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La congelación salarial agoniza: sindicatos y CEOE negocian las primeras subidas reales
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mejorarían por primera vez desde 2011

La congelación salarial agoniza: sindicatos y CEOE negocian las primeras subidas reales

Algo está cambiando en el mercado laboral. Sindicatos y CEOE negocian un nuevo pacto de rentas que incorporará el nuevo escenario económico.

Algo está cambiando en el mercado laboral. Y esta vez en la buena dirección para los trabajadores. Sindicatos y patronal han comenzado a negociar un nuevo acuerdo sobre negociación colectiva que incorporará el nuevo escenario económico.

Por primera desde 2011, los salarios volverán a subir en términos reales. De hecho, como apuntan fuentes empresariales, algunas grandes compañías ya han puesto a trabajar a sus directores financieros para que habiliten en sus cuentas una cierta recuperación del poder adquisitivo, en línea con lo manifestado en varias ocasiones por el presidente de la CEOE, Juan Rosell, quien ha admitido que hay sectores que ya pueden subir los salarios reales después de años de congelación. O, incluso, descenso nominal (sin contar la inflación).

El nuevo acuerdo será, en todo caso, muy diferente al anterior. Entre otras cosas, porque la negociación se produce en un marco político y económico muy diferente. El Gobierno –tras la firma el pasado 29 de julio de un acuerdo marco de negociación– vive una especie de ‘luna de miel’ con los sindicatos (sus reuniones en el Ministerio de Empleo son continuas), mientras que hace ahora casi tres años –cuando se firmó el anterior pacto de rentas– la reforma laboral se llevó por delante no sólo la eficacia del pacto sobre salarios que firmaron UGT, CCOO y CEOE para aplicarse entre 2012 y 2014 (debido a la extensión de las cláusulas de descuelgue), sino, también, el propio diálogo social.

En 2012, primer año de aplicación de la reforma laboral, el IPC medio anual subió un 2,4%, pero las nóminas crecieron apenas un 1%. En 2013, igualmente, el incremento del IPC fue del 1,4%; sin embargo, los salarios sólo crecieron un 0,5%. En 2014 ha sucedido algo distinto (los salarios ganarán al IPC), pero más por el desplome de los precios (la deflación) que por una revisión al alza de las nóminas. El 0,6% que han subido como media los sueldos (hasta el 1 de septiembre) incorpora previsiones de IPC sensiblemente mayores que no se han cumplido.

La situación de partida de los agentes sociales, en todo caso, no es muy alejada. Entre otras razones porque nada indica que se vaya a producir en los próximos dos tres años (periodo del acuerdo) un repunte de los precios, y eso siempre ayuda a que la negociación colectiva sea fluida. De hecho, la propia CEOE estima que el año que viene el IPC no subirá nada (en torno al 0%). Es decir, en línea con lo que prevén institutos de coyuntura como Funcas, que ayer estimó un descenso del 0,1% en 2015 tanto del deflactor del PIB como del deflactor del consumo privado. Por lo tanto, una economía sin presión de los precios y coqueteando con la deflación pese a la ligera recuperación de la demanda interna.

¿Habrá referencias?

Eso puede explicar que los sindicatos se planteen –al contrario que en el pasado– no incluir en el nuevo acuerdo sobre negociación colectiva ninguna referencia concreta sobre incrementos de los salarios.

La CEOE, por el contrario, según fuentes de toda solvencia, sí que reclama algún tipo de referencia, ya que reivindica su “utilidad” para encauzar la negociación colectiva. En todo caso, nada indica que este punto pueda poner en peligro el conjunto de las negociaciones. La CEOE, además de hablar de los salarios, quiere introducir mayor flexibilidad en las empresas en cuestiones como la jornada de trabajo, el contrato o la polivalencia laboral.

Otra cosa muy distinta es conocer en qué medida puede afectar al acuerdo bilateral (no se sabe si lo firmará el Gobierno) dos decisiones que debe tomar el Ejecutivo antes de que finalice el año, y que tienen un ‘efecto arrastre’ sobre la cuantía de las nóminas. En primer lugar, la revisión salarial de los casi tres millones de empleados públicos, que históricamente suele ser la señal que da el Gobierno sobre cuánto quiere que suban los sueldos. La segunda hay que relacionarla con lo que pasará con el salario mínimo interprofesional (SMI).

El Gobierno no ha dicho todavía si lo revisará después de estar congelado durante los últimos años, y este es un punto caliente para los sindicatos. Lo único que ha transcendido de forma oficiosa es que podría incrementarse entre un 0,5% y un 1%, lo que tiene más de efecto simbólico que de una verdadera política de recuperación del poder adquisitivo, como reclaman las centrales sindicales. CEOE, por el contrario, estima que primero hay que saber cuántos trabajadores están afectados por el SMI para obrar en consecuencia, toda vez que asegura que hay al menos cinco cifras diferentes. Lo que sí tiene claro es que, aunque afecte sólo a unos 200.000-300.000 trabajadores, como suele cuantificarse, lo haría a los salarios más bajos de las empresas, y eso podría provocar una espiral de costes.

Lo relevante, sin embargo, es el incremento en la función pública. Y hay que tener en cuenta que ya algunas comunidades autónomas han dicho que sus funcionarios recuperarán la paga extra eliminada por el Gobierno central. Si el Gobierno abre la mano –presionado por sus líderes regionales y locales ante la inminencia de las elecciones–, eso determinará los salarios en el sector privado, como, de hecho, ha sucedido desde que se firmó el último ANC.

Algo está cambiando en el mercado laboral. Y esta vez en la buena dirección para los trabajadores. Sindicatos y patronal han comenzado a negociar un nuevo acuerdo sobre negociación colectiva que incorporará el nuevo escenario económico.

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