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Muguruza se refleja en Conchita Martínez y su final de 1994 ante Martina Navratilova
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única española en la hierba británica

Muguruza se refleja en Conchita Martínez y su final de 1994 ante Martina Navratilova

Martina Navratilova vio como su rival se tumbaba en la pista con dolores musculares. Conchita se repuso y se convirtió en la única tenista española que ha ganado Wimbledon

Foto: Garbiñe Muguruza entrena en Wimbledon con Conchita Martínez como testigo. (Reuters)
Garbiñe Muguruza entrena en Wimbledon con Conchita Martínez como testigo. (Reuters)

Conchita Martínez cae a la hierba en el segundo set. Sus problemas musculares a lo largo de la competición le pasan factura. Pide asistencia médica mientras pierde 0 a 3 ante Martina Navratilova. Su rival la observa a través de sus gafas de los 90, con las que también juega. La pista central tiembla. Su fisioterapeuta salta a la pista. Masajea. Falsa alarma: su contractura en los glúteos mejora y vuelve a la pista. Pero el set está perdido. La historia tendría que esperar uno más. A la norteamericana le empiezan a pesar los minutos. Tiene 37 años y aunque su servicio y volea siguen intactos, la edad azota sus piernas. Ya no llega a la red con comodidad, lo que favoreció el 'passing' de revés de la española. Con uno para sellar el 5-3 del tercer set levantó el graderío y con el 6-3 definitivo hizo que sus padres se besasen. Conchita se acababa de colgar el galardón, sigue siendo la única española que ha coronado Wimbledon en 89 ediciones. Fue en el All England Club en 1994. El sábado, Garbiñe Muguruza intentará repetir la hazaña en el mismo escenario. Su rival, Venus Williams.

Una de las mejores tenistas que ha dado la cosecha española entrena a Muguruza en Wimbledon desde que su entrenador habitual, Sam Sumyk, tuvo que ausentarse para ser padre. El día en que Conchita ganó Wimbledon no lloró, pero siguió sintiendo “escalofríos” de ganadora. Saltó a la pista con la rutina que lo había hecho en las jornadas antes: “Estaba más nerviosa por el protocolo que por el partido, traté de relajarme y lo conseguí”. Su padre sí abrió el balcón de lágrimas. Lo hizo junto a los 13.118 espectadores que llenaron las gradas en aquella final del 2 de julio de 1994. La española apostó por su fantástico revés para frenar las subidas a la red de Navratilova, que lo intentó en 34 ocasiones. Con su 'passing shot' consiguió más de la mitad de los puntos. 6-4, 3-6 y 6-3 fue el resultado final con el que se rompió la maldición española en el torneo del tenis por excelencia. Siete décadas antes lo intentó la pionera del tenis español. Lilí Álvarez jugó tres finales consecutivas desde 1926, pero la bandeja de ganadora nunca llegó a su vitrina.

Potencia contra veteranía

España dividía su corazón en dos: la selección española de Clemente se jugaba el pase a octavos en el Mundial del 94 y Conchita se jugaba pasar a la historia de la historia del tenis. Enfrente, 'la duquesa Kent', como también era conocida Navratilova, era considerada como la mejor jugadora en hierba de la historia del tenis moderno. La americana se despedía de Wimbledon tras una carrera de éxitos: 18 títulos de Grand Slam, dos menos que su entrenadora, Billie Jean King. Era la favorita frente a la española, que sólo tenía juventud y potencia. No experiencia: Conchita no había ganado un grande, pero sí 19 títulos en el circuito; Navatrilova, 167. En el palmarés individual, la española vence 3 a 1. Ese mismo año la derrotó en el Abierto de Italia, lo que hizo que la americana cayera al cuarto puesto mundial. Para recordar la última vez que la victoria cayó del lado de la estadounidense había que remontarse hasta 1990.

En el partido, el mejor factor de la española era su edad. Se llevaba quince años con la tenista americana. Cuando Martina debutó en Wimbledon, la nuestra tenía un año. Cuando Navratilova ganó su primer título en el templo inglés, Conchita aún no conocía lo que era una raqueta: tenía cinco años. Sin embargo, también era la edad la peor pesadilla de Conchita. La grada inglesa ya conocía a la americana, que era su favorita en el partido y se consolidaba en el top-cinco del mundo. El público de Wimbledon la adora y le supone una fuerza psicológica extra. Lo había ganado todo y varias veces: el Open de Australia, tres veces como individual y ocho en dobles; en Roland Garros levantó el trofeo en otras dos ocasiones, siete en dobles y dos en mixtos. En el Open de USA salió victoriosa cuatro veces y nueve en dobles. La única que la superaba era Margaret Court, con 62 títulos de Grand Slam.

Conchita Martínez sonríe mientras ve jugar a Muguruza en Wimbledon. (EFE)

Los orígenes de Conchita Martínez

Conchita comenzó como profesional de la mano de su entrenador de toda la vida. Eric Van Harpen la inscribió en 1988 en el Club de Tenis La Salud de Barcelona. Tres años después entró en el top-ten de las mejores jugadoras del mundo gracias a sus exhibiciones internacionales en España y Francia. En París, llegó a cuartos de Roland Garros. Mismo rendimiento hizo en el Abierto de EEUU, aunque en el Europeo de Suiza e Italia logró llegar a la seminifinal. En 1992 ganó al Abierto de Austria tras perder tres finales consecutivas y en la cita olímpica de Barcelona se topó en cuartos con Sánchez Vicario. Eso sí, en dobles consiguió la plata con la tenista catalana.

Seis años como profesional hasta que aterrizó en su mejor año. 1994 no comenzó bien para Conchita Martínez, pues cayó en Sydney y en Australia, y Arancha Sánchez Vicario le cerró el paso a la final de Roland Garros. Sin embargo, en Wimbledon cambiaría el rumbo del tenis femenino español. Logró el triunfo más importante de su carrera deportiva, lo que la consolidó como la tercera mejor tenista del mundo. Su discípula, Muguruza, era la tenista número 15 del mundo antes del torneo que ahora puede ganar. El sábado jugará su segunda final en Londres en condiciones similares en las que jugó su maestra. Aquel día también estaba encapotado y la lluvia amenazó. Aquel día la hierba también estaba rapada. Es Wimbledon: se empieza en hierba y se acaba en tierra. ¿Superará la alumna a la maestra?

Conchita Martínez cae a la hierba en el segundo set. Sus problemas musculares a lo largo de la competición le pasan factura. Pide asistencia médica mientras pierde 0 a 3 ante Martina Navratilova. Su rival la observa a través de sus gafas de los 90, con las que también juega. La pista central tiembla. Su fisioterapeuta salta a la pista. Masajea. Falsa alarma: su contractura en los glúteos mejora y vuelve a la pista. Pero el set está perdido. La historia tendría que esperar uno más. A la norteamericana le empiezan a pesar los minutos. Tiene 37 años y aunque su servicio y volea siguen intactos, la edad azota sus piernas. Ya no llega a la red con comodidad, lo que favoreció el 'passing' de revés de la española. Con uno para sellar el 5-3 del tercer set levantó el graderío y con el 6-3 definitivo hizo que sus padres se besasen. Conchita se acababa de colgar el galardón, sigue siendo la única española que ha coronado Wimbledon en 89 ediciones. Fue en el All England Club en 1994. El sábado, Garbiñe Muguruza intentará repetir la hazaña en el mismo escenario. Su rival, Venus Williams.

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