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Los sindicatos lanzan otra huelga general con la menor afiliación en 20 años: un 16%
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SE CONCENTRA EN MAYORES DE 45 AÑOS Y DEL SECTOR PÚBLICO

Los sindicatos lanzan otra huelga general con la menor afiliación en 20 años: un 16%

La segunda huelga general contra el Gobierno de Mariano Rajoy en menos de ocho meses  -la octava por motivos estrictamente laborales desde la reinstauración de la

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Los sindicatos lanzan otra huelga general con la menor afiliación en 20 años: un 16%

La segunda huelga general contra el Gobierno de Mariano Rajoy en menos de ocho meses  -la octava por motivos estrictamente laborales desde la reinstauración de la democracia- está lanzada. Y lo hace con un nivel de afiliación a la baja. Los últimos datos oficiales (correspondientes al año 2010) muestran que el 16,4% de los ocupados -alrededor de 2,9 millones- estaba ese año afiliado a una central sindical. Pero con un claro sesgo en función de la edad, el sexo, el sector de actividad económica y el tamaño de la empresa.

La mayoría de los afiliados es de avanzada edad y trabaja en algún organismo de carácter público. En el primer caso, la afiliación alcanza el 21,1% entre quienes tienen más de 45 años y menos de 54; y en el segundo, la militancia sindical llega al 33%, lo que significa prácticamente el doble que a nivel general (sector público y privado). Por el contrario, la militancia se desploma -en términos relativos, no solamente en términos absolutos- entre los jóvenes con menos de 29 años y en el sector servicios, el más dinámico en términos económicos. Por debajo del 10% en ambos casos.

Los datos proceden de la última Encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo, que elabora el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, y reflejan un estancamiento de la afiliación desde hace dos décadas. Estos datos son corroborados por la Fundación Primero de Mayo, de CCOO, que en este estudio concluye que la afiliación sindical se ha movido entre el 16% (año 1990) y el 19,5% de 1995. La afiliación registró un rápido aumento tras el éxito de la huelga general del 14 de diciembre de 1988, que supuso un espaldarazo a las tesis sindicales. Incluso se llegaron a lograr los niveles de los primeros años de la Transición, cuando el nivel de afiliación alcanzó sus máximos niveles históricos después de la Guerra Civil.

Desde entonces, sin embargo, la presencia de los sindicatos en los centros de trabajo se ha estancado en términos de afiliación. Hasta el punto de que en el caso de las mujeres (el colectivo que ha visto aumentar más la ocupación en las dos últimas décadas) se sitúa tan sólo en el 14,8%. O lo que es lo mismo, tan sólo quince de cada cien mujeres con trabajo están afiliadas a una central sindical.

En términos cualitativos -y no cuantitativos-, los resultados sin similares. La Encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo muestra que de cada 100 trabajadores, 43 aseguran conocer ‘nada o casi nada’ la actividad sindical. Y otro 10,5% reconoce que la conoce ‘poco’. Por el contrario, tan sólo el 18% de los asalariados sostiene que conoce la actividad sindical ‘bastante o mucho’. Pero también con un claro sesgo en función de la edad. En el caso de los más jóvenes, dos de cada tres con trabajo aseguran desconocer el trabajo sindical.

Retrato robot del sindicalista

El ‘retrato robot’ del afiliado sindical es, por lo tanto, hombre, mayor de 45 años y empleado en el sector público o en actividades industriales de gran tamaño (por encima de 250 trabajadores), y eso explica que Asturias sea, con diferencia, la región donde la afiliación sindical es mayor (el 31% frente al 16,4% general). En el polo opuesto se encuentra la Comunidad de Murcia, donde únicamente el 10,3% de los asalariados está afiliado a algún sindicato.

La baja afiliación sindical, sin embargo, no significa que se haya resentido la representatividad de las grandes centrales reflejada a través de las elecciones sindicales. Según CCOO, en 2011 existían 307.011 delegados sindicales, lo que supone cerca de un 50% más que hace una veintena de años. Eso sugiere la existencia de sindicatos con baja afiliación (y por lo tanto con bajos ingresos por cuotas), pero con amplia presencia en los centros de trabajo. De hecho, CCOO y UGT aglutinan nada más y nada menos que al 73,7% del conjunto de delegados sindicales elegidos en España, mientras que los ‘no afiliados’ apenas representan al 2% de los asalariados.

