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Perder la final en Acapulco no trastoca el plan más ambicioso de Nadal
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Perder la final en Acapulco no trastoca el plan más ambicioso de Nadal

El tenista español ha conseguido en México lo que pretendía: jugar todo lo posible en cemento antes de los objetivos reales, que están en los torneos de marzo de Indian Wells y Miami

Foto: Nadal golpea en el torneo de Acapulco (Reuters)
Nadal golpea en el torneo de Acapulco (Reuters)

Las carreras de los deportistas se vuelven selectivas con el tiempo. Ganar siempre es importante, pero no todas las victorias son iguales, la selección cualitativa se acrecienta cuando los años van pasando. Rafael Nadal cumplirá 31 años esta temporada y entiende ahora mejor que antes que sus prioridades tienen que cambiar. Ya no es un joven impulsivo que busca el número 1, conseguir eso obliga a una carga de trabajo que ya no puede gestionar. Le queda, eso sí, un montón de objetivos en forma de torneo con los que ir jalonando su carrera.

Foto: Roberto Bautista, en Sofía (EFE)

El torneo de Acapulco no era como tal un objetivo en el año de Rafa Nadal. Cuando has ganado 14 grandes las miras son un poco más altas. Si que era, sin embargo, una excelente piedra de toque para dos torneos de prestigio que esperan en marzo: Indian Wells y Miami. No son campeonatos de Grand Slam, pero sí lo más cercano que se conoce a ese nivel. El torneo californiano, el primero de la nueva gira, es uno de los favoritos de Nadal en pista dura. En las afueras de Los Ángeles ha ganado en tres ocasiones y se ha mostrado siempre competitivo.

Miami, aunque un poco de capa caída, también es uno de los torneos más valorados dentro del calendario. En las últimas temporadas, a diferencia de esta, Nadal optaba por no hacer una preparación específica de cara a estos dos grandes eventos. En su lugar colocaba en el mes de febrero la gira de tierra sudamericana, un lugar en el que podía ganar con facilidad puntos para la clasificación mundial y, especialmente, confianza. La zona de confort de Nadal es la tierra batida, por más que también sea un excelente jugador fuera de ella.

En los días malos, estos años de dudas y lesiones, prefería ir a lo seguro y darse una vuelta por esos torneos en los que rara vez dejaba de llegar a la final. Sao Paulo, Viña del Mar, Buenos Aires... torneos menores, que no le valían para adaptarse a lo que le venía por delante en el calendario pero que le daban la posibilidad de sentirse seguro y coger moral.

placeholder Querrey y Nadal, en Acapulco (EFE)
Querrey y Nadal, en Acapulco (EFE)

Descartar Rotterdam y la tierra

La moral se necesita cuando el tenis no llega. Nadal este año ha cambiado por completo su aproximación al año. Ya lo hizo de cara a Australia. Decidió, por primera vez en su carrera, ir a Brisbane y desechar la idea de pasar por el muy lucrativo torneo de Doha. Quería estar más cerca, acoplarse a la temperatura y ahorrarse grandes desplazamientos antes del sagrado Grand Slam. Estos torneos los ha tratado igual. El torneo más lucrativo del calendario era Rotterdam, pero tanto viaje no cuadraba. Lo fácil era probar suerte en la arena de Sudamérica, pero tampoco era lo mejor. Acapulco lo tenía todo.

Foto: Toni Nadal y Rafa nadal, en el Abierto de Australia (Reuters)

De hecho, los propios rectores del torneo tomaron hace unos años la decisión de dejar el polvo de ladrillo para colocar cemento en su lugar. Lo hicieron pensando en lo mismo que ha planteado Nadal, tener un puente perfecto de cara a la gira americana de pista rápida.

Este nuevo planteamiento del mallorquín tiene un daño colateral: el equipo de Copa Davis. Después de Miami es la eliminatoria de cuartos de final, en Serbia y pista dura. Si fuese en casa, en tierra, iría seguro, porque lo que llega después es la gira de tierra que culmina con Roland Garros, en buena lógica el mayor -y más realizable- objetivo de la temporada de Nadal. Él mismo ha dicho estos días que su presencia en Belgrado es improbable. "Es una semana complicada, necesito tener una adaptación, de pista dura a pista de tierra, progresiva y adecuada", comentaba en Acapulco.

Perder la final de México duele, porque el gen competitivo del crack siempre está ahí. El objetivo en este torneo, sin embargo, está cumplido: jugar lo máximo posible para coger ritmo. Ahora llega la siguiente fase, y él mismo lo explica: "Mi plan es entrenar ahí (Indian Wells) desde el lunes, la preparación es buena, he hecho una buena semana en Acapulco y ahora tengo unos días para seguir entrenando y espero que me sirva para apuntalar algunas cosillas (...) la confianza es buena y espero pelear en los Masters de Indian Wells y Miami". Feliz está, tanto que dijo que se iba a tomar unos tequilas para celebrarlo. Y no es algo común en él bromear con estas cosas.

Las carreras de los deportistas se vuelven selectivas con el tiempo. Ganar siempre es importante, pero no todas las victorias son iguales, la selección cualitativa se acrecienta cuando los años van pasando. Rafael Nadal cumplirá 31 años esta temporada y entiende ahora mejor que antes que sus prioridades tienen que cambiar. Ya no es un joven impulsivo que busca el número 1, conseguir eso obliga a una carga de trabajo que ya no puede gestionar. Le queda, eso sí, un montón de objetivos en forma de torneo con los que ir jalonando su carrera.

Rafa Nadal
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