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El ‘halcón’ del Bundesbank ataca a Draghi por arrugarse ante los Gobiernos
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ALEMANIA SE ALEJA DE FRANCIA E ITALIA

El ‘halcón’ del Bundesbank ataca a Draghi por arrugarse ante los Gobiernos

La decisión del BCE de llevar hasta los límites la relajación de la política monetaria tiene respuesta por parte del anterior hombre fuerte del Bundesbank.

Foto: El exmiembro del Consejo Ejecutivo del BCE Jürgen Stark (Reuters)
El exmiembro del Consejo Ejecutivo del BCE Jürgen Stark (Reuters)

Su nombre es Jürgen Stark, y desde hace años es conocido como uno de los principales ‘halcones’ alemanes en materia de política monetaria. Primero, como vicepresidente del Bundesbank, y después, como miembro del consejo ejecutivo del BCE. Tras abandonar ambos cargos, Stark ha lanzado su artillería contra Draghi, a quien acusa de haberse entregado a los Gobiernos. En particular a los de Francia e Italia (sic).

En palabras de Stark, “el BCE ha cedido a unas presiones políticas inmensas” en favor de una relajación de su política monetaria. Y no sólo eso, los banqueros de Fráncfort, en su opinión, “se han situado a la defensiva” frente al FMI, la OCDE, los analistas de los mercados financieros y “los economistas anglosajones” respecto del riesgo de deflación en Europa, algo que el influyente economista alemán descarta por completo. No así el BCE. Mario Draghi ‘amenazó’ ayer con nuevas medidas en caso de que la inflación continúe lejos del 2%.

Para Stark, sin embargo, lo que se está produciendo es un descenso de los precios de los productos básicos debido al “doloroso”, pero “ineludible”, ajuste de costes y precios en los países periféricos. Su conclusión no podía ser de otra manera: no hay riesgo real de deflación, y de ahí que arremeta con la política monetaria “acomodaticia” diseñada por el BCE, que ayer tuvo un nuevo episodio.

Stark ha escrito su comentario en el influyente blog Project Syndicate, y lo ha titulado sin tapujos "El salto del BCE hacia lo desconocido". En él ironiza sobre el hecho de que los mercados “aplaudan” cada vez que el BCE baja los tipos de interés o anuncia compras de deuda. Si bien, la crítica más dura tiene que ver con una acusación: el BCE se está apartando de su mandato fundacional y está adoptando medidas que se sitúan al margen de sus estatutos. Stark, haciendo suyas unas recientes declaraciones de Greenspan, asegura que el Banco Central Europeo “ha abandonado en realidad todas las restricciones del Tratado de Maastricht que lo vinculan con el modelo del Bundesbank”.

Una política equivocada

Para Stark, se trata de una política equivocada, toda vez que al garantizarse la compra de bonos de países muy endeudados (podrá comprar hasta bonos cercanos a la calificación de ‘basura’), lo que en realidad se hace es “debilitar” la política de reformas. En particular por parte de algunos de los grandes países de la Europa, aunque sin citar nombres. Y todo ello pese a que las “decrépitas estructuras económicas son un obstáculo para el crecimiento potencial”.

En pleno ataque con el BCE, Stark considera que su disposición a comprar valores respaldados por activos es “particularmente arriesgada” y crea un nuevo elemento de obligación conjunta de la zona del euro, con lo que, “en caso de pérdida, las consecuencias recaerán sobre los contribuyentes europeos”.

El momento que ha escogido Stark para su crítica no puede ser más oportuno. En los últimos días, tanto los ministros de Hacienda de Francia como de Italia han anunciado que no podrán cumplir el calendario de reducción del déficit pactado con Bruselas debido al deterioro de sus economías. Y a Merkel le ha faltado tiempo para poner el grito en el cielo. “Es un problema de credibilidad”, dijo la canciller ante una audiencia de empresarios.

Su paisano Stark va en la misma línea. Pero se agarra a otro concepto. En su opinión, el BCE “carece de la legitimidad democrática” para adoptar decisiones de semejante transcendencia, con posibles efectos redistributivos importantes, lo que representa “un riesgo aún mayor para la independencia de la política monetaria”.

El corolario a su discurso es claro: una mayor liquidez “no propiciará” una mayor actividad de préstamos bancarios. Al menos, sostiene, hasta que sus balances sean más transparentes respecto de la morosidad y hasta que las economías importantes [¿Francia? ¿Italia? ¿España?] se hayan vuelto “más flexibles”. Para Stark, lo que hace en realidad el BCE es poner la política monetaria no a disposición del conjunto de la Eurozona, sino “a sus miembros con problemas”. Y la “primera víctima –augura– “será la estabilidad de precios”.

Dhaghi no lo ve así y en su comunicación inicial –tras la la reunión del Consejo de Gobierno– admitió que la recuperación (tras un primer semestre decepcionante) depende en buena medida de la política monetaria. Fundamentalmente, a través de la reparación de los mecanismos de transmisión del crédito, que hoy están cegados. En palabras de Draghi, “la demanda interna debe ser apoyada por la política monetaria”, toda vez que los riesgos “continúan siendo a la baja”.

Sinn refuerza a Stark

El presidente del instituto alemán Ifo, Hans-Werner Sinn, tampoco se ha quedado corto en sus críticas a las últimas maniobras de la institución monetario. “El BCE se convertirá completamente en una autoridad de rescate y en el banco malo de Europa”, asegura. Alegando que el BCE va a comprar hasta bonos basura, que crecerá el riesgo de que los contribuyentes sufran las pérdidas en caso de que alguno de esos bonos impague y que la institución se está metiendo en el terreno fiscal, afirma que “la compra de estos activos de riesgo no está permitida por el mandato del BCE”.

En consecuencia, opina que, “de acuerdo con el Tribunal Constitucional germano, el Gobierno de Alemania está obligado a oponerse”. Y, si no lo hace, recuerda que “cualquier ciudadano alemán puede acudir al Constitucional para forzarlo a actuar”. No sería la primera vez que ocurre, puesto que 37.000 ciudadanos alemanes ya unieron su firma a la demanda interpuesta para el Tribunal con sede en Karlsruhe juzgara si el programa OMT, con el que Draghi se ofrecía a comprar la deuda de aquellos países antes de que pidieran un rescate, se ajustaba a la Constitución germana.

Su nombre es Jürgen Stark, y desde hace años es conocido como uno de los principales ‘halcones’ alemanes en materia de política monetaria. Primero, como vicepresidente del Bundesbank, y después, como miembro del consejo ejecutivo del BCE. Tras abandonar ambos cargos, Stark ha lanzado su artillería contra Draghi, a quien acusa de haberse entregado a los Gobiernos. En particular a los de Francia e Italia (sic).

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