la fortaleza del euro y la baja inflación. Nueve meses después, el Ejecutivo no tiene nada que aconsejar o rechistar. Sabe que, en este caso, todo lo que venga de Fráncfort jugará en favor de sus intereses. Y más en un año con un sesgo tan electoral en España como en 2015. Por eso asume que es momento de enarbolar el mensaje oficial de que el BCE es un organismo independiente al que se le debe dejar trabajar sin presión.

Como trasfondo de esta posición, la seguridad de que España figurará entre los países más beneficiados por un QE que, esta vez parece que sí, incluirá ya la compra de deuda soberana. El Gobierno ha reconocido en las últimas semanas que la economía española está disfrutando de un alineamiento histórico de elementos favorables. Esa concatenación consiste en la depreciación del euro, el descenso de los costes de financiación, la caída del petróleo y la moderación salarial. Por tanto, es normal que no eleve la voz ahora que Draghi acelera hacia el QE, puesto que esta iniciativa promete hacer más perdurables los dos primeros: el debilitamiento del euro y el retroceso de los costes financieros.

Pero ¿tanto beneficia el QE a España? Los expertos lo tienen claro: le beneficia, pero, como el propio Draghi ha repetido con respecto al verdadero alcance de la política monetaria, "no es la panacea ni una solución a todos los problemas". "Desde luego, tendrá un efecto positivo para España. Le beneficia más de lo que le perjudica", asegura Diego Triviño, jefe del departamento de análisis de Intermoney. Sustancia los efectos favorables en dos principales: los costes de financiación y el tipo de cambio del euro.

Aunque todavía no se conocen los detalles –el mercado especula con un QE de. al menos, 500.000 millones de euros–, todo indica que incluirá la compra de deuda pública. Esas adquisiciones reducirán aún más los intereses que paga el Estado por financiarse mediante la emisión de deuda pública –cuya rentabilidad baja cuando sube el precio–, y este descenso se filtrará a su vez a los costes de financiación de las empresas y los hogares, con lo que deberán destinar menos recursos al pago de sus deudas, que podrán dedicar a la inversión y el consumo. En este sentido, los hogares tienen garantizado que el Euribor, que permanece en mínimos históricos al borde del 0,3%, seguirá en estos niveles durante una larga temporada.

El QE, por tanto, prolongará la secuencia que vienen registrando los costes de financiación en España desde el verano de 2012, cuando Draghi se comprometió a "hacer lo que sea necesario" para salvar el euro. "Todo lo que ayude a reducir los costes de financiación en un país con tanta deuda como España siempre es positivo", apunta el analista económico y estadístico del Estado Juan Ignacio Crespo.

En cuanto al euro, si en efecto el BCE descarga su munición cuantitativa, contribuirá para que se mantenga bajo. Y no es poca cosa, después de que acumule una depreciación del 17% contra el dólar desde comienzos de mayo. En este periodo ha pasado de rozar los 1,40 dólares a depreciarse hasta los 1,16 dólares, aunque en la marejada cambiaria de las últimas sesiones incluso se le ha visto por debajo de los 1,15 dólares. En este sentido, el equipo de análisis de BBVA (ver cotización) calcula que una caída sostenida del 10% del euro aporta hasta cinco décimas de crecimiento al Producto Interior Bruto (PIB) español.

"La depreciación del euro no solo ayuda porque puede reactivar las exportaciones españolas, sino que puede generar efectos beneficiosos en el sector exterior y la demanda interna de otros países de la Eurozona, algo que también va en favor de España", añade Triviño.

¿Y qué hay del crédito? ¿Servirá el QE para revitalizar el crédito en España? De nuevo, ayudará a engrasar la maquinaria, pero no lo generará por sí solo. En combinación con otras medidas monetarias que ya tiene en vigor, como la financiación bancaria condicionada (TLTRO), reforzará la posición en la que se encuentran las entidades financieras para que, a partir de ahí, puedan abrir más el grifo del crédito.

En este sentido, hay que tener presente que los bancos españoles tenían en cartera 260.000 millones de euros de deuda pública española a finales de octubre, con lo que figurarán entre los favorecidos por las compras del BCE. Es decir, los bancos ganarán un dinero que luego podrán destinar a incrementar los préstamos.

Al menos, es uno de los impactos pretendidos por Draghi, que tiene como reto que los potenciales efectos beneficiosos del QE no se queden en el sector financiero y se filtren a la economía real en forma de nuevo crédito que financie la recuperación. Eso sí, a un ritmo menor que en el pasado, porque la economía necesita créditos pero en menor cuantía que antes de la crisis para seguir con el proceso de desapalancamiento, y siempre que la mejoría económica ayude a generar nueva demanda solvente.

Ahora bien, que tenga más de positivo que de negativo tampoco implica que el QE vaya a ser mágico. "Nos viene bien. Pero no maravillosamente bien. La caída del petróleo, por ejemplo, tiene más impacto en la economía española", precisa Crespo.

Entre las objeciones que formulan los expertos sobresalen dos. La primera, que desincentiva la adopción de reformas, y más en un año electoral como el que encara España, con lo que los políticos pueden desperdiciar el tiempo que está comprando Draghi con sus medidas. Con el BCE actuando, los países se ven en una posición menos tensa y, por tanto, se ven menos impelidos para acometer reformas estructurales. Y la segunda, que distorsiona la formación de precios y la asunción de riesgos crediticios, con lo que puede alimentar nuevos desequilibrios financieros y burbujas.

Pero eso se verá más allá de 2015. Para entonces ya habrán pasado todas las citas electorales. Por el momento, en Moncloa se las prometen muy felices. Y Draghi es uno de los motivos.

Pocos equipos –más bien ninguno– se quejan del árbitro cuando les favorece. Algo así es lo que transmite el Gobierno español en las horas previas a la trascendental reunión que el Banco Central Europeo (BCE) celebrará este jueves, en la que probablemente anunciará la impresión de más euros mediante un programa de expansión cuantitativa (QE). "Que haga lo que tenga que hacer", es la posición que se defiende en los pasillos económicos de Moncloa.

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