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Por qué España no es Grecia (aunque puede llegar a serlo)
  1. Economía
la deuda pública es ya impagable

Por qué España no es Grecia (aunque puede llegar a serlo)

Las comparaciones suelen ser detestables. Y en el caso de Grecia y España llegan a ser absurdas por una razón. La patria de Pericles está prácticamente en bancarrota.

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Las comparaciones, como se sabe, suelen ser detestables. Y en el caso de Grecia y España llegan a ser, incluso, absurdas. Básicamente por una razón. La patria de Pericles está hoy prácticamente en bancarrota y depende de la asistencia financiera de la troika, mientras que España puede pagar sin tensiones de liquidez su abultada deuda –1,01 billones de euros– y no necesita tener abierta una línea de crédito casi permanente que hay que renovar de forma periódica, como le sucede a Grecia. Las revisiones del programa de asistencia financiera –a cambio de políticas de ajuste– suponen un volumen de 28.100 millones de euros hasta febrero de 2016.

La razón es bien simple: el endeudamiento heleno ascenderá este año, según las previsiones de la Comisión Europea, a un estratosférico 175,5% del PIB, frente al 96,4% en el caso español. Es decir, prácticamente el doble. Y es que Grecia, como admiten todos los informes de los servicios de estudios privados, nunca podrá pagar su deuda pública (a ella hay que sumar la privada). Entre otras cosas porque depende casi exclusivamente del exterior para poder financiarla por ausencia de ahorro interno (en esto sí se parece a España). Su deuda exterior neta (Posición de Inversión Internacional) supera ampliamente el 90% del PIB (cerca del 100% en el caso de España).

Expresado en otros términos. Grecia tiene que negociar su futuro bajo la espada de Damocles de la troika (FMI, BCE y Comisión Europea), y aunque ayer un portavoz del Fondo Monetario dijo a Reuters que las discusiones con las autoridades griegas sobre el fin de la sexta revisión del programa “se retomarán una vez esté formado un nuevo Gobierno”, lo cierto es que esa sensación de pérdida de soberanía es la que corroe las instituciones helenas tradicionales.

Al menos, el país no necesita de forma inmediata nuevos fondos para pagar las nóminas y las pensiones públicas. Y es que, mientras Alemania se financia a menos del 0,6% a diez años, el Tesoro griego lo hace todavía a un increíble 9,26% (España, al 1,69%).

La insuficiencia de ahorro interno se manifiesta en un hecho capital desde el punto de vista del equilibrio macroeconómico. Pese al durísimo ajuste que ha sufrido su economía desde la intervención (la tasa de desempleo casi se ha triplicado hasta casi el 27% de la población activa), el déficit de la balanza comercial (saldo entre compras y ventas al exterior) representa nada menos que el 10% del PIB. Grecia, por lo tanto, tiene una gravísimo problema de competitividad que no es el caso de España gracias a sectores como el automóvil o la industria química y de bienes de equipo, dominados por multinacionales.

Su balanza de pagos (incorporando todos los flujos monetarios) supone todavía un déficit del 2,8%, mientras que España ha podido tapar el agujero y hoy el Ministerio de Economía estima un superávit exterior equivalente al 1,5% del PIB para este año que termina.

Repliegue del crédito

La solvencia con el exterior, y esta es una de las lecciones de la brutal crisis económica que han sufrido tanto España como Grecia, es esencial para enderezar la situación. Y eso es lo que explica el repliegue del crédito en pleno proceso de desapalancamiento de los agentes económicos. La consecuencia ha sido una caída del número y el volumen de préstamos sin precedentes que ha cerrado miles y miles de empresas por falta de financiación y por deterioro de la solvencia.

En eso sí se parecen España y Grecia. Los dos países –junto a Portugal– son los más restrictivos en cuanto a concesión de nuevos créditos, según las encuestas trimestrales sobre préstamos bancarios que elabora trimestralmente el BCE.

Otro factor ha influido decisivamente en la crisis griega (también en España). El desplome de la actividad económica disparó los respectivos déficits fiscales hasta niveles insoportables (por encima del 11% del PIB). Y eso explica los duros recortes a que se ha visto sometido el gasto público desde 2010.

En este caso, Grecia aventaja positivamente a España. Su desequilibrio presupuestario se situará este año en el 1,4%, menos de la tercera parte del que tendrá España. Grecia, incluso, podrá acreditar superávit primario. Es decir, sin tener en cuenta el pago de los intereses por el servicio de la deuda pública. Todavía no es el caso de España pese al intenso recorte de los tipos de interés que ha abaratado la financiación del Tesoro.

La profunda política de recortes ha tenido efectos devastadores en términos de prestaciones sociales, pero también en forma de desempleo. Y eso es lo que en realidad está detrás del auge de Syriza, que ha podido capitalizar el descontento con la ‘vieja política’ –la de los Karamanlis y los Papandreu que ha arruinado a las clases medias y las ha echado en brazos del populismo.Los salarios han caído más de un 11% en el último trienio, muy por encima de lo que han descendido en España.

Lo paradójico es que tanto en España como en Grecia la eclosión de las nuevas formaciones populistas coincide con la recuperación económica, al menos en términos de PIB. Grecia (un 2,9%) y España (2%) liderarán el crecimiento en la Unión Europea en 2015, pero también en 2016. Curioso y lógico después de haber bajado a los infiernos durante media docena de años. Y es que en Grecia, como en España, el problema hoy es político, no sólo económico.

Las comparaciones, como se sabe, suelen ser detestables. Y en el caso de Grecia y España llegan a ser, incluso, absurdas. Básicamente por una razón. La patria de Pericles está hoy prácticamente en bancarrota y depende de la asistencia financiera de la troika, mientras que España puede pagar sin tensiones de liquidez su abultada deuda –1,01 billones de euros– y no necesita tener abierta una línea de crédito casi permanente que hay que renovar de forma periódica, como le sucede a Grecia. Las revisiones del programa de asistencia financiera –a cambio de políticas de ajuste– suponen un volumen de 28.100 millones de euros hasta febrero de 2016.

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