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El brazo de Nadal, el más claro síntoma de que las cosas marchan bien
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se enfrenta al francés lucas pouille

El brazo de Nadal, el más claro síntoma de que las cosas marchan bien

Las celebraciones del tenista español demuestran que está confiado y en buena forma. Aún se duele algo de la muñeca, pero esos problemas han pasado a ser algo secundario en su juego

Foto: Rafa Nadal celebra su victoria contra Kuznetsov (EFE)
Rafa Nadal celebra su victoria contra Kuznetsov (EFE)
Foto: Juan Martín del Potro (EFE)
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Los gestos dicen tanto como los golpes. Nadal hace un globo espectacular, pasándose la raqueta por debajo de las piernas. La pista Artur Ashe se viene abajo, le trata como a un príncipe. Y él arma de nuevo el brazo, pero en este caso para celebrar el punto. Da saltitos, cierra el puño y muestra sus blanquísimos dientes. La rabia de Nadal, esa rabia. Ha estado meses distraida, como dormida con cloroformo, pero antes o después tenía que salir. Lo normal, de hecho, era que volviese cuando las cosas iban a ir, como celebración, sí, pero también como síntoma de un retorno.

Ese brazo volvió en Río, en la final de dobles. Aquella noche brasileña Nadal se multiplicó, apareció por todas partes porque no quería permitirse el lujo de quedarse en la plata. Rafa tiene, como los más grandes, la ambición siempre desbocada. El único modo de entender a los jugadores que han dejado una marca indeleble en un deporte es desde el deseo, la necesidad de ser mejor cada día, la concepción personal de que nada ni nadie podrá frenarles. Hay muchos jugadores en el circuito de tenis, mejores y peores, algunos incluso mejores técnicamente que aquellos que mandan, pero si no están en la cumbre, si no han llegado, es porque nunca creyeron lo suficiente.

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JSX01. Flushing Meadows (United States), 02 09 2016.- Rafael Nadal of Spain reacts after defeating Andrey Kuznetsov of Russia on the fifth day of the US Open Tennis Championships at the USTA National Tennis Center in Flushing Meadows, New York, USA, 02 September 2016. The US Open runs through September 11. (España, Abierto, Tenis, Rusia, Estados Unidos) EFE EPA JASON SZENES

La mentalidad ganadora es clave, pero necesita de una base sobre la que empezar a construir. Con la muñeca maltrecha, si cada golpe duele, no es posible creer. El tenis es un deporte de fondo, requiere cada partido de miles de golpes, cientos de puntos y decenas de juegos. Para ganar un torneo hay que pasar por demasiadas etapas como para poder hacerlo en malas condiciones. El que gana siempre está bien, las dudas son para los que cayeron por el camino. Dice Nadal que no es que haya dejado de sentir la muñeca, simplemente que el dolor ha dejado de tener importancia.

La comunión con la grada

Foto: Nadal, jugando bajo el techo del US Open (Efe)

"Aún siento algo de dolor, pero ya no me limita el juego", explicaba Nadal tras el encuentro contra Kuznetsov. El daño es un recuerdo más que una constante, y el espectador lo nota en algunas fases del juego. En el saque principalmente. También tiene que ver con la confianza, Rafa nunca fue el mejor en el servicio, para él ser quien inicia el juego es menos seguro que para la mayor parte de sus rivales. Por eso es normal que, en las dudas, sea el saque el primero en irse de su repertorio y también el último en llegar cuando vuelve la confianza. Más aún con los problemas de muñeca, que destrozan las rutinas en golpes que viven no de la improvisación sino del método muy calculado.

Nadal se encuentra muy cómodo en Nueva York, aunque solo haya ganado una vez allí. Es una conexión un poco particular, pero también lógica, es cosa de la personalidad. El US Open es el más caliente de los cuatro grandes. La pista central, la Artur Ashe, es enorme, el silencio brilla por su ausencia y hay una atmósfera eléctrica que casa muy bien con el español. El balear es latino y se nota, se ve cómodo en esas situaciones en las que otros más fríos se descoloca. No es Nadal el hombre más formal del circuito, y eso se prima en Flushing Meadows.

"Esta pista es muy particular y como yo transmito también mucha ilusión y pasión pues nos retroalimentamos", expresa Nadal cuando tiene que explicar la simbiosis en la que vive con el público neoyorkino. Que se da, por supuesto, especialmente en la pista Artur Ashe, la más grande del circuito tenístico.

Foto: Garbiñe Muguruza, en el US Open. (Reuters)

Es más, Nadal que ya hace tiempo que se puso las mangas y se convirtió en todo un buen chico, sigue siendo el hombre que más marquesinas y carteles ocupa en Nueva York. Ante la falta de jugadores estadounidenses viables para ganar un grande tienen que ponerse la camiseta de otra estrella, y Nadal siempre está entre las preferencias del aficionado de la Gran Manzana.

Todo esto, por supuesto, siempre está sujeto al juicio del resultado. Los gestos de rabia, que esconden felicidad, son parte de la liturgia de la derrota y se van, aunque sea solo momenteáneamente, cuando esta desaparece. El siguiente escollo es Lucas Pouille, jugador francés que está teniendo la mejor temporada de su vida. Tiene 22 años y es rocoso, incansable y duro. Un buen jugador que se enfrenta contra Nadal que, a pesar de la muñeca, parece en estado de gracia ¿cómo se explica si no que un golpe por debajo de las piernas termine siendo un globo ganador?

Foto: Juan Martín del Potro (EFE)
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