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Garbiñe se acostumbra a perder: otro desplome en el que olvida lo buena que es
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perdió en su debut por 6-2, 6-7, 7-5

Garbiñe se acostumbra a perder: otro desplome en el que olvida lo buena que es

La española empezó desconectada, volvió para dar su mejor cara tan solo para terminar perdiendo sus últimos tres servicios y caer derrotada por Pliskova, que le valió con resistir de pie

Foto: Garbiñe Muguruza (Reuters)
Garbiñe Muguruza (Reuters)

Garbiñe Muguruza, en su esencia. La misma jugadora que puede remontar un partido desde cero es capaz de tirarlo de forma absurda en unos pocos minutos. Desconcertante es la palabra, porque nada en ella se enlaza con las normas de la lógica. Contra Pliskova perdió un partido que tenía ganado pero que antes, al principio, se daba también por perdido. Un caos en una jugadora que lleva meses pareciendo desquiciada. Es capaz de encontrar luz a ratos para después pisotear todo lo que ha hecho. Con el tenis que tiene verla jugar es una experiencia frustrante ¿por qué no puede hacer lo que sabe?

Foto: Garbiñe Muguruza en el partido ante Petra Kvitova (EFE)

En las últimas semanas la tenista defiende que no se puede ganar siempre y que a ella se le presiona mucho, que cuando pueda ganar lo hará y cuando no pues no pasa nada, esas cosas ocurren en el deporte. Es una justificación como otra cualquiera, porque tampoco se le va a pedir que se mortifique delante de un micrófono, pero ella es la primera que debería de saber que eso es válido para una jugadora del montón pero no para quien está llamada a reinar en el tenis mundial, no para quien ganó con todo el brillo Roland Garros esta misma temporada.

Es una pequeña falacia decir que se puede perder contra cualquiera. No, en realidad no es así, o por lo menos no caer derrotada en serie contra tenistas que aspiran a poco cuando se tiene el potencial de Garbiñe. Una vez sí, claro, sustos tienen todas. Hacer de la derrota una rutina es algo inaceptable para una jugadora como ella. Por más vueltas que le de al tema debe saber que a ella no se le puede juzgar como al resto, simplemente porque ella no es una más. Y todo el tiempo que se esté autoengañando, creyendo que el mundo es injusto en su contra y que no le valoran como se merece será perdido.

Contra Karolina Pliskova, en su debut en las WTA Finals, demostró un día más que vive superada y es incapaz de dominar sus emociones. Se podría hablar de físico, que tampoco anda en su mejor momento, pero no fue eso esta vez, no en vano resistió tres sets y muchos minutos sobre la pista y solo pareció deshincharse al final, cuando desertó de su trabajo como tenista. Antes del encuentro había dicho que no va a jugar una pachanga que tenía prevista con Sharapova en diciembre. Luego estuvo casi tres horas en la pista sin resentirse. Es carne de programa de adivinación, a ver si ellos entienden algo.

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Tennis - Singapore WTA Finals Round Robin Singles - National Indoor Stadium, Singapore - 24 10 2016 - Garbine Muguruza of Spain in action against Karolina Pliskova of Czech Republic. REUTERS Edgar Su

Caída, resurrección y batacazo

Había empezado el realmente mal, con un primer set espantoso en el que la checa, una de las sensaciones de esta temporada, la había dominado con contundencia desde el saque. Eso, el servicio, sigue siendo una de las taras del juego de Garbiñe, que empezó su encuentro con una doble falta y no le acompañó más que en la zona del partido en la que todo pareció ir rodado. Porque eso también existió en este debut en el Master, se vio a la peor Muguruza y también a la mejor.

En el segundo set también parecía sentenciada, pero curiosamente volvió. Fue después de una conversación con Sam Sumyk, su entrenador, en la que tampoco pareció el francés decir nada fuera de lo común. No le va a enseñar a jugar al tenis en cinco minutos atropellados. Le fue suficiente a la española, eso sí, para soltar el brazo, dejar de cometer errores y arrinconar a Pliskova en el fondo de la pista. Cuando juega bien, Garbiñe es un escándalo, una tenista superior. La cabeza había vuelto, tanto que remontó y supo incluso imponerse en un 'tie break' que se le había puesto en contra.

Retales del tenis que tiene. El tercer set parecía el suyo. Garbiñe volaba, amedrentaba a su rival que no sabía donde meterse. 5-2 y saque, por la vía rápida, una bola de partido a favor de la española. Y eclipse. Perdió ese juego y los cuatro siguientes, se dejó remontar perdiendo tres veces consecutivas su servicio, cambió en pocos segundos de ser imbatible a ser extremadamente vulnerable. Se reencontró con sus miserias, la rutina de la derrota grosera, esa que no se espera y que sorprende incluso a los que ya no creen en ella. Porque Muguruza ya es, más que nada, una cuestión de fe. Los que la han visto ganar en Roland Garros o ser finalista de Wimbledon siempre creerán en su resurrección, por más que ella se empeñe en contradecirles. No le apetece tanto llegar a ser quien puede llegar a ser como que no la presionen, ir a su aire. Total, piensa, perder es aceptable.

Garbiñe Muguruza, en su esencia. La misma jugadora que puede remontar un partido desde cero es capaz de tirarlo de forma absurda en unos pocos minutos. Desconcertante es la palabra, porque nada en ella se enlaza con las normas de la lógica. Contra Pliskova perdió un partido que tenía ganado pero que antes, al principio, se daba también por perdido. Un caos en una jugadora que lleva meses pareciendo desquiciada. Es capaz de encontrar luz a ratos para después pisotear todo lo que ha hecho. Con el tenis que tiene verla jugar es una experiencia frustrante ¿por qué no puede hacer lo que sabe?

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