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Nadal busca su décimo Godó ¿contra su sucesor en la tierra batida?
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la final se disputa a las 16.00

Nadal busca su décimo Godó ¿contra su sucesor en la tierra batida?

Después de ganar a Zeballos solo le queda un escollo, Dominic Thiem, que a los 23 años ya ha ganado seis torneos en esta superficie y se presenta como uno de los jugadores con mejor futuro

Foto: Nadal celebra su victoria contra Zeballos. (EFE)
Nadal celebra su victoria contra Zeballos. (EFE)

Nadie se debe engañar, esto no es fácil. Rafael Nadal ha acostumbrado a la afición mundial a un prodigio sin igual, que parezca imposible que pierda un torneo de tierra batida. Arrasa a sus rivales como un niño moldea la plastilina, juega con ellos, los lleva al límite y el, realmente, nunca parece dar todo lo que sus brazos alcanzan. La simplicidad con la que se impone a los contrarios tiene algo de pantomima, no es del todo cierta, es solo un reflejo de mucho trabajo. Este domingo jugará su décima final en el Torneo Conde de Godó. Ganó todas las anteriores.

Foto: Nadal está a un paso de su décimo Conde de Godó. (EFE)

Un pequeño repaso a los libros de récords del señero campeonato. Roy Emerson, Manolo Orantes y Mats Wilanders, enormes jugadores, consiguieron llevarse a casa el trofeo tres veces. Ellos marcaban el tope de victorias hasta que apareció en escena Nadal y decidió que iba a tratar a un gran campeonato como el jardín trasero de su casa. Le han puesto su nombre a la pista central, quizá porque el señor conde no se ve saliendo del título del evento. Para llegar a este último partido, esta temporada, se ha tenido que desembarazar en semifinales de Horacio Zeballos, un argentino que puede contarle a sus nietos que una vez, hace años ya, le ganó una final en tierra batida al coloso.

Zeballos es zurdo, lo cual es un pequeño problema para Nadal. Una fina ironía, porque ese mismo es uno de los muchos motivos que hacen que el español desespere a sus rivales. Sí, los zurdos también sufren contra los zurdos, porque tampoco están acostumbrados a enfrentarse a sus efectos, que al final es la clave de esa dificultad. Una vez adaptado a esa circunstancia, Nadal no dejó mucho espacio a la imaginación. Cortó las alas del argentino, aquel que un día le ganó. Pasó el martillo, sin recrearse tampoco, un partido más. La diferencia es tanta...

Más rival tendrá en la final, pues Dominic Thiem aspira a dominar la tierra algún día, quizá el día en el que Rafael Nadal vea sus partidos desde casa. Tiene 23 años y ya ha ganado seis torneos en esta superficie, solo lo ha conseguido dos veces fuera de ella. Son buenos números, aunque es cierto que ninguno de los campeonatos conseguidos por el austríaco son de primer nivel. Aún así, hay que ganarlos, que el mundo está lleno de especialistas en tierra batida que no pierden una sola oportunidad de jugar sobre esta superficie.

Es un jugador de tronío, número 9 del mundo, llegó a ser 7. Y eso dice algo, porque con 23 años aún es un pipiolo en este deporte. O, para ser más exactos, lo es en 2017, cuando la edad media del circuito ha avanzado a pasos agigantados. Cuando Nadal tenía esa edad ya había ganado tres veces Roland Garros, pero cualquier comparación que incluya al jugador español, y más aún cuando se habla de precocidad, es tremendamente injusta. "Thiem tiene mucha potencia y le imprime gran intensidad a la bola. Si le dejas posiciones fáciles es complicado jugarle, porque impacta con mucha fuerza. Mañana tendré que intentar que la pelota vaya al fondo de la pista", explica Nadal que le reconoce como "uno de los mejores jugadores del mundo".

placeholder Dominic Thiem. (EFE)
Dominic Thiem. (EFE)

La tradición de la tierra austriaca

Thiem será uno de los próximos dominadores del circuito si todo sale como está establecido. Se mueve con delicadeza sobre la arena y coloca su muy estético revés a una mano donde quiere. Es potente con la derecha y no sirve mal. Quizá el problema, al menos cuando se enfrente contra Nadal, lo tendrá en controlar ese revés. Con el peso que le pone el español a la bola es misión muy difícil. Las revoluciones que tiene la pelota cuando toca el cordaje de la raqueta hacen que los tendones de la víctima propiciatoria de Nadal se crispen y respondan con problemas. Una vida entera ganando partidos así.

Foto: Hyeon Chung, en el Godó. (EFE)

En los enfrentamientos previos, además, ha conseguido ganar a Nadal sobre arcilla una vez, lo cual es todo un mérito. Fue el año pasado, en Buenos Aires. También es verdad que unas semanas después, en Montecarlo, el español reestableció la lógica y terminó llevándose el partido y, unos días después, el torneo del principado. Antes, años antes, se encontraron en Roland Garros y también ganó el 14 veces ganador de grand slam.

Thiem es austriaco, un lugar con cierta tradición en la tierra batida. Fundamentalmente por el recuerdo de Thomas Muster, un jugador que pasó años amargando a la Armada Española que, por aquellos días, solo tenía sentido cuando se hablaba de arcilla. Él logró ganar dos veces en el Godó, también tiene un Roland Garros. Esa es la línea a seguir por el joven austriaco que puede, quizá, ser un jugador más completo de lo que fue su compatriota. Al fin y al cabo, las generaciones tienden a mejorar. Nadal, por ejemplo, demostró que no valía solo con ser bueno en tierra, por más que él fuese el mejor en eso también.

La semana pasada, Nadal ganó su décimo título en Montecarlo. Ningún otro jugador tiene diez títulos en un torneo importante de tenis. Este domingo puede hacerlo también en Barcelona, lo que colocaría el resultado global de esta pelea por lo imposible en Rafael Nadal, 2; resto de la humanidad, 0. Lo hace parecer fácil, pero no, no lo es en absoluto. Abran paso al mejor de siempre.

Nadie se debe engañar, esto no es fácil. Rafael Nadal ha acostumbrado a la afición mundial a un prodigio sin igual, que parezca imposible que pierda un torneo de tierra batida. Arrasa a sus rivales como un niño moldea la plastilina, juega con ellos, los lleva al límite y el, realmente, nunca parece dar todo lo que sus brazos alcanzan. La simplicidad con la que se impone a los contrarios tiene algo de pantomima, no es del todo cierta, es solo un reflejo de mucho trabajo. Este domingo jugará su décima final en el Torneo Conde de Godó. Ganó todas las anteriores.

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