La condición de CCOO y UGT como sindicatos más representativos, incluso, ha ido aumentando de forma sostenida a lo largo de los años. Su cuota de representación conjunta ha crecido desde el 56,2% de los delegados electos en 1978 al 73,7% actual.

Hay que tener en cuenta, como recuerda CCOO,  que la legislación vigente prevé la posibilidad de realizar elecciones sindicales en las empresas con una plantilla superior a los cinco trabajadores, lo que excluye del sistema al 77,4% de las empresas y al 15,1% de los trabajadores (algo más de dos millones) inscritos en la Seguridad Social. Excluye, igualmente, a los trabajadores con menos de un mes de antigüedad en sus empresas y a otros colectivos adscritos a diferentes regímenes y mutualidades (cuerpos de seguridad, empleados en pequeñas unidades de la Administración Local, etc.), hasta situar en torno al 30% de la población asalariada el volumen total de los trabajadores que no pueden participar en las elecciones sindicales.

En cuanto a la incidencia de las huelgas generales, el récord, según las cifras oficiales, se produjo en 1994, cuando UGT y CCOO llamaron a un paro general contra la reforma laboral aprobada por el último Gobierno de Felipe González, con José Antonio Griñán como ministro de Trabajo.

Pues bien, aquella convocatoria, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), fue secundada por 4.998.800 trabajadores, lo que supone algo más del 54% de los asalariados que había en este momento. Por entonces, primer trimestre de 1994, había en España 3.932.900 desempleados, un millón menos que trabajadores que decidieron secundar la convocatoria.

La huelga general del 14 de diciembre de 1988 ha sido, con todo, la segunda más seguida de la democracia, y aunque su éxito sorprendió a los propios sindicatos, lo cierto es que fue secundada por 4.855.500 trabajadores. Es decir, el 57% de los trabajadores asalariados.

Huelga contra Aznar

La tercera convocatoria más seguida de la democracia fue la que se celebró en 2002 contra el último Gobierno de José María Aznar. De nuevo, contra una reforma laboral que contemplaba un endurecimiento de los requisitos para cobrar el desempleo. Aquella huelga general, según el INE, fue secundada por 4.259.900 trabajadores, pero junto a la del 14-D fue la única que consiguió sus resultados: lograr que el Gobierno retirara la ley.

Se consiguió pese a que el número de huelguistas apenas representaba el 32% del conjunto de asalariados, la tasa más baja de este tipo de convocatorias si se exceptúa la huelga general convocada en solitario por CCOO en 1985 contra la reforma de las pensiones del primer Gobierno socialista.

Aquella convocatoria, según los registros oficiales, fue secundada por 1.064.900 trabajadores, lo que representa apenas el 10% de los ocupados que había en ese momento (las series del INE no identifican el número de asalariados y los trabajadores por cuenta propia).

Mayor seguimiento -pero sin el éxito del 14-D- tuvo la huelga general de 1992, de nuevo contra la reforma laboral socialista, con el asturiano Luis Martínez Noval como ministro de Trabajo. Las cifras oficiales muestran que 2.482.900 trabajadores secundaron el paro, lejos de los niveles de convocatorias posteriores.

¿Y qué pasó en septiembre de 2010? Cuando los sindicatos mayoritarios convocaron una huelga general contra la reforma laboral de Zapatero. Pues nadie lo sabe. El Ministerio de Trabajo admite que no tiene datos ni de la huelga en el sector público contra el último Gobierno socialista ni de la huelga general del 29 de septiembre. Y lo achaca a “no haberse recibido la información correspondiente de todas las comunidades autónomas”. Misterios de la estadística. También se desconocen los datos correspondientes al paro general del 29-M, el primero contra Rajoy.

La segunda huelga general contra el Gobierno de Mariano Rajoy en menos de ocho meses  -la octava por motivos estrictamente laborales desde la reinstauración de la democracia- está lanzada. Y lo hace con un nivel de afiliación a la baja. Los últimos datos oficiales (correspondientes al año 2010) muestran que el 16,4% de los ocupados -alrededor de 2,9 millones- estaba ese año afiliado a una central sindical. Pero con un claro sesgo en función de la edad, el sexo, el sector de actividad económica y el tamaño de la empresa.

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