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El Banco de España comunicó el martes al Santander su negativa a salvar a Alfredo Sáenz
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MALESTAR EN LA JUDICATURA POR LA INJERENCIA POLÍTICA

El Banco de España comunicó el martes al Santander su negativa a salvar a Alfredo Sáenz

Alfredo Sáenz dio la cara como vicepresidente y consejero delegado del Banco Santander el jueves de la semana pasada. Ese día, en la presentación de resultados correspondientes

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El Banco de España comunicó el martes al Santander su negativa a salvar a Alfredo Sáenz

Alfredo Sáenz dio la cara como vicepresidente y consejero delegado del Banco Santander el jueves de la semana pasada. Ese día, en la presentación de resultados correspondientes al primer trimestre, la mano derecha y hombre de máxima confianza de Emilio Botín se sintió especialmente incómodo ante las preguntas, por enésima vez, referidas a su continuidad. Esta vez lo hacía con mayor motivo, pues sólo dos días antes el Banco de España había comunicado a las más altas instancias de la entidad financiera que el gobernador Luis María Linde no era partidario de rebajar los requisitos de honorabilidad para que el ejecutivo vasco permaneciera en el cargo.

A partir de ese instante, el bilbaíno Alfredo Sáenz (71 años) supo que su tiempo al frente de un banco top ten mundial había llegado a su fin. Tras 20 años al servicio de la familia Botín, los primeros nueve como presidente de Banesto (1993-2002) y los últimos once como máximo responsable del Santander (2002-2013), optó por adelantarse a los acontecimientos. Aún podía evitar un final más deshonroso después del descrédito cosechado con la condena del Tribunal Supremo por un caso al frente de Banesto y el posterior indulto del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, dos episodios que “manchan” una hoja de servicios sobresaliente del que muchos consideran como el mejor ejecutivo del sector.

Tras 48 horas de máxima tensión interna, el domingo por la mañana la renuncia de Sáenz era un asunto resuelto y la decisión comenzó a trascender a círculos muy restringidos de la entidad, hasta que ayer lunes se hizo pública. El pulso había sido infructuoso. Como en los últimos dos años, Emilio Botín había apurado todos los resquicios legales para que la sentencia del Supremo de marzo de 2011 no tuviera efecto. Aquel revés, barruntado desde meses antes, provocó entonces la renuncia formal del bilbaíno. Sin embargo, la insistencia del presidente para que siguiera como consejero delegado venció su desazón y la trascendencia del fallo que cuestionaba su honorabilidad.

Desde aquella fecha, el Santander ha sido capaz de dilatar la marcha de Sáenz durante algo más de dos años, consiguiendo durante ese periodo un indulto "razonable" a manos del PSOE, lo que hizo que el gobernador socialista Miguel Angel Fernández Ordóñez no se pronunciara sobre la inhabilitación, y una reciente modificación del concepto de honorabilidad mediante Real Decreto a cargo del Partido Popular, un subterfugio habilitado mediante la transposición laxa del espíritu de una normativa comunitaria que permitía al supervisor esquivar lo que hasta entonces era ley. Sin embargo, este último envite podía dinamitar a los presentes, con su mandato recién estrenado.

El ministro Guindos sabía que el Banco de España era partidario de alinearse con la tesis del Tribunal Supremo

Por este motivo, el ministro de Economía, Luis de Guindos, había explicado ya en círculos privados durante las últimas semanas que el Banco de España era contrario a revisar el concepto de honorabilidad de Sáenz. El responsable de la reestructuración del sistema financiero sabía que la doctrina que manejaba el supervisor pasaba por alinearse con la tesis del Tribunal Supremo, aunque dentro de la comisión ejecutiva que preside el gobernador Luis María Linde había disparidad de criterios al respecto, sobre todo después de que el Gobierno hubiera dado muestras de lo contrario, hasta el punto de habilitar una puerta de atrás que permitía salvar la capacitación del condenado para seguir en el cargo. 

El Banco de España era consciente de que el indulto aprobado por Zapatero en su último consejo de ministros aún escuece en el Tribunal Supremo. Tanto o más que la decisión del propio Santander de acudir al Tribunal Constitucional para recurrir la sentencia que anulaba el perdón aplicado por los socialistas antes de dejar La Moncloa y seguir estirando el litigio. Según fuentes de la judicatura, todos estos episodios habían provocado una especie de conjura entre los jueces del Alto Tribunal, tanto en los integrantes de la Sala de lo Penal como en la de lo Contencioso-Administrativo, para hacer del asunto Sáenz un caso que demostrara su independencia como órgano de administración de justicia.

Un relevo generacional

Aunque "con la nueva normativa era muy difícil que le inhabilitaran", el Banco Santander ha preferido hacer de la necesidad virtud. Justo "cuando tenía el camino despejado para su continuidad", según la versión oficial, la entidad ha considerado que era el momento oportuno para el relevo de Alfredo Sáenz. La opción barajada desde hacía tiempo para afrontar este hito pasaba por una solución interna, representada por el ejecutivo Javier Marín (46 años), un hombre de la casa, criado profesionalmente en la entidad, representante de una generación joven y de la más absoluta confianza de Emilio Botín, a cuyas órdenes trabajo como secretario personal al principio de su carrera.

Falta por saber cuándo y cómo desembarcara la hija y heredera Ana Patricia Botín como presidenta del banco

A las puertas de cumplir los 80 años, fecha que puede poner en marcha la cuenta atrás para la jubilación del propio Emilio Botín, la salida de Alfredo Sáenz ha sido interpretada como un imprevisto dentro del proceso sucesorio. Más allá del nombramiento de Marín, el resto de pasos dados en el seno del consejo de administración han sido conservadores. A la reciente renovación de Fernando de Asúa (81 años) como vicepresidente primero, ayer fueron designados Matías Rodríguez Inciarte (66 años) como vicepresidente segundo, significándole como la persona de más confianza de entre la vieja guardia, y el empresario Juan Miguel Villar Mir (81 años) como consejero independiente.

Mientras se resuelven esas incógnitas de gobierno corporativo, que mantienen alerta al Banco de España, el recién nombrado consejero delegado afronta el reto de hacer un equipo directivo a su medida. Ungido de todo el poder por Botín, el joven ejecutivo está desprovisto de la autoridad profesional de la que gozaba Sáenz dentro y fuera del Santander. De momento, algunos representantes de las nuevas generaciones como Jesús Zabalza (Brasil), José García Cantera (Banca Mayorista) o Javier San Felix (Latam) van adquiriendo protagonismo a falta de saberse cuándo y cómo desembarcará la hija y heredera Ana Patricia Botín como presidenta del banco. Esa es la otra equis del futuro del banco.

Alfredo Sáenz dio la cara como vicepresidente y consejero delegado del Banco Santander el jueves de la semana pasada. Ese día, en la presentación de resultados correspondientes al primer trimestre, la mano derecha y hombre de máxima confianza de Emilio Botín se sintió especialmente incómodo ante las preguntas, por enésima vez, referidas a su continuidad. Esta vez lo hacía con mayor motivo, pues sólo dos días antes el Banco de España había comunicado a las más altas instancias de la entidad financiera que el gobernador Luis María Linde no era partidario de rebajar los requisitos de honorabilidad para que el ejecutivo vasco permaneciera en el cargo.

Alfredo Saenz