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La banca española asume la magnitud de su problema inmobiliario y la bolsa le castiga por ello
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BBVA SE DESPLOMA TRAS SACRIFICAR SU RESULTADO

La banca española asume la magnitud de su problema inmobiliario y la bolsa le castiga por ello

La banca española empieza a enseñar las vergüenzas que durante casi dos años ha mantenido ocultas como buenamente ha podido para convencer al mundo de que

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La banca española asume la magnitud de su problema inmobiliario y la bolsa le castiga por ello

La banca española empieza a enseñar las vergüenzas que durante casi dos años ha mantenido ocultas como buenamente ha podido para convencer al mundo de que nuestro país tiene el "sistema financiero más sólido del mundo", como dijeron, entre otros, José Luis Zapatero. Pero todo tiene un límite, y en los resultados de fin de año están empezando a reconocer la magnitud del principal problema que amenaza sus resultados e incluso a la propia supervivencia de algunas entidades: el crédito promotor.

Y el mercado no se lo ha tomado nada bien. BBVA sufrió ayer un desplome del 6,36%, el mayor desde el 30 de marzo, tras presentar sus cuentas, y Santander se hundió el 5,06%. Bankinter y Banesto cayeron más del 2%, aunque Sabadell y Popular se salvaron y cerraron con ligeras alzas.

"Los inversores, sobre todo extranjeros, habían empezado a convencerse de que los bancos españoles iban a poder sobrevivir a la crisis con muchos menos problemas que los del resto de países, y estos días están dándose cuenta de que no, de que aquí tampoco nos vamos a escapar", explica un analista de un broker extranjero.

"La decepción se refiere sobre todo a los dos grandes, porque en los medianos nunca habían terminado de confiar. Pero Santander y BBVA se habían disparado casi un 200% desde mínimos y acumulaban recomendaciones positivas porque parecían los grandes ganadores de la crisis. De ahí que la decepción de ayer fuera mucho más grande, y de ahí el desplome en bolsa", añade.

El primer aldabonazo vino de Caja Madrid, que anunció una caída del 68,4% de su resultado por la dotación masiva de provisiones (1.613 millones). En principio, es lógico que Miguel Blesa quiera dejar la caja todo lo saneada posible a su sucesor, Rodrigo Rato, pero el propio presidente de la caja admitió que se trata de provisiones "voluntarias pero necesarias" ante la magnitud de los problemas que tiene con los créditos morosos, sobre todo los referidos al sector inmobiliario.

Bankinter y Popular también han dotado grandes provisiones voluntarias, pero el primero dio además otra pista sobre los problemas inmobiliarios: reconoció implícitamente una depreciación del 26% en los inmuebles que se ha adjudicado en pago de créditos, ya que las provisiones dotadas para ellos suponen el 20% de su valor contable (el valor al que se los adjudicó) pero el 46% del valor de tasación actualizado.

Pero el gran bombazo llegó ayer con BBVA. Decidido sacrificar por completo el beneficio del cuarto trimestre para empezar a provisionar a lo grande el crédito promotor (destinó 805 millones a este sector en España) y dejar de adjudicarse ladrillos como pago de créditos incobrables. Algo que favorecen los cambios normativos del Banco de España. Y Francisco González admitió por fin lo que todas las entidades negaban hasta ahora: "Hay 325.000 millones de euros de crédito promotor en España y no los puede pagar el contribuyente, lo tienen que solucionar los culpables, que son los promotores, los bancos y las cajas. Y cuanto antes nos pongamos a ello, mejor".

FG añadió que "provisionar lo que tenga cada uno es la única forma de que se acerquen los precios de oferta y de demanda de los inmuebles, porque en España hay demanda de vivienda, aunque no a los precios actuales". Es decir, que la banca tiene que asumir pérdidas para que el precio de los pisos pueda empezar a bajar de verdad.

Todo el mundo pensaba lo mismo

Esto es lo que llevan diciendo desde hace mucho numerosos economistas, analistas y medios internacionales, a los que las entidades han acusado de desconocimiento del negocio en España, de tener envidia por lo mal que está la banca en sus países o directamente de conflictos de interés porque tenían posiciones cortas (bajistas). Pero ahora este movimiento de las entidades empieza a inclinar la balanza del lado de los críticos.

El Financial Times es uno de los que más ha atacado a nuestras entidades, pero son incontables los informes que las acusaban de falsear las tasas de morosidad (con las refinanciaciones de empresas zombies y la adjudicación de activos) o de ocultar la basura debajo de la alfombra con la anuencia del Gobierno y el Banco de España.

Incluso uno de los gestores estrella de España, Francisco García Paramés (Bestinver), asegura que sólo podremos salir de la crisis cuando los precios de la vivienda se ajusten a su valor real, para lo cual queda "una caída importante". Y para eso es necesario "coger el toro por los cuernos" y que los bancos asuman las pérdidas ocasionadas por su exposición al ladrillo como en EEUU. De lo contrario, afirma, España estará abocada a una crisis a la japonesa, argumento que comparten firmas como Redburn Partners.

En todo caso, aunque las cuentas presentadas hasta ahora muestran una innegable fortaleza gracias a la buena gestión, a la elevada eficiencia y al entorno de tipos (ahora viene lo duro con el estrechamiento de márgenes), el problema del crédito promotor es enorme y no hay más remedio que buscar una solución. Porque ahora mismo la banca sólo considera como moroso un 10% del total. Hace unos días, la Asociación Hipotecaria lanzó la idea de la creación de un 'banco malo' para ello. Una solución que no gusta a las entidades, pero el propio FG admitió que "va a ser muy difícil resolver el problema sin dinero público".

La banca española empieza a enseñar las vergüenzas que durante casi dos años ha mantenido ocultas como buenamente ha podido para convencer al mundo de que nuestro país tiene el "sistema financiero más sólido del mundo", como dijeron, entre otros, José Luis Zapatero. Pero todo tiene un límite, y en los resultados de fin de año están empezando a reconocer la magnitud del principal problema que amenaza sus resultados e incluso a la propia supervivencia de algunas entidades: el crédito promotor.

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