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Los ladrones de combustible dan un zarpazo de 13,5 millones de litros a los transportistas
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se vende más barato y altera la competencia

Los ladrones de combustible dan un zarpazo de 13,5 millones de litros a los transportistas

El robo de combustible a camiones distorsiona la competencia en el transporte por carretera porque luego se revende un 30% por debajo de su precio

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Más de 13 millones de litros de combustible robados al año a camiones que hacen rutas en carretera; incumplimiento de los tiempos de llegada de los vehículos pesados a su destino; y, lo que es más importante, la distorsión del mercado de competencia en el transporte de mercancías, ya que el combustible sustraído regresa por arte de magia a los depósitos de algunos vehículos… pero a menor precio.

Para la Asociación del Transporte Internacional por Carretera (Astic), la sustracción de combustible es uno de los ‘problemas de cabecera’ del sector. Para su director general, Ramón Valdivia, lógicamente también. “Lo de menos es la cantidad económica. 13 millones de litros, a un euro el litro, son 13 millones de euros. Lo importante es que hoy en el sector los flujos son muy tensos e incidentes como que te roben el combustible puede provocar problemas de puntualidad con los clientes… Eso si en el robo no rompen nada”.

Para Valdivia, lo mollar es que las sustracciones de combustible “distorsionan el mercado de la competencia, porque ese gasóleo luego se vuelve a vender a precios más bajos, lo que permite que algunos transportistas puedan hacer sus rutas más baratas”. Esta circunstancia se convierte en una bomba de relojería, en un negocio en el que el coste del combustible supone entre el 30 y el 40% de los gastos de operación.

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Pero, ¿quién es el ladrón y dónde roba? Desde dentro (a veces) y desde fuera del camión y en cualquier punto geográfico. En Astic creen que cuando a un empleado le roban en más de dos ocasiones al año “es raro”. Son lo que podríamos denominar los robos internos. “Pero los que realmente nos preocupan -dice Valdivia- son los que sustraen con bombas de absorción y te quitan mil litros de combustible en un área de descanso”.

Astic no tiene pruebas, pero cree que los “raterillos” venden su botín a 0,3 euros el litro a la banda que suministra a granel el gasóleo robado y ésta, a su vez, lo coloca a 0,68, un 30% más económico que repostando en una estación de servicio.

¿Los mejores lugares para robar? Cualquier punto de la red de carreteras es ‘bueno’. Eso sí, hay focos en los que los camiones van cargados hasta los topes de combustible y la parada es obligada para cumplir con los descansos obligatorios del conductor.

Así, “camino de Alemania, se llena antes de salir de España, normalmente en la Junquera, y se suele parar en Perpignán para descansar. Los ladrones saben que en ese momento los camiones están cargados, succionan el combustible y se lo llevan en furgonetas o coches, teniendo la precaución de no robar más de 400 euros para que, en caso de ser detenidos, sólo se les persiga por una falta”, dice Valdivia.

Los datos que maneja Astic son parte de un estudio mundial hecho por la Organización Mundial de Transporte por Carretera (IRU), en el que se pone de manifiesto que este problema se vive en el resto de los países, con efectos muy negativos, sobre todo, en Estados Unidos y China. “Hay alguna empresa china a la que le han robado en un solo día 60.000 litros almacenados en depósitos propios”, afirma Valdivia.

El sector del transporte de mercancías por carretera ha sufrido como pocos los zarpazos de la crisis. Hoy, el parque de camiones en nuestro país es de 300.000 vehículos; hay 109.000 empresas de transporte pesado; cada compañía opera con 3,5 vehículos de media y ocupa a 1,2 empleados por camión.

Desde 2008 han desaparecido 27.000 empresas de transportes pesados (a partir de 18.000 kilos, aunque lo normal es que ronden los 40.000 kilos de Masa Máxima Autorizada) y unas 80.000 personas han perdido sus puestos de trabajo como consecuencia de los ajustes.

Más de 13 millones de litros de combustible robados al año a camiones que hacen rutas en carretera; incumplimiento de los tiempos de llegada de los vehículos pesados a su destino; y, lo que es más importante, la distorsión del mercado de competencia en el transporte de mercancías, ya que el combustible sustraído regresa por arte de magia a los depósitos de algunos vehículos… pero a menor precio.

